domingo, 19 de julio de 2015

Marino Murillo, el antifidelista

Marino Murillo, el antifidelista
REINALDO ESCOBAR, La Habana | Julio 18, 2015

Como esos cometas erráticos a los que los astrónomos todavía no le han
medido el pulso, Marino Murillo desaparece y reaparece de la escena
política cubana, generando murmuraciones sobre su truene cuando se
esfuma y expectativas sobre su imparable ascenso cuando retorna.

Dicen los que lo conocieron cuando era director de Economía en el
ministerio de la Industria Alimenticia, que Murillo era el funcionario
que más se esforzaba para que la producción nacional sustituyera
importaciones. Sin embargo, cuando ocupó el cargo de Ministro de
Comercio Interior (2006-2009) fue quien incrementó la comercialización
de bebidas importadas, con la consecuente afectación a la industria
nacional.

Ahora, además de ser ministro de Economía y Planificación, es el miembro
del Buró Político del Partido Comunista que tiene a su cargo la
implementación de los lineamientos del 6º Congreso, o lo que es igual,
es el hombre que lleva el control de las reformas.

Lo que explica Murillo "va a prueba" como dicen los profesores a sus
estudiantes cuando exponen algún detalle significativo de una
asignatura. Y recientemente ha señalado algo revelador a los diputados
de la 8ª legislatura del Parlamento cubano: las empresas cubanas se
rigen por la ley fundamental del capitalismo. Claro que no lo formuló
así, pero para un licenciado en Economía que estudió en la Unión
Soviética, el enunciado de que la ley fundamental del sistema
capitalista es obtener ganancias a través de la plusvalía es algo que se
aprende como un catecismo.

Por eso –y ahora lo cito de memoria–, cuando dijo que el objetivo
fundamental de las empresas (estatales socialistas) era producir, cobrar
y obtener ganancias, estaba como dejando en un segundo plano lo que los
teóricos enuncian como la ley fundamental del sistema socialista que se
expresa en el propósito de "satisfacer las necesidades siempre
crecientes de la población".

No conforme con eso, dos días después se presentó ante los delegados del
10º Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas y allí, luego de aclarar
que el crecimiento de un 4,7% del PIB no tiene aún un reflejo en la
economía doméstica, entiéndase en los estantes y refrigeradores de cada
hogar, sentenció que "para que esto suceda el PIB debe crecer un 5 % o
6 % de manera sostenida por varios años".

Y añadió: "Debemos preocuparnos por crear riquezas, pues las economías
de mejores resultados son las que han podido sostener la producción. El
modelo debe partir de que todos los actores económicos funcionen igual y
no frenar las fuerzas productivas".

Quizás no he estado atento a la evolución del discurso oficial y me he
perdido algo, pero no tengo registrado el momento en que se haya hecho
la autocrítica a lo que en su momento fue el imantado norte de la
brújula revolucionaria: "No es crear conciencia con el dinero o con la
riqueza, sino crear riqueza con conciencia…"(Fidel Castro, discurso
pronunciado el 26 de julio de 1968)

Si eso ha cambiado, Murillo es el que lleva la voz cantante contra el
estribillo fidelista, prueba de eso es que en esta misma alocución
frente a los pichones del Partido, dijo que llegará el momento en que
las personas puedan vivir de su salario, el cual se incrementará en
dependencia de la capacidad de crear riquezas. "Tenemos que hacer
eficiente a la empresa estatal socialista para crear riquezas, lo que se
revertirá en el salario", recalcó por si alguien no lo había entendido.

Murillo tiene toda la razón, aunque se queda corto, o quizás esté
midiendo sus pasos. Lo que no acabo de comprender es por qué este
ministro de Economía no menciona la emulación socialista ni los
estímulos morales… ¿Me habré perdido algo?

Source: Marino Murillo, el antifidelista -
http://www.14ymedio.com/opinion/Marino-Murillo-antifidelista_0_1817818211.html

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