sábado, 8 de noviembre de 2014

El profesionalismo es bueno solo si lo controla el Estado

El profesionalismo es bueno solo si lo controla el Estado
IVÁN GARCÍA | La Habana | 8 Nov 2014 - 10:27 am.

El régimen no acaba de entender los nuevos tiempos. El deporte en el
siglo XXI es ante todo una cosa de clubes. Los mejores pueden ser
millonarios.

Cuando no hay argumentos sólidos se acude al panfleto apasionado,
utilizando viejos resortes y una narrativa de la era soviética.

En días recientes, el omnipresente Miguel Díaz-Canel —presunto delfín

castrista que lo mismo tira un pasillo de conga en una asociación yoruba
que ofrece un discurso de clausura en un congreso de periodistas
oficiales— desempolvó una arenga de la etapa de la Guerra Fría a un
grupo de deportistas que asistirán a los próximos Juegos
Centroamericanos y del Caribe, a inaugurarse el 14 de noviembre en
Veracruz, México.

Díaz-Canel no es un pelele cualquiera. Algunas quinielas le otorgan el
cartel de favorito para conducir los destinos de Cuba después que Castro
II se jubile en 2018. Ver para creer.

El hombre se presenta en cualquier acto oficial. Modula su cháchara de
acuerdo a la circunstancia y el momento. Siempre mirando por el
retrovisor la luz verde del ejecutivo y el clan militar, el único
director de orquesta que existe en Cuba.

Es indudable que Díaz-Canel habla mejor que Esteban Lazo o que su jefe,
quien pifia gramaticalmente incluso leyendo sus discursos. Sin embargo,
cuando hay que retomar las peroratas dogmáticas, el tipo no convence.

En su última intervención, Díaz-Canel miraba fijamente el rostro de los
atletas, quizás intentando detectar algún presunto "desertor", mientras
bajaba su anacrónico teque.

El Vicepresidente pidió no dejarse arrullar por los cantos de sirena de
los mercaderes del deporte mundial. Repitió conceptos trillados
referentes al honor, y comparó una cancha con un campo de batalla.
Díaz-Canel volvió al pasado.

Pero los tiempos son otros. Ya no existe la URSS, el dinero del erario
público no alcanza para adiestrar a deportistas de alto rendimiento y
afuera, por jugar en clubes extranjeros, pagan salarios que a veces
superan los seis ceros.

Para analizar de la manera más objetiva un problema determinado, lo
mejor es situarse desde la óptica de quien lo sufre.

Si Díaz-Canel se pusiera en el pellejo de la mayoría de nuestros
deportistas, que viajan en atestados ómnibus urbanos, desayunan café sin
leche y pan sin mantequilla y ganan salarios de obreros, tal vez se
mordería la lengua.

Como todos los ministros en Cuba, Díaz-Canel recibe bolsas de alimentos,
pesos convertibles, auto con chofer, en su casa tiene internet de alta
velocidad y en su televisor puede ver canales satelitales.

No hace cola ni tiene que pensar qué van a almorzar sus hijos al día
siguiente. Es uno más del reducido círculo de burgueses verde olivo con
gimnasio privado y cenas a la carta.

En la otra acera, un deportista debe arreglársela con un salario que
aunque mejorado, es insuficiente para vivir con decoro. Mil pesos en
Cuba alcanzan para comprar viandas, frutas, algo de carne de cerdo y
pagar la luz eléctrica. Eso es lo que gana un atleta desde enero de 2014.

Pero ocurre que al otro lado del Estrecho de la Florida se puede ganar
mucho más. Ya no hablemos de salarios de ensueños al estilo de los de
José Dariel Abreu, Yasiel Puig o Rusney Castillo.

Los extraclases son los menos. Pero se vive con confort jugando en
cualquier liga del Caribe o Asia, incluso de segundo nivel. De eso se
trata. En Cuba, además, está la cuchilla fiscal del régimen, que dispone
y manda lo que debe quedar en las arcas del Estado y lo que pueden
cobrar los deportistas autorizados a competir en el extranjero.

El régimen no acaba de entender los nuevos tiempos. El deporte en el
siglo XXI es ante de todo una cosa de clubes. Los mejores pueden ser
millonarios. El resto gana de acuerdo a su talento y finanzas del equipo
que lo contrata.

Eso no lo puede parar nadie. Un deportista profesional no es un tipo
cualquiera. Debe adiestrarse muchas horas para lograr la maestría, casi
siempre al límite de las capacidades humanas. A los 40 años, en plena
madurez, debe pasar al retiro.

¿Y cómo viven algunas de las estrellas deportivas en la Isla? Los que se
agarraron con maña una "botella", capean el temporal. El resto se las
ingenia, entre el alcohol y contando sus hazañas a quien quiera
escucharlos para escapar del olvido.

En su discurso a los atletas que representarán a Cuba en los
Centroamericanos, Díaz-Canel acusó a los scouts y al capitalismo de robo
de cerebros: el camino más corto y más fácil.

Mientras Díaz-Canel disertaba incongruencias, en el viejo estadio de La
Habana, un grupo de scouts japoneses supervisaba a varios jugadores en
la mira de la liga profesional de béisbol de ese país. Esos buscadores
de talentos son tan profesionales como cualquiera de un club de la MLB.

Sucede que los peloteros que huyen en balsa de goma o yates pagados por
traficantes de personas no tienen la anuencia del Gobierno. El resto sí.
El profesionalismo es bueno si lo puede controlar el Estado. Cobrar su
amplia gabela y administrar a los deportistas. Los otros son apátridas.

De paso, como para frenar cualquier presunta fuga, Díaz-Canel prometió a
los voleibolistas que el régimen estudia la posibilidad de insertarlos
en ligas europeas o sudamericanas.

Hubo aplausos cerrados. Pero Díaz-Canel, los fanáticos y los deportistas
saben que a base de promesas no se puede frenar el éxodo de atletas. El
asunto es más complejo.

Source: El profesionalismo es bueno solo si lo controla el Estado |
Diario de Cuba - http://www.diariodecuba.com/deportes/1415435220_11173.html

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