lunes, 10 de noviembre de 2014

El talón de Aquiles de la inversión extranjera

El talón de Aquiles de la inversión extranjera
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 10 Nov 2014 - 8:29 am.

Los inversores foráneos traerían el capital, los recursos materiales y
las nuevas tecnologías, pero la mano de obra sería cubana.

Cualquier observador medianamente informado sabe que las inversiones
extranjeras son un asunto de vida o muerte para la economía cubana.
Ninguno de los pasos implementados hasta el momento —entrega de tierras
en usufructo, reanimación de las Unidades Básicas de Producción
Cooperativa (UBPC), creación de cooperativas no agropecuarias, y el
otorgamiento de más autonomía a las empresas estatales— han posibilitado
el despegue económico.

Entre los años 2009 y el pasado 2013, el crecimiento de nuestro Producto
Interno Bruto (PIB) se movió en un rango entre el 1,4 y el 3%, cifras
muy bajas si consideramos que la Isla requiere tasas de crecimiento del
6% en adelante para satisfacer las necesidades del país.

A la hora de hallar el porqué de estos débiles crecimientos, casi todos
los especialistas coinciden en un elemento clave: la baja tasa de
inversión que exhibe Cuba. Mientras que algunos países asiáticos —como
China, Corea del Sur y Singapur— invierten entre un 35 y un 45% del PIB
creado, y el promedio en América Latina oscila alrededor del 20%, la
tasa de inversión cubana apenas alcanza un 13 %, según ha reconocido el
propio ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo
Malmierca, en el contexto de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV
2014).

Está claro que no poseemos internamente el capital necesario para hacer
crecer la economía. Por esa razón la Isla se abre al capital foráneo, y
brinda una cartera de más de 246 oportunidades de negocios que cubren
casi todas las ramas de la economía. Algo así como Las venas abiertas de
Cuba, parafraseando al hoy inservible texto del escritor uruguayo
Eduardo Galeano.

Ahora bien, tanto esfuerzo en pos de captar la inversión extranjera
podría verse contrarrestado por las propias inconsecuencias de las
autoridades cubanas. En este caso, una inconsecuencia relacionada con el
escaso incentivo con que cuentan los trabajadores para aumentar los
niveles de producción. Porque los inversores foráneos traerán el
capital, los recursos materiales y las nuevas tecnologías, pero la mano
de obra será cubana. Y esos trabajadores no rendirán lo suficiente si no
se consideran bien retribuidos.

Pongamos por ejemplo el sector de la construcción, que se vincula con el
tema que tratamos si convenimos en que buena parte de las inversiones
incluyen procesos constructivos. Según ha trascendido, muchas
construcciones a lo largo y ancho del país no logran terminarse, o ni
siquiera se comienzan, debido a la falta de constructores. Ninguno de
los sistemas de pago aplicados en ese sector ha satisfecho a los
especialistas, operarios y ayudantes que laboran en esas duras faenas.

Hemos sido testigos en los últimos tiempos de un éxodo de constructores
hacia otros empleos menos rigurosos y mejor remunerados. Incluso, muchos
de ellos han optado por incursionar en el trabajo por cuenta propia. Son
esos albañiles, carpinteros encofradores, plomeros y pintores que buscan
labrarse el futuro por sí mismos. No es casual que los planes anuales de
construcciones estatales en el país queden, como promedio, un 20% por
debajo de lo esperado.

Entonces no hay muchos motivos para pensar que esta situación se
modifique al amparo de los acápites de la nueva Ley de Inversión
Extranjera. Nuestros constructores no verán con buenos ojos que una
entidad empleadora —perteneciente al Gobierno— les pague menos que el
desembolso realmente hecho por los propietarios foráneos para premiar a
sus trabajadores.

Los gobernantes cubanos deben de ser conscientes de que esa forma de
pago a los empleados nacionales que laboren en firmas extranjeras
pudiera convertirse en un obstáculo para el funcionamiento integral de
la referida Ley. Sin embargo, dos razones de mucho peso los instan a
actuar de esa manera. En primer término, por supuesto, el dinero que
dejarán de percibir los trabajadores y que engrosarán las arcas del
Estado. Por otra parte, el hecho de que esos trabajadores seguirán
siendo empleados estatales, y afiliados a los sindicatos oficialistas,
los cuales les continuarán transmitiendo el mensaje de la cúpula del poder.

Source: El talón de Aquiles de la inversión extranjera | Diario de Cuba
- http://www.diariodecuba.com/cuba/1415388189_11172.html

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