viernes, 13 de febrero de 2015

Nerviosismo en el Palacio de la Revolución

Nerviosismo en el Palacio de la Revolución
No parecen preparados para las nuevas realidades
Eugenio Yáñez, Miami | 12/02/2015 3:28 pm

Después de más de medio siglo denunciando al "imperialismo", los
jerarcas del régimen y sus amanuenses ahora están perdidos en su propia
retórica, que nunca fue demasiado creativa ni original, y no saben
exactamente cómo hablar ni qué decir.
Tras mentir por cincuenta y cinco años es difícil mantener el lenguaje
de siempre cuando "el enemigo" hace pública su intención de no serlo
—nunca lo fue realmente— y se muestra dispuesto a mejores relaciones con
un adversario que está en una situación económica desesperada y sin
perspectivas inmediatas de mejoría.
Por eso el oficialismo en La Habana y toda Cuba balbucea, se enreda, y
pretende inventar historias que no son ni pueden ser. El desconciero es
evidente, aunque quieran disimular y recurran a lenguaje de guapo de
barrio para que no se note el susto. Ante las exageradas expectativas de
la población cubana por los anuncios de Obama, no dicen que el imperio
pretende invadir Cuba para revertir las "conquistas" de la revolución,
sino que EEUU viste nuevos ropajes para lograr los objetivos de siempre,
ahora de manera más elegante y sofisticada. Una especie de asesino de
lujo, "killer" profesional de traje, corbata y guantes, y que no deja
huellas.
A falta de teóricos nacionales creíbles, o de ideólogos con dos dedos de
frente, o extranjeros que lo harían encantados si supieran cómo y no
estuvieran buceando en las venas abiertas de América Latina, el régimen
ha recurrido, en sus órganos de prensa-propaganda, a la ayuda de
personas preparadas que momentáneamente les saquen las castañas del
fuego: un doctor en Historia en un periódico, y en otro el presidente de
la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, que más comprometido con el
régimen no puede estar.
Sin embargo, esos dos señores, con lenguaje culto, tratan de dorar la
píldora y hacer más atractivo el purgante, pero no resultan ni sustrato
teórico ni inspiración para un discurso de burócrata inútil como el de
Machado Ventura, o como el de Marino Murillo, "zar" de pacotilla de la
economía. Mucho menos el de Alejandro Castro Espín con su ridícula
entrevista en Grecia, donde dijo, entre otras linduras, que la economía
de EEUU está en decadencia, haciendo parecer inteligente a su hermana
Mariela por comparación. Los personeros del régimen y los que aspiran a
serlo, o hablan tonterías, como "Alejandrito" en la Acrópolis, o callan,
esperando "orientaciones" de arriba, que no bajan porque allá no saben
qué decir: el nerviosismo es evidente, y el temor paraliza cuando se
convierte en pánico.
De seguro que la nueva generación de esbirros digitales que se mueven
ahora por estas páginas de CUBAENCUENTRO con bastante energía (¿doble
jabita mensual?) después de la desaparición de otros bastante torpes y
dogmáticos —aunque los actuales no lo son menos— pretenderán posar de
intelectuales de café con leche y desacreditar —a falta de capacidad
para discutir conceptos— a quienes escribimos, acusándonos de agentes
del imperio o asalariados de cualquier institución americana. Y dirán
que los nerviosos somos nosotros: una vez más, utilizan vetusto lenguaje
de guerra fría intentando asesinar reputaciones.
En su lúgubre mentalidad de hombres nuevos que no ven más allá de sus
narices y mucho menos piensan con cabeza propia, consideran que todas
las personas libres tenemos que trabajar para un gobierno y hacer lo que
nos manden, y que no somos capaces de escribir y polemizar por
convicción y no por un puñado de dólares. No entienden que la nuestra sí
es una verdadera batalla de ideas, no la farsa con ese nombre inventada
por quien tú sabes. Es una pena que no aparezcan contrincantes de
talento y antagonistas verdaderos, sino "cuadritos" de la UCI, que por
desodorante, jabón, pasta de dientes y una botella de aceite, continúan
hablando sandeces y vendiendo su alma al diablo. Así que dejemos que los
perros sigan ladrándole a la luna.
Hace unos días se cumplieron 53 años de la Segunda Declaración de La
Habana, uno de los textos más delirantes de Fidel Castro y Ernesto
Guevara. El régimen no tuvo interés en destacarlo. Después de todo, ya
el deber del revolucionario no es hacer la revolución, sino buscar
"fulas", y nadie se sienta en la puerta de su casa a ver pasar el
cadáver del imperialismo, cuando antes vio pasar el del comunismo
mientras los hasta entonces pueblos esclavizados celebraban
jubilosamente esa muerte tan ansiada.
Sin embargo, el inmovilismo en La Habana —y en ciertos sectores de
Miami— no puede ser eterno, pues mientras se debaten entre dudas y
miedos, el mundo no se detiene: las medidas de EEUU hacia la
"normalización" siguen presionando al régimen. Muchas empresas
americanas, no interesadas por derechos humanos ni democracia, se
postran abiertamente ante el dios Mercado y las posibilidades de ganar
dinero negociando con Cuba, y cada vez queda menos tiempo para aceptar
lo evidente y no ser sobrepasado por la historia.
El nerviosismo y el pánico nunca ayudan a pensar de manera clara y
objetiva. Las pasiones exiliares cubanas dijeron desde el primer
momento, y siguen repitiendo hoy, que Obama se rindió ante el régimen
ofreciendo todo a cambio de nada. Sin embargo, casi dos meses después de
los anuncios de diciembre 17, el desconcierto y nerviosismo son mucho
más evidentes en La Habana que en Washington.
Mucho más que dólares y turistas de EEUU, lo que más urgentemente parece
necesitar la dictadura cubana en estos momentos es tilo y meprobamato
para el nerviosismo.

Source: Nerviosismo en el Palacio de la Revolución - Artículos - Opinión
- Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/nerviosismo-en-el-palacio-de-la-revolucion-321894

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