viernes, 24 de mayo de 2013

Cuba y las perspectivas del cambio

Publicado el jueves, 05.23.13



Cuba y las perspectivas del cambio

Ariel Hidalgo



La presencia de las Damas de Blanco y otras figuras de la disidencia

interna en la Torre de la Libertad de Miami el pasado 20 de mayo, día

conmemorativo de la independencia de Cuba, fue como una verdadera fiesta

de libertad y marca la nueva tónica de los tiempos tras la apertura a

los viajes –varios líderes disidentes se encuentran en este momento de

visita en el exterior del país–, que se suma a otras medidas semejantes

del raulismo, como libertades al cuentapropismo, a la compraventa de

autos y casas, usufructo de tierras, cooperativización de algunas ramas

empresariales de pequeñas unidades y limitación a los períodos de altos

cargos del Estado (a lo que se añade el nombramiento de Díaz-Canel como

supuesta prueba de relevo generacional).



No obstante, las medidas parecen tener el propósito de abrir válvulas de

escape al descontento general, pues son timoratas, insuficientes y

tardías, y el modelo sigue siendo el mismo: el monopolio estatal sobre

la mayoría de las empresas, las finanzas, el comercio exterior, y los

principales medios de difusión. El gobierno continúa pagando a los

trabajadores, jornales en una moneda devaluada –un salario medio mensual

de 455 pesos cubanos según datos de junio del 2011 de la Oficina

Nacional de Estadísticas, equivalente a 18 dólares mensuales–, mientras

les cobra en tiendas de divisas la mayoría de los productos de primera

necesidad con otra moneda que vale 25 veces más, lo que significa que el

trabajador percibe un salario real de extrema pobreza, uno de los más

bajos del mundo. Y luego se asombran cuando algún deportista o un grupo

de bailarines de ballet, decide quedarse durante algún viaje al

exterior. El argumento para justificar ese bajo salario era que se

compensaba con los subsidios del Estado en el sector público, como la

educación, la atención médica y los bajos precios de los productos de la

libreta de racionamiento –servicios que constituían la única razón para

sostener la existencia de una sociedad socialista–, pero el deterioro y

los recortes de estos servicios se han ido afectando tanto

paulatinamente que el argumento ya no es convincente.



Por otra parte las aperturas no se realizan sustituyendo unos

funcionarios por otros, pues todos saben que son nominados para seguir

estrictamente las pautas marcadas por los "providenciales" líderes. El

sistema electoral, proclamado por la dirigencia como "el más democrático

del mundo", parece más bien una burla, pues mientras los funcionarios

centrales y provinciales designan a los candidatos a diputados de la

Asamblea Nacional, estos diputados son los que eligen a esos mismos

funcionarios, lo cual significa que los dirigentes del partido-Estado no

los elige el pueblo sino que son ellos los que se eligen a sí mismos.



Todo lo anterior significa que la actual política es la de hacer cambios

para no tener que cambiar nada y para amortiguar con falsas

expectativas, la desesperanza general, fuente de posibles explosiones de

protestas que si bien hasta ahora "nunca rebasan los límites del

barrio", esto podría cambiar con el gradual acceso de gran parte de la

población a la moderna tecnología de las comunicaciones. Mientras tanto,

la burocracia permanece agazapada en espera de heredar altos cargos que,

por razones biológicas, quedarán vacantes más pronto que tarde para

luego sumir al país en un pantano de corrupción.



Pero el que la máxima aspiración del ciudadano promedio siga siendo la

emigración significa que no abriga esperanza alguna de cambios reales,

ni de la clase dirigente, ni en una disidencia acorralada por la

represión en los rincones marginales de la sociedad, ni en los

intelectuales de la llamada Nueva Izquierda Cubana, excluida de los

medios oficiales.



La opción ideal –y posible– sería la conformación de una amplia

plataforma cívica integrada por todo el espectro social y político

favorable al cambio democrático que ponga rieles a ese tren que ya se

nos viene encima rugiendo y humeando por la selva, pero ni la disidencia

está preparada para esto, más interesada –con pocas excepciones–, en

atraerse el apoyo de los grupos políticos del exilio que conquistar, con

un discurso más a tono con la realidad, el respaldo de la ciudadanía; ni

la nueva izquierda, con un discurso más coherente, pero incapaz de

conformar una fuerza unida e influyente por su estancamiento en lo que

uno de sus protagonistas ha llamado "diálogo de sordos" entre sus dos

vertientes: socialistas democráticos y libertarios. Es preciso derribar

barreras de prejuicios y anteponer lo más importante antes de que las

ruedas de ese tren nos pasen por encima.



Infoburo@aol.com



http://www.elnuevoherald.com/2013/05/23/1483051/ariel-hidalgo-cuba-y-las-perspectivas.html

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