lunes, 30 de julio de 2012

Todos no, General, todos no!

Cambios, Raúl Castro

¡Todos no, General, todos no!

Las palabras de Raúl Castro no aclararon por qué aún continúa la
carencia de políticas efectivas para producir un despegue de la economía
agropecuaria

Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 30/07/2012 12:43 pm

En el pasado acto del 26 de julio en Guantánamo pasó algo que no entendí
bien. La programación establecía que iba a hablar Machado Ventura pero
luego también habló el General/Presidente. Al parecer alguien lo pidió y
la gente siguió la rima. Y es que después de un discurso de Machado
Ventura —su oratoria es inconfundible por decir lo que todo el mundo
imagina y de la manera más aburrida posible— cualquier cosa viene bien.
Y Raúl, cuando improvisa discursos, tiene la virtud de decir dicharachos
y ocurrencias fútiles que relajan. Y después de una filípica de Machado,
hay que relajarse.

Y Raúl soltó algunas cápsulas interesantes. Una de ellas estuvo referida
al asunto de los salarios. Ante una población que se pasa el mes —como
dice mi amigo Henry— fumando debajo del agua, el General/Presidente
aclaró que no hay aumentos salariales hasta que no se incremente la
producción, sobre todo de alimentos. Lo cual resulta muy confuso de
muchas maneras, pero particularmente en el hecho de que la reforma anda
parada en la frontera del meollo: la inmensa y destartalada economía
estatal. Y en la carencia de políticas efectivas para producir un
despegue de la economía agropecuaria. Y todo eso es responsabilidad,
ante todo, del orador que lleva seis años en el poder jugando con la
periferia, hurgando en los bolsillos de otros y con una economía que no
crece más allá de las estadísticas oficiales. Es que, irremediablemente,
al General Presidente hay que decirle como decía Sor Juana Inés a los
hombres de su época: pagan por los pecados que condenan.

Y luego advirtió que los médicos ganan poco, pero así, dijo, "estamos
todos". Otra ramplonería, pues ocurre y todo el mundo sabe, que todos,
lo que se dice todos, obviamente, no tienen que contar centavos en la
segunda quincena. La abrumadora mayoría sí, pero no todos. Y lo que pone
a unos en un lado donde se gana poco y a otros en el que se gana mucho,
no es el albur ni la mala suerte, sino el propio resultado de las
políticas y las prácticas que animan el sistema que comanda el General.

Y es interesante esto por lo siguiente. Los funcionarios, los
intelectuales y académicos tributarios del sistema e incluso los
adormilados periodistas y blogueros oficialistas-mal-pagados mencionan
con frecuencia a "los perdedores", es decir a las personas que
inevitablemente van a perder con el ajuste económico, necesario, dicen,
para que la economía despegue. En esto no hay muchos recovecos oscuros,
porque son los mismos que han sido las víctimas predilectas de los
ajustes de cinturones: maestros, empleados estatales, jubilados,
habitantes de zonas desfavorecidas, mujeres, jóvenes que llegan al
mercado laboral, etc., etc. Solo que nuestros economistas —que celebran
en el modelo chino lo mismo que condenaban en el chileno— nunca aclaran
que estas personas son sacrificadas sin posibilidades de defensa y
negociación, pues en un régimen autoritario como el cubano —como sucedió
en Chile y como sucede en China— no hay organizaciones sindicales y
sociales autónomas que representen los intereses de estos "perdedores"
sin remedio.

Pero nadie habla —tampoco el atribulado General/Presidente— de los
ganadores. Es decir de la minoría exigua de personas que mejoran sus
situaciones económicas y sociales y eventualmente devienen clase
dominante en el capitalismo emergente. Ya esa élite es visible, y hay
lugares en las principales ciudades cubanas, y sobre todo en La Habana,
que sirven de asiento a un tipo de consumo y comportamiento que no tiene
nada que ver con el discurso de Machado Ventura. Pero sí mucho que ver
con los descendientes de personas como Machado Ventura.

Pues si bien es cierto que en esa élite consumista hay muchas personas
que han llegado por la combinación de talentos y oportunidades de
mercado —artistas, escritores, pequeños empresarios— estas razones han
tenido muy poco que ver con el reclutamiento de otros elegidos del nuevo
capitalismo cubano. El bulto más importante de la nueva élite se compone
de quienes se apropiaron de las mejores casas en los mejores lugares
para alquilar habitaciones (hasta llegar a hacer pequeños hoteles con
servicios muy sofisticados) o para poner restaurantes; o de quienes
tenían los mejores contactos para arribar a las firmas mixtas, o de
quienes administraban las mejores empresas para asociarse al capital
extranjero. En fin, de quienes tenían relaciones, protección política,
información, capacidad coactiva y mucha astucia para deslizarse por los
vericuetos de un sistema infernalmente corrupto, jurando lealtad al
socialismo.

Esa gente, huelga anotar, no padecen los bajos ingresos que, según el
General/Presidente, sufren todos los cubanos. Pues son los ganadores de
un botín levantado sobre el trabajo, las expectativas frustradas y el
peligroso resentimiento de millones de personas de varias generaciones.

A quienes nuestros economistas llaman sencillamente los perdedores.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/todos-no-general-todos-no-278856

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