lunes, 20 de abril de 2015

Mercado negro y pequeños empresarios privados

Mercado negro y pequeños empresarios privados
OSMAR LAFFITA ROJAS | La Habana | 20 Abr 2015 - 7:39 am.

El Gobierno no acaba de concederle la tan necesaria autonomía a las
pequeñas empresas privadas.

Para no reconocer la existencia de la pequeña propiedad privada, el
Gobierno cubano llama de manera distorsionada y con el empleo del
metalenguaje "trabajadores por cuenta propia" a las 489.926 personas
que a finales de febrero, amparadas por la resolución 41/2013 del
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), puesta en vigor el 26
de septiembre de 2013, realizaban cualquiera de las 201 actividades que
en dicho instrumento legal están plasmadas.

Sin embargo, los que verdaderamente son "trabajadores por cuenta propia"
son aquellos que, totalmente al margen de las leyes, realizan
actividades comerciales como vendedores ambulantes, trabajadores a
domicilio o en la vía pública. Se dedican a negociar mercancías de
procedencia dudosa, por lo general robadas, y las comercializan sin
ninguna garantía en el mercado negro o informal.

Por la naturaleza centralizada de la economía cubana, en la que no
existen relaciones de mercado y todo está sujeto a la planificación, los
recursos para las empresas vienen fijados por un plan central. Esta es
la causa de que en la mayoría de ellas, las materias primas,
herramientas, equipos, piezas, permanezcan meses y años en los
almacenes, como producto ociosos. Estos recursos ociosos son el caldo
de cultivo para los negocios ilegales y la corrupción. Con ellos se
nutre el mercado negro. Directivos venales de esas empresas se ocupan de
las ventas ilegales de esas mercancías a sujetos adinerados, que al no
poder adquirirlas de manera normal en el mercado porque el Estado no las
comercializa, no vacilan en pagar altas cifras de dinero a estos
delincuentes de cuello blanco.

En el mercado informal o bolsa negra se comercializan las mercancías
que se adquieren de manera ilícita. Este fenómeno no ha dejado de estar
presente en Cuba en los más de 56 años que los actuales gobernantes
llevan en el poder.

La mayoría de los que hoy en Cuba realizan actividades ilegales en el
mercado informal están a la espera de un empleo. No se les puede
catalogar como marginales, y no todos viven en condiciones precarias.
Por lo general, las ganancias que obtienen por sus ventas ilegales
superan ampliamente los 18 dólares mensuales que ganan la mayoría de los
trabajadores cubanos.

Los dueños de restaurantes privados, hostales, cafeterías y pizzerías,
no pueden contratar a los trabajadores que necesitan de entre las
personas que los visitan para solicitarle empleo, como ocurre en la
mayoría de los países. La resolución 41 del Ministerio del Trabajo y
Seguridad Social señala que solo pueden dar empleo en sus pequeños
negocios privados a aquellos que hayan sacado su licencia en la Oficina
de Administración Tributaria (ONAT) del municipio en que residen, en la
categoría de trabajador contratado.

Uno de los males que arrastra como un cáncer el sistema empresarial
cubano es que se continúa con la sobredimensión del subjetivismo y las
utopías, por lo que no se hace hincapié como es debido sobre la
eficiencia económica y la rentabilidad. Por tanto, la productividad
continúa subestimada. Factores políticos e ideológicos son los que priman.

No acaban de concederle la tan necesaria autonomía a las empresas para
que sus trabajadores ganen el salario que realmente se merecen por lo
que producen. Tan negativa situación se reflejó el pasado año en los
pobres resultados del Producto Interno Bruto, que solo llegó a un 1,2%.

El estancamiento de la economía cubana se ha acentuado desde que Raúl
Castro tomó el poder en el año 2008. La economía cubana se ha convertido
en una economía de subsistencia. Los diferentes rubros de la
producción de bienes no se cumplen. Hay un alarmante retroceso del nivel
de vida, y la existencia del cubano es cada día más precaria. Para la
mayoría de la población, alimentarse resulta una odisea, debido a que
los precios de los alimentos son exageradamente altos.

La populista política del pleno empleo fracasó. Para darle empleo a los
casi 1,2 millones de trabajadores que sobraban en las plantillas de las
empresas estatales, Raúl Castro puso en vigor varias resoluciones en que
se liberaba inicialmente de manera bastante restringida los pequeños
negocios privados, lo que luego se flexibilizó.

Al cierre de febrero funcionaban en todo el país, entre pequeños
restaurantes y hostales privados, cerca de 4.500 establecimientos
privados. Solo en los polos turísticos de Trinidad y Viñales están
registradas, con sus licencias correspondientes, 1.063 casas convertidas
en hostales, que tienen a disposición de los turistas 3.517
habitaciones con 7.034 camas. Esta capacidad de hospedaje supera
ampliamente a los grupos hoteleros del Estado, que administran en los
citados polos turísticos 10 hoteles, con 1.063 habitaciones y un total
de 2.126 camas. Esto da una idea de hasta dónde ha penetrado la
actividad privada en el sector turístico.

Pero no existe comercio minorista para que estos pequeños empresarios
compren los insumos que necesitan para poder mantener el normal
funcionamiento de sus negocios. El Gobierno ha ratificado que por el
momento tal paso no se materializará. Al parecer, teme que se consolide
una clase media poderosa e influyente.

Las autoridades son las únicas responsables de que personas honestas
dedicadas a la actividad privada, debidamente autorizadas por la ley,
que cumplen con sus obligaciones tributarias, que le dan empleo a
trabajadores debidamente autorizados por la ONAT, no hayan tenido otra
opción que sumergirse en el sórdido mundo del mercado informal, pactar
con inescrupulosos negociantes para comprarle mercancías de procedencia
dudosa. Al no tener acceso a un comercio mayorista donde adquirir lo que
necesitan, no les ha quedado otra salida que arriesgarse a negociar con
bandoleros.

De cualquier modo, los precios de las mercancías en el mercado negro son
mucho menores que los que tienen que pagar en la red de mercado
minorista, donde de no hacerlo le pueden retirar la licencia.

Como el Gobierno no reconoce a los pequeños empresarios cubanos como
personas jurídicas, no les queda otra salida que arriesgarse y comprar
lo que le oferten por la izquierda. De no hacerlo, los resultados
costo-beneficio serian desfavorables para sus bolsillos.

Todo indica que el Gobierno no tiene por el momento ninguna voluntad de
cambiar esta situación. Prefiere que le roben, que pululen las
ilegalidades y la corrupción antes que autorizar la venta mayorista a
los dueños de pequeños negocios, que a pesar de todas las trabas, han
demostrado ser más eficientes y rentables que el Estado en los sectores
del comercio, la gastronomía y los servicios.

Source: Mercado negro y pequeños empresarios privados | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1429502271_14093.html

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