jueves, 12 de febrero de 2015

Negociar con Maquiavelo

Negociar con Maquiavelo
La tercera ronda de las conversaciones entre Cuba y la Unión Europea
tendrá lugar en La Habana el 4 y el 5 de marzo
REINALDO ESCOBAR, La Habana | Febrero 11, 2015

Cuando el Gobierno de Cuba anunció, el 9 de diciembre, la posposición de
sus conversaciones con la Unión Europea, se especuló que la verdadera
razón radicaba en que la parte cubana no estaba preparada para enfrentar
el tema de los derechos humanos previstos para esa ronda. Se manejó
entonces el pretexto de cierta exposición fotográfica que ofendía la
"sensibilidad revolucionaria", pero casi nadie se lo creyó. Algo más se
ocultaba entre telones. Transcurridos ocho días el misterio quedó
desvelado cuando Barack Obama y Raúl Castro divulgaron al mundo su
compartida intención de restablecer relaciones.

Los negociadores cubanos se sentarán a la mesa con su contraparte
europea en la primera semana de marzo con una inesperada ventaja: la que
les proporcionó el anuncio del 17 de diciembre y que les posibilitará
presumir que ya no dependerán de lo mucho o lo poco que pudiera venir de
la cooperación de la zona euro. Como buenos tramposos al póker,
fanfarronearán de que traen entre sus cartas ocultas el As de oro del
maná dolarizado del Norte, haciendo creer que ya no juegan bajo presión.

Como el que ofrece a dos compradores diferentes la misma mercancía, a
ver quién da más, llevarán alguna lista de presos que podrían
excarcelar, anunciarán sus próximas aperturas económicas y prometerán
cualquier cosa que estén dispuestos a incumplir.

La técnica negociadora del Gobierno cubano descansa en la ambigüedad con
que se enuncia la doctrina de no ceder ni un milímetro en los
principios. Sus pragmáticos interlocutores, ajenos al catecismo
ideológico, no son capaces de adivinar hasta dónde llega el cinismo de
un funcionario que se altera cuando presiente que una inocente
sugerencia "pone en peligro la soberanía de la patria" y apenas sin
pestañear solicita inversiones para la explotación del petróleo o el
usufructo por 90 años de futuros terrenos de golf.

Sorprende la plasticidad de esa intransigencia que no acepta escuchar
una palabra sobre elecciones democráticas, que sostiene la moralidad de
las detenciones arbitrarias, de las golpizas a disidentes, de la
negativa a reconocerle legitimidad a la sociedad civil, mientras le
entrega la comercialización del tabaco y del ron a empresas extranjeras,
y además acepta la explotación del hombre por el hombre en Cuba, siempre
y cuando el explotado sea un cubano y el explotador un extranjero.

Los negociadores cubanos pretenden hacerle creer a su contraparte que el
país merece credibilidad y respeto porque crece y avanza sobre una base
sólida, pero que necesita ser ayudado como una nación en estado de
catástrofe. En algunos asuntos actúan como si tuvieran poderes
omnímodos. No se sienten limitados porque haya un sindicato que les
impida transar en temas salariales o porque el ala ecológica del
Parlamento ponga reparos a una prospección minera en un área protegida.
Mucho menos porque alguna necia cláusula de la Constitución de la
República no encaje bien con lo que se negocia.

¡Ah! Pero no le toquen ese punto de los derechos humanos. Es entonces
cuando levantan la barbilla, fruncen el ceño y crispan los puños... o
quizás no. Tal vez lancen una sonrisita cómplice y hagan un gesto
insinuando que hace falta tener confianza y puede que hasta levanten el
dedo índice disimuladamente, como el que señala impedimentos ajenos a su
voluntad, provenientes de "allá arriba". Luego, lentamente, como si
estuvieran haciendo rebotar una invisible pelota con la palma de la mano
a pocos centímetros de la mesa, indicarán que hay que tener paciencia.
Cerrarán sus portafolios y se levantarán satisfechos, seguros de que han
vuelto a conseguir una magnífica compra de tiempo.

Source: Negociar con Maquiavelo -
http://www.14ymedio.com/opinion/Negociar-Maquiavelo_0_1723627621.html

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