miércoles, 8 de octubre de 2014

Regaños y críticas nada más

Regaños y críticas nada más
[08-10-2014 10:24:43]
Aimée Cabrera
Corresponsal

(www.miscelaneasdecuba.net).- Cada día, tarda más en salir a la venta la
revista Bohemia. Fundada en 1908 y con una frecuencia semanal, tuvo como
colaboradores a grandes del periodismo cubano. En la actualidad aparece
en venta en los estanquillos al precio de un peso pero venden pocas
cantidades, por lo que solo se puede adquirir a cinco, cuando los
revendedores la ofertan cada mes.
Aún hay quienes sienten nostalgia por leerla, aunque el grosor y lo
atractivo de los temas hayan mermado. La correspondiente al 5 de
septiembre tiene el reportaje ¿Banderas nada más? de Luis Toledo Sande,
a propósito del uso de ropas, calzados y otros accesorios que distinguen
a las banderas de otros países.

Por supuesto que la crítica no se hace esperar, debido a que se ven por
las calles, muchos atuendos con las banderas de los Estados Unidos de
América y el Reino Unido, dándole el comunicador un sentido
político-ideológico a lo que no puede llamarse moda pero sí está alejada
de los intereses del gobierno y estado nacionales.

El cubano medio era distinguido en el área y en el mundo por el buen
vestir y preferían ir a un sastre los hombres o a una modista las
mujeres, para que les confeccionaran sus ropas. El estrato social era
decisivo, pero siempre había un familiar con una máquina de coser que se
encargaba del resto.

Porque quienes vivieron en la Cuba antes de 1959 no tenían que ser ricos
para vestirse con gusto. Las vidrieras de la tienda "El Encanto" en la
calle Galiano exhibían exclusividades. Las modistas iban y, con mucho
cuidado copiaban los diseños a los que tenían que hacerle modificaciones.

La ropa que se traía de Estados Unidos era práctica y bonita pero se
usaba para momentos informales. La canastilla se hacía a mano y famosa
era una tienda en la avenida Prado a la que iban a comprar o a mandarlas
a hacer, clientes adinerados y foráneos.

Los más pobres se contentaban con par de mudas de ropa para las faenas y
otra para estar en la casa pero había una ropa "del domingo" que era
para ir a la iglesia o llegar lo mejor posible y presentable a cualquier
actividad fuera de las rutinarias.

Con la llegada del año 1959 todo cambió. En el acto, las medidas tomadas
no fueron para brindar equidad sino para controlarlo todo en absoluto.
La sanción económica no tardó en aparecer y Cuba aislada en su condición
de Isla, dejó de ser un país de prosperidad y buenas prácticas como las
del vestir.

Tratar de mantener estos cánones era un rezago pequeño-burgués y, la
imposición de la libreta de la tienda por más de tres décadas fue un
dislate; la misma tenía cupones numerados, del 1 al 4 eran los
destinados para comprar un metro de tejido por cada uno o una pieza de
ropa. Por unas casillas que aparecían agrupadas al frente se podía
obtener elástico, hilo, botones o zippers, a escoger solo un tipo.

Existían las modistas y lo sastres particulares y el atelier estatal con
similar fin, en el que en ocasiones, se podía seleccionar alguna tela,
como sucedía con las confecciones masculinas. Los diseños los
proporcionaban las revistas "Romances" y "Mujeres", después solo quedó
la última y, si se tenía la suerte de compararlos con los de las
revistas capitalistas o que pasaran un filme reciente (no de los
socialistas) en el cine era indudable que no correspondían.

Los jóvenes sufrían porque querían vestir bien y a la moda pero era muy
difícil. Muy pocas personas viajaban al extranjero para estudiar y
trabajar; casi ninguna salía a visitar familiares y menos probable era
recibir un paquete con ropas y zapatos adecuados. Vestirse es una
necesidad del ser humano, por lo que el cubano comenzó a hacerlo a como
pudiera.

Telas de kaki horrendas para faldas y pantalones de uniformes o de
ciertas labores, botas cañeras para los hombres, zapatos duros y feos
para las mujeres, sin exceptuar los de la peletería "Primor" en la calle
Belascoaín que se les ofertaban a las que cumplían 15 años, para los
varones las propuestas eran peores o nulas.

Los zapatos plásticos que dieron en centros de trabajo y estudio por los
años 70 provocaron enfermedades en la piel y alergias a quienes osaron
usarlos. Más adelante quedaron solo para los uniformes de las
secundarias y preuniversitarios que radicaban en el campo, a los que
tenían que asistir obligados los adolescentes que residían en la capital
y otras ciudades. La única forma de "zafarse" de los "Kikos plásticos"
era presentar un certificado médico y ponerse "los colegiales" o
"paquetetumbos" muy feos igual, pero que no dañaban la piel.

Y de nuevo con la libreta de la tienda, las telas de lástex eran de
dobles anchos horribles y calurosos. Nadie en el mundo las usaba y como
castigo humillante eran las únicas que estaban al alcance de la
población. Había barcos mercantes capitalistas cuyos tripulantes vendían
mercancía por cantidades a los revendedores que se exponían a ir presos
por tenencia de dólares y de productos "del imperio".

Así fue como los menos, pudieron hacerse de un bluejeans marca Lee o
Levy cuando dar 150 o 160 pesos eran cifras superiores al salario medio,
así como pagar caras otras prendas de vestir. Otras modalidades nada
económicas aparecieron en la feria de la Plaza de la Catedral hace una
treintena de años, como las ofertas de ropas y calzados artesanales, las
cuales lucían mejores que las confecciones importadas por los países
socialistas que vendieron algunas tiendas conocidas como del "Mercado
Paralelo", de manera liberada.

La juventud, de por sí es linda pero esa fue su única característica,
por aquellos tiempos en que, había más escasez y asedio que ahora. En
cuanto tuvieron la oportunidad de emigrar lo hicieron, aunque la mayoría
lo logró sin el brío de sus mejores años. Las fotos de los quince, las
bodas y otros eventos dan fe de cuán complicado era seguir la moda en
décadas anteriores.

Cómo es posible entonces, que se dediquen 4 hojas de la Bohemia para
criticar a los que se ponen zapatillas con la bandera del Reino Unido,
llevan camisetas con la bandera americana o cuelgan en sus autos, las
del equipo preferido de fútbol. A quién puede importarle, se preguntarán
muchos, pero los comisarios están ahí, prestos a desempolvar todo lo
obsoleto que ha llevado a Cuba a la ruina total.

Con todos estos antecedentes y los no mencionados, solo queda ser
tolerante y no acosar a los que visten de una u otra forma. Basta con
que estén limpios en esta década de pandemias tropicales. Vuelve el buen
vestir para una minoría selecta, que paga precios que superan dos y tres
veces el salario de cualquier profesional destacado por su nivel de
capacitación. El resto tiene que contentarse con ponerse lo que esté al
alcance de su bolsillo, si acaso.

Source: Regaños y críticas nada más - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5434f4cb3a682e0ba49bb6da#.VDUUmPmSxHE

No hay comentarios:

Publicar un comentario