viernes, 24 de agosto de 2012

La otra cara de Cuba

Mundo | 23/08/2012

La otra cara de Cuba

La llamada "economía informal" trae a cuba desde Miami, Panamá y España
toda clase de productos en contenedores. El líder de la Nueva Revolución
Capitalista en Cuba es Roberto, un eufemismo cubano para aludir a
objetos robados. Después de medio siglo de socialismo, los cubanos
descubren que sólo pueden aspirar al empobrecimiento ilícito
MARIO SZICHMAN

Si el pueblo venezolano tiene paciencia y cree que medio siglo no es
nada, en otro medio siglo de experimentos socialistas en Venezuela podrá
observar cómo se retorna a cuentagotas hacia el capitalismo. Pero a un
capitalismo con sueldos de hambre.

La mejor ventana es Cuba, separada de Venezuela por el mar de la
felicidad. El gobierno presidido por Raúl Castro ha decidido darle un
respiro al Estado y permitir que la empresa privada ponga de pie una
economía al borde de un ataque de nervios. Pero, como es bien sabido,
resulta más fácil matar a un elefante que resucitar a una hormiga.

REFORMANDO LAS REFORMAS
El retorno de Cuba a un sistema de capitalismo (estatal) recuerda la
tortura china de la gota de agua. Todo es lento, todo es exasperante, y
la única garantía real es que recién cuando concluya la tortura el
prisionero podrá pasar a mejor vida. La intención del gobierno de La
Habana es reducir la burocracia y conseguir que la empresa privada
controle casi la mitad de la producción nacional.

Pero los números no lucen muy bien. Desde que el gobierno de Cuba
permitió a los ciudadanos abrir negocios a fines de 2010, dijo The New
York Times , casi un cuarto de millón de personas han comenzado a
trabajar por su cuenta, abriendo restaurantes, loncherías y otros
negocios al por menor.

En total, se estima que 387.000 cubanos trabajan en el denominado sector
privado, una denominación que hace justicia a las tareas, pues ese
sector suele estar privado de suministros y de incentivos. Pero ocurre
que la población cubana asciende a 11 millones de personas. Y que el
gobierno aspira a que en cinco años, un 40 por ciento de la producción
del país recaiga en el sector privado. Una demostración de lo difícil de
hacer esa conversión es ver las cifras que maneja el gobierno, y
confrontarlas con las cifras reales.

En abril pasado, Esteban Lazo Hernández, vicepresidente del Consejo de
Estado de Cuba, dijo que en el curso de cinco años la producción del
sector privado pasará, del actual cinco por ciento, a entre un 40 y un
45 por ciento. Pero para eso, millones de cubanos deberán abandonar el
sector estatal. Y eso no está ocurriendo. Para este año, el gobierno
proyectaba añadir 240.000 empleos en el sector privado. Sin embargo, en
la primera mitad del 2012, sólo 24.000 personas solicitaron licencias
para trabajar por su cuenta.

ROBERTO ES EL LÍDER
La mayoría de los negocios por cuenta propia que han abierto los cubanos
funcionan en casas, o en las puertas de viviendas. Y algunos proveedores
no son muy confiables, pues muchas veces le están esquivando el cuerpo a
la justicia, y cuando caen presos, la cadena de suministros sufre.

The New York Times citó un modelo de negocio capitalista al estilo
cubano. Un hombre, que pidió no ser identificado, abrió una lonchería en
un barrio de La Habana, donde sirve hamburguesas. El pan para la
hamburguesa se lo provee el empleado no identificado de una panadería
estatal que los hurta cuando su jefe está distraído. Y la carne de la
hamburguesa se la vende un amigo no identificado que debe creer que la
propiedad privada es un robo, y por lo tanto, hace justicia
revolucionaria sustrayendo carne molida de otro empleador.

En realidad, el líder de la Nueva Revolución Capitalista en Cuba parece
ser Roberto, un eufemismo cubano para aludir a objetos robados. Y
aquellos que desean actuar de manera honesta, tampoco reciben muchos
incentivos. Por ejemplo, Amarilis Albite, una estudiante de
contabilidad, abrió una lonchería en su casa, en un suburbio de La
Habana. El negocio parece funcionar bien, pero los problemas para
conseguir algo del Estado empiezan a parecerse a los de Venezuela. La
señorita Albite pidió un préstamo en un banco para comprar una nevera
que costaba 700 dólares.

Finalmente, tuvo que renunciar a la solicitud porque el banco le exigía
dos garantes. Y cada uno de ellos debía dejar en el banco la suma total
del préstamo, hasta que Albite cancelara la deuda. Para Albite, el
gobierno ha permitido que la gente se dedique a la iniciativa privada
con el único propósito de que pueda sobrevivir. "Pero no creo que nadie
pueda hacerse rico de esta manera", añadió. Pues la riqueza personal
huele a capitalismo.

CUBA IMITA A VENEZUELA
Cualquier persona que viaje a Venezuela, tropezará con enormes colas de
venezolanos que traen productos a su tierra. Cualquier clase de
productos, porque a excepción del petróleo, Venezuela todo lo importa.

Maletas del tamaño de neveras, bolsas de lona en que podría dormir
tranquilamente un jugador de básquetbol, cajas de la altura de una
persona, son el aditamento indispensable de todo turista venezolano que
se precie.

Lo mismo está ocurriendo ahora en Cuba. La llamada "economía informal"
trae a Cuba desde Miami, Panamá, Ecuador y España, toda clase de
productos en contenedores que caben en la bodega de un avión. Los
cubanos han conseguido que familiares, amigos, y mulas, les traigan
desde comida hasta iPhones. Emilio Morales, presidente del Havana
Consulting Group, con sede en Miami, calculó que ese comercio paralelo
asciende a mil millones de dólares al año.

Pero ahora, el gobierno cubano, alarmado ante esa avalancha de
mercancía, y ansioso por conseguir algo de dinero para lidiar con una
economía en ruinas, anunció que a partir de septiembre piensa cobrar un
100 por ciento de impuestos al ingreso de esos productos. Y eso
seguramente afectará los ingresos de las personas que se dedican a la
actividad privada.

EL OTRO LADO DEL MAR DE LA FELICIDAD
Tras medio siglo de una economía voluntarista, los cubanos descubren que
si bien expropiar es fácil, y meter presos a los especuladores no
requiere de mucho ingenio, hacer funcionar el aparato productivo
requiere know how, saber cómo hacerlo. Pese a todas las hurras que se
dediquen a Fidel, las gallinas no pondrán más huevos, las plantas
eléctricas no producirán más electricidad, ni los servicios públicos
mejorarán sin una infraestructura conveniente. El mejor de los
comisarios políticos no podrá suplantar al más mediocre de los
tecnócratas, al menos cuando se trata de aumentar la producción o de
mejorar las formas de explotar la riqueza.

http://www.talcualdigital.com/Nota/visor.aspx?id=75189&tipo=AVA

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