lunes, 12 de enero de 2015

El embargo o la “Inmaculada Concepción”

El embargo o la "Inmaculada Concepción"

Con el inicio de la lucha por librarse del dominio español los cubanos
comenzaron a exaltar la intransigencia no como mérito moral, recurso
emotivo y justificación personal, sino como valor político. El error se
ha trasladado a los libros de historia y a la literatura: recorre las
páginas de los textos que se enseñan en la escuela primaria y ha servido
de vocación suicida a unos cuantos insensatos; también a muchos
demagogos para alimentar sus engaños.
Ser intransigente es negarse a transigir, a consentir en parte con lo
que no se cree justo, razonable o verdadero, a fin de acabar con una
diferencia, según el Diccionario de la Real Academia. De acuerdo a la
definición, la intransigencia se acerca a un sinónimo de rectitud:
cuando se transige, se cede, en parte se claudica.
La definición de intransigencia en inglés destaca otro aspecto del
concepto. El intransigente rehúsa el compromiso, rechaza abandonar una
posición o actitud extrema, de acuerdo al diccionario Webster.
Entre ambos aspectos de una misma definición hay un abismo cultural.
Mientras que en español el intransigente es alguien que se niega a
transigir, que se mantiene firme en sus convicciones, en inglés es un
extremista.
La Protesta de Baraguá, llevada a cabo por el general mambí Antonio
Maceo, es la posición intransigente más valorada en la historia de Cuba.
Desde los textos de la época republicana a los manuales implantados tras
el triunfo de Fidel Castro, nadie se ha atrevido a considerarla un gesto
inútil, que prolongó de forma infructuosa una contienda liquidada y que
sólo produjo muertes innecesarias.
Las dos caras de la intransigencia están presentes en la Protesta de
Baraguá. Era digna la actitud de Maceo de negarse a una paz que no
incluyera la independencia y el fin de la esclavitud; insensata su
decisión de continuar la contienda bélica.
La valoración positiva de la intransigencia —paradigma heredado de los
patriotas pero que también se ha utilizado para cubrir de gloria
diversos fracasos políticos y bélicos— se asume desde hace muchos años
con orgullo por un sector del exilio miamense, despreocupado o ignorante
del efecto negativo que la misma ejerce sobre su imagen a los ojos del
resto del país.
Una vez más el debate sobre el embargo ataca a la intransigencia del
exilio por su flanco más débil: el aferrarse irracionalmente a una
estrategia caduca.
La mayoría de las razones actuales para el levantamiento del embargo son
malintencionadas en sus pronunciamientos y lógicas en su práctica.
Detrás de ellas se encuentran intereses comerciales que no solo buscan
vender unos cuantos artículos en la isla.
Tanto Europa como Canadá y México desarrollan una política mercantilista
respecto a Cuba tan criticable o más que el embargo. Sus empresarios han
contado con el apoyo de sus países respectivos, y con las bondades de un
comercio restringido, donde sus productos se pasean libres de la
competencia norteamericana.
Todos estos países le han pagado a Estados Unidos con la misma moneda
que este país aplica en otros mercados, solo que en sentido inverso y
para su propio beneficio. Ahora los comerciantes norteamericanos están
más decididos que antes a no quedar fuera del reparto.
Está claro que los posibles cambios que algunos quieren ver en Cuba -y
de los cuales no hay señal verdadera por ninguna parte- son simples
pretextos. En igual sentido, la falacia de que una mayor entrada de
productos norteamericanos llevará una mayor libertad para Cuba es otra
utopía neoliberal, que tiende a asociar la Coca-Cola con la justicia y
la democracia con los McDonald's. Mentira es también que el pueblo de
Cuba está sufriendo a consecuencia del embargo, y no por un régimen de
probada ineptitud económica.
Pero aferrarse al embargo es batallar a favor de la derrota, algo que
nunca hacen los buenos militares: defender una trinchera que es un
blanco perfecto para el enemigo, desde la cual no se puede lanzar un
ataque y que solo protege un pozo sin agua custodiado por un puñado de
soldados sedientos. Se trata de una herramienta tan poco efectiva para
lograr la libertad de Cuba que no justifica una discusión seria: su
ineficacia ha quedado demostrada por el tiempo; su significado reducido
a un problema de dólares y votos y su valor a una pataleta radial.
Claro que al renunciar a la lucha en favor del embargo el exilio tiene
que pagar un enorme precio emocional: concederle al régimen de los
hermanos Castro su victoria más soñada. Pero aferrarse a un todo o nada,
considerar a la medida algo así como el "Santo Grial", la "Inmaculada
Concepción" o un texto sagrado es perder de vista un objetivo político
en favor de una satisfacción emocional.
Posted by Alejandro Armengol

Source: CUADERNO DE CUBA: El embargo o la "Inmaculada Concepción" -
http://armengol.blogspot.com.es/2015/01/el-embargo-o-la-inmaculada-concepcion.html

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