martes, 17 de marzo de 2015

La apertura de Cuba es el fin del modelo, pero no del régimen

Infobae: "La apertura de Cuba es el fin del modelo, pero no del régimen"
Afirmó Manuel Cuesta Morúa. Aclaró que el acuerdo con los Estados Unidos
es también una oportunidad para que la oposición impulse cambios
democráticos

lunes, marzo 16, 2015 | Cubanet

"Nací hace 52 años, después de la revolución. Fui formado por la
revolución cubana. No conozco nada de lo anterior más que por los
libros". De esta forma se presenta Manuel Cuesta Morúa. Historiador y ex
militante comunista, hoy es uno de los referentes de la disidencia al
desempeñarse como vocero del socialdemócrata Arco Progresista, grupo que
integra Espacio Abierto.

Su camino al lado del régimen de Fidel y Raúl Castro duró poco. El día
que Irak invadió a Kuwait en 1991 marcó el punto decisivo de inflexión.
"Me habían enseñado que había que luchar contra los países que
intentaban destruir a otros, apropiarse de sus recursos y pulverizar su
soberanía. Nos habían enseñado que Estados Unidos quería engullirse a
Cuba. Pero no hubo una reacción política del régimen y eso me pareció
una inconsistencia", recuerda.

"Si uno tiene convicciones claras y logra contrastarlas con la realidad,
no es difícil darse cuenta de que lo que dice y ha dicho el discurso
oficial no coincide con lo que está pasando con la realidad", asegura
Cuesta Morúa a Infobae durante su visita a Buenos Aires, adonde viajó
para presentar su libro "Ensayos progresistas desde Cuba", invitado por
Cadal.

Por eso, sostiene que el acuerdo para restablecer las relaciones
diplomáticas con los Estados Unidos rompe con la "narrativa del enemigo
externo" y afirma que es una oportunidad para la oposición que le
permitirá erguirse como una verdadera alternativa democrática, que
introduzca cambios en el país.

A diferencia de otros sectores de la disidencia cubana, usted se mostró
a favor de la normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y
Cuba, ¿qué es lo que destaca?

La narrativa del régimen ha sido muy sólida contra el enemigo externo,
que es Estados Unidos. El peso histórico de Estados Unidos en determinar
en cómo ha sido y cómo podría haber sido el destino del país es muy
fuerte y está metido en las venas. Y sobre esa carga, el gobierno cubano
construyó un enemigo formidable para enmascarar un régimen autoritario.
Este cambio destruye por primera vez en la historia de Cuba la narrativa
del enemigo externo. Para nosotros, los demócratas cubanos, es
fundamental la caída de ese muro narrativo para poder articular ante la
comunidad internacional, en especial América Latina, y ante la
ciudadanía cubana una agenda y un discurso alternativo de cambio
democrático. Este es un momento en que la mayoría del pueblo cubano pide
cambios, de uno u otro matriz. La elite minoritaria sabe que tiene que
cambiar.

¿A qué atribuye la decisión de Raúl Castro de acercarse a este país que
por décadas calificó de enemigo?

Creo que no esperaba que el gobierno de Barack Obama le hiciera una
oferta de esta naturaleza. Y aceptó porque no podía vender a la
comunidad internacional una negativa a no establecer relaciones cuando
la otra parte de su narrativa ha sido quejarse de que Estados Unidos era
quien ponía condiciones y no quería tener relaciones. Tampoco podía ser
vendible la idea de rechazar las negociaciones y seguir denunciando el
embargo norteamericano. No se han negado, pero han tratado de ralentizar
el acercamiento porque no tienen la capacidad para administrar la oferta
norteamericana. Y Estados Unidos quiere el acuerdo antes de la Cumbre de
las Américas, en abril, y el régimen no quiere otorgarle esa victoria.

¿Y del lado de los Estados Unidos?

Hay varias motivaciones. Por un lado, el cansancio con una política que
si bien ayudó a poner de relieve el tema de los derechos humanos en
Cuba, al final no ha tenido el éxito que pretendía. Medio siglo de
fracaso es demasiado tiempo. La segunda razón es un tema estricto de
seguridad nacional. Cuba está en una crisis que se profundiza. La salida
tradicional a las crisis de Cuba ha sido invadir la frontera sur de los
Estados Unidos. Un Estado fallido en el Caribe tan cerca de los Estados
Unidos también es problemático, no solo en lo que respecta a la trata
ilegal de personas, sino también al narcotráfico. Y hay un elemento de
naturaleza geopolítica: las relaciones de EEUU con América Latina
continuaban deteriorándose por la relación con Cuba. Todas esas razones
se unen par que ellos ensayen otro enfoque de acercamiento.

¿Cuál cree que será el impacto de la apertura en el estilo de vida del
pueblo cubano?

Tiene un impacto psicológico, porque entonces los Estados Unidos no son
el enemigo. Un segundo impacto es que van a fluir más reservas de
cubanos hacia sus familiares en el país. Eso también ayuda a aliviar una
situación difícil, porque la cubana es una economía totalmente
improductiva, con una estructura económica obsoleta. Las expectativas
que se han creado el 17 de diciembre fueron muy altas. El problema es
que el régimen cubano no crea los mecanismos para que fluya coherente y
consistentemente cualquier ayuda y apoyo de los Estados Unidos a los
cubanos. Un caso en discusión ahora mismo es que no hay un mecanismo
para que los particulares cubanos reciban créditos norteamericanos para
emprender en Cuba.

