miércoles, 30 de octubre de 2013

Una cueva irreductible

Una cueva irreductible

Martes, Octubre 29, 2013 | Por Reinaldo Emilio Cosano Alén



LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org - Miles de compradores

obstruyen la avenida principal y calles accesorias diariamente en busca

de artículos que no encuentran en otra parte. O demasiado caros. Mercado

con características únicas afincado en el municipio habanero San Miguel

del Padrón.



Llegan a La Cuevita -trasunto de mercado mayorista- hasta de provincias

más lejanas para comprar a buen precio y revender. Mercado mayorista que

Papá Estado prometió a los trabajadores independientes pero no cumplió.



Maikel Rodríguez, de Regla, preguntó si el balde de plástico era fuerte.

El vendedor lanzó el cubo gomoso contra el pavimento mientras decía ante

miradas atónitas: "¡Este cubo no se rompe y más barato que los del

estado, enseguida se rompen!" Sorprendente propaganda.



Cubos y muchos otros artículos de plástico, madera, hojalata, aluminio,

piezas de autos, motos, lavadoras, artículos, perfumería, alimentos

enlatados, vinos, salen de fabriquitas generalmente clandestinas o son

de importación.



María Mir, de Guanabo, necesitaba perchas la para la ropa de su

nietecito. "No hay en ninguna tienda de La Habana. Las encontré en La

Cuevita, más baratas, de mejor calidad, en muchos diseños y colores ¡tan

bien imitadas que ni los chinos! Quedé impresionada por la cantidad de

personas, mucho más que en el bulevar de Obispo, en La Habana Vieja,

hasta extranjeros. Sobre la procedencia de algunas cosas, mejor no

averiguar. Noté gran compenetración entre vendedores. Si alguno no tiene

lo que buscas te indican a cuál dirigirte. O encargarlo para otro día.

¡Y qué cortesía, buenos modales! ¡Da gusto! La generalidad de

trabajadores estatales no tienen tan buen trato".



La Alarma se dispara al grito "¡Agua! ¡Agua!" Cada negocio, vivienda,

recoveco, zaguán, pasadizo, túnel por donde escapar de inspectores y

policías o esconder mercancías non sancta se convierte en catacumba romana.



La Cuevita es un mercado tolerado porque el gobierno no lo ha podido

exterminar. Muchos poseen licencia, otros venden escondidos. La policía

les tiende cercos, inspectores registran, multan, decomisan. Parece

magia con qué prontitud recogen las mercancías en sus grandes gusanos

(bolsos) y desaparecen. Si los detienen suelen comentar entre ellos:

"¡Esperemos a que baje la marea para volver!" Estos "merolicos" (nombre

tomado de una teleserie mexicana) viven de susto en susto y no siempre

se libran del azote de policías e inspectores extorsionadores. "No

quisiéramos evadir el fisco, pero no tenemos fondos para compra y

revender, pagar impuestos, enfrentar a inspectores corruptos".



El profesor Carlos Ortega, de Alamar, ahora trabajador particular,

opina: "Los cuentapropista de La Cuevita tienen sorprendente

organización. Todos se ayudan. Es admirable cómo crearon un mercado

autónomo y se mantienen con buenos precios y surtido a pesar de las

cacerías. La Cuevita es modelo de economía de mercado a escala

liliputiense. Presenta los fundamentos de competencia y economía liberal

desaparecidos en 1958. Me atrevo a comparar a La Cuevita con el espíritu

industrioso de las comunidades judías. Llevan el comercio en la sangre y

así crearon su país".



Me acerco a una mesa con cintos, carteras, chalecos, mochilas grandes,

suvenires, de piel. El vendedor pondera virtudes de su mercancía, habla

seguido para no darme chance a mirar al puesto al lado también con

artículos de piel. Palpo un cinturón. "¡Es de cerdo!", explica y hace un

guiño de inteligencia. Con tono cómplice añade: "Los verdaderos de cuero

de res los escondo cerca. Cuestan un poquito más, pero duran muchísimo.

Tenemos estrictamente prohibido confeccionar y vender artículos de piel

vacuna. ¿Ve? Ni podemos comer un bistec, ni tomar leche, ni usar un buen

cinturón".



"La mayoría nació y vive en ese barrio marginal con más de medio siglo

dedicado a mercadear. Aprenden el oficio desde niños. Llevan el comercio

en la sangre. Hay que ir a La Cuevita para apreciar cuánto han logrado a

través de los años a pesar de persecuciones, operativos militares,

decomisos. El gobierno no ha podido eliminar el centro comercial

informal más grande de Cuba", afirma Ortega.



¡La Cuevita es irreductible!



(Fin)



cosanoalen@yahoo.com



Source: "Una cueva irreductible | Cubanet" -

http://www.cubanet.org/?p=52061

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