jueves, 30 de mayo de 2013

El dinero falso y el carné de identidad

El dinero falso y el carné de identidad

mayo 29, 2013

Vicente Morín Aguado



HAVANA TIMES — El bodeguero de mi cuadra, hombre querido por todos, ha

puesto un aviso: "Se advierte que si vienen a comprar con billetes de a

cincuenta o a cien, deben presentarme el carné de identidad. No hago

excepciones."



Averiguando, supe que al hombre lo estafaron con uno "de a cien", parte

de una auténtica invasión de moneda falsa que está atacando La Habana.

Una vecina comenta: Todavía no han dado con la fábrica, pero son

maestros, papel contra papel, bueno o malo, casi es imposible detectar

uno del otro.



Me alarmo, creyendo que se trata de una orientación del Ministerio de

Comercio Interior, pero otros dependientes me aclaran: Nada profesor, no

existe tal orden, eso es una payasada de tu bodeguero.



Dejo a la compañera en la plaza de Cuatro Caminos y voy hasta la muy

popular cafetería La Segunda Estrella, donde mi amigo Mario, con largos

años tras un mostrador, me aclara: "Los billetes son igualitos, con la

raya de seguridad".



Pregunté, ¿se ve la figura del mártir a trasluz? "Se nota Vicente,

solamente cuando te mojas los dedos, al tocar el papel, este se destiñe

y sabes que es falso. ¡Figúrate, tu bodeguero necesitará un recipiente

con agua y paciencia para comprobarlos uno a uno!"



Bueno, no es para tanto, digo yo en mi pensamiento, porque no son muchos

los compradores en una bodega y menos con esas denominaciones de

cincuenta y cien. Claro, a mi bodeguero le duele la estafa, por su

propio bolsillo y por los años sirviendo a sus vecinos en el barrio. Mi

reflexión camina hacia el asunto del carné de identidad, pues nadie,

digo las autoridades competentes, dictaron orden alguna al respecto.



En Cuba es común, además de obligatorio, portar un documento de

identificación personal, creado por el estado, como medio de control

sobre cada ciudadano. La policía puede solicitártelo, y lo hace a

discreción, cada vez que le parezca oportuno.



De no llevarlo encima está permitido conducirte hasta una unidad

policial, multarte y dejarte detenido hasta la determinación final de tu

identidad y, por supuesto, la presentación del carné.



Décadas atrás los cubanos aceptamos esta ley como buena, sin preveer

futuras consecuencias. Éramos muy confiados hacia la dirección de

nuestro gobierno. Confiados éramos en esto y muchas otras cosas más. Al

paso de los años vienen las consecuencias.



Ahora el susodicho documento personal es solicitado por cualquier

pequeño cacique de una entidad cuyos servicios suelen ser bien

apreciados, lo cual obliga a presentarlo so pena de no recibir la

atención que merecemos.



Por ejemplo, vas al Palacio de la Computación para adquirir la última

actualización de un antivirus y, si no presentas el carné, nada

obtendrás. Lo mismo sucede al guardar el bolso antes de entrar en una

tienda o si vienes por la calle conversando con un extranjero.



El enredo entre dinero y carné viene de los años noventa, cuando se

dolarizó el país al concurrir la moneda americana con la nuestra en el

mercado nacional. Si pagabas con un billete verde de cincuenta o cien,

era obligatorio tomar la numeración del papel moneda estadounidense

junto a los datos personales del poseedor del eventual comprador.



El colmo es que los administradores de muy diversas unidades de los

servicios, establecen la máxima a voluntad propia: A este paso, tendré

que cambiar el carné dentro de poco, pues de tanta manipulación, el

plasticado se deteriora y ahorita si me lo piden en el banco o en la

policía, donde en verdad es necesario, me negarán el servicio o me

multarán con razón, por falta de confiabilidad.



Ahora el susodicho documento personal es solicitado por cualquier

pequeño cacique de una entidad cuyos servicios suelen ser bien

apreciados, lo cual obliga a presentarlo so pena de no recibir la

atención que merecemos.



Esta última opinión de otro vecino preocupado me conduce al final de

este reportaje, que es como el comienzo de nuestra historia, porque

según publicó la prensa, durante el presente año será renovado el

Documento de Identidad Personal de todos los cubanos, conocido como CI,

por un nuevo carné de alta seguridad en su impresión y fácil manejo en

cuanto a la comprobación de los datos.



Entre tanto, la calle sigue en llamas, esperando por un orden que no

acaba de llegar. Ayer bajé por Monte, desde el Parque de la Fraternidad,

agobiado por el calor de un verano adelantado. Veo una cervecera, de

esas llamadas aquí dispensadas y pido un vaso, la sorpresa fue cuando el

dependiente, un joven de esos llamados "indios" entre nosotros, me dice:

Tío, necesito su carné de identidad, ¿Por qué?-le pregunto asombrado-

pues porque el local está lleno, la gente se pierde y se llevan los

vasos, comprados con mi dinero. ¡Si se pierden los vasos mañana no puedo

trabajar!



Es decir, el muchacho, sin mal trato en lo personal, reclamaba sus

copas, compradas por él, con el CI como garantía de devolución. Lo miré

dos veces y continué mi camino contrariado. A decir verdad, me llamó,

tal vez considerando mi edad, para ofrecerme alguna variante aceptable a

mis 56 años. Agradecí el gesto, reí, pagué la cerveza y le ofrecí una

USB Flash como prenda de mi buena conducta.



Cuando bebía el primer sorbo, alguien cercano me dijo: Puro, ¡UD está

escapao! En Cuba es un sinónimo de inusual y efectiva respuesta a una

situación fuera de lo común.



Nada, que aquí, entre la identidad y la falsedad, seguimos enredados.

—–



Vicente Morín Aguado: morfamily@correodecuba.cu



http://www.havanatimes.org/sp/?p=85835

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