Distintas empresas multinacionales, como Amazon o Netflix, tienen
previsto instalarse en la isla o ya lo hicieron, ¿es el fin del modelo
comunista en Cuba o es una mutación?

Marca el fin del comunismo castrista, aunque el fin de este modelo se
viene produciendo de antes de esta afluencia, de la entrada masiva de la
economía de consumo. Significa el fin del modelo, pero no el fin del
régimen. Son dos cosas distintas. Pero el modelo está herido de muerte.

Ante estos cambios, ¿cuál es su proyección de acá a 10 años?

Tengo un miedo y es que de aquí a 10 años Cuba se convierta en una
provincia autónoma rebelde de la Unión por la falta de visión
estratégica del gobierno cubano. No han pensado un proyecto de país, no
tiene una visión de Estado, solo tiene una visión de poder. Y por eso,
con tal de mantener el poder, puede llegar a permitir que Cuba sea un
apéndice económico de los Estados Unidos si ello les garantiza su poder.
El país, para bien o para mal, no tiene la maldición de las materias
primas porque prácticamente no tiene nada para ofrecer más que servicio
y turismo. Pero podríamos ser una economía abierta, conectada con el
mundo, con Estados Unidos y América Latina; un país que puede
autoabastecerse.

¿Cambió la situación de la disidencia cubana después del 17 de diciembre?

Sí, cambia en dos sentidos clave. El primero es que ya la disidencia en
Cuba se ve obligada esa fase de resistencia para tratar de convertirse
en una opción política. Obliga a un replanteo acerca de cuáles son las
estrategias más apropiadas para lograr la democratización. Cambia
también que ahora debemos legitimarnos tanto dentro como fuera del país
como una propuesta política. La oposición está obligada a redefinirse.
Por otro lado, nos obliga a tratar de trabajar juntos en una sola
dirección productiva. Hasta ahora no hemos estado divididos, pero sí
fragmentados, lo que ha impedido que se presente una propuesta clave.
Actualmente, estamos trabajando para crear una agenda conjunta y
concreta. Hay un nuevo escenario y un nuevo desafío para la oposición en
Cuba.

¿Cómo es ese trabajo de la oposición para una propuesta única?

Un grupo de organizaciones y personalidades estamos ya trabajando en esa
propuesta única y ese mismo grupo está negociando y avanzando con otros
grupos y segmentos. Ese grupo es Espacio Abierto, que es una mesa de
diálogo de diversos actores de la sociedad civil que hemos decidido
juntarnos, consensuar y discutir estrategias comunes.

¿En qué consiste la iniciativa que impulsa de ley electoral y de
legalización de asociaciones de partidos?

La democratización del país debe ser empujada desde la ley y hacia una
ley que se base y fundamente en un Estado de derecho en Cuba. En Espacio
Abierto hemos hablado de la necesidad de reformas constitucionales y
legales, de una manera gradual. Estas son las dos que vamos a impulsar.
La ley de asociaciones de partidos con la que se reconozca la rica
diversidad de las organizaciones de la sociedad civil y a la menos rica
pluralidad de partidos políticos. Ya hay abogados que están trabajando
para presentarla ante la Asamblea Nacional. Y lo segundo es una nueva
ley electoral que refleje esa pluralidad política que se ha vertebrado
ya como parte de la Cuba real, no de la Cuba oficialista.

En 2002, el fallecido disidente Oswaldo Payá y otros sectores
encabezaron una propuesta de reforma similar, el Proyecto Varela, que
fue tratado y rechazado por el Congreso cubano, ¿por qué piensa que será
distinto con esta otra iniciativa?

El Proyecto Varela es un antecedente importante; fue uno de los primeros
movimientos en hablar de la necesidad de reformar la ley electoral.
Partimos de esa herencia y de experiencia. Hemos aprendido cómo se debe
empujar un proyecto de ley electoral. Si uno se atiene a la ley cubana,
recoge 10.000 firmas y lo presenta a la Asamblea, con eso se debería
garantizar que esa propuesta sea discutida. Pero no solo debemos
trabajar en esa cifra legal, sino también en la cifra política, que es
la masa crítica de ciudadanos que necesitamos de apoyo. El Proyecto
Varela fue en otro contexto, pero en el actual el castrismo no puede
desoír las voces de la ciudadanía, ni desentenderse de esta propuesta si
tiene ese apoyo.

En el segundo semestre del año pasado, la oposición denunció una menor
cantidad de detenciones arbitrarias, ¿a qué lo atribuye?

Desde hace un tiempo, el régimen viene tolerando, aunque no siempre, los
encuentros cívicos bajo techo. Pero en ningún caso tolera a aquellos que
creen que se puede reproducir algo así como una primavera árabe en Cuba.
En términos analíticos, la oposición de divide entre quienes creemos que
se puede hacer política en reuniones cívicas, trabajando con la
ciudadanía, y quienes creen que hay que tomar el poder desde las calles.
Las detenciones en este último tiempo están dirigidas a ese grupo. El
régimen tiene un miedo atroz a lo que llaman desestabilización, que no
es más que el cambio.

Agustina Ordoqui aordoqui@infobae.com

Source: Infobae: "La apertura de Cuba es el fin del modelo, pero no del
régimen" | Cubanet -
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