jueves, 27 de agosto de 2015

Esclavos modernos

Esclavos modernos
DANIEL MORCATE

Una consecuencia previsible de la normalización de relaciones entre
Estados Unidos y Cuba será la desvalorización de esos cubanos que hoy
ruedan por el mundo con rumbo incierto. Ya se palpa en el ambiente. Si
Estados Unidos reconoce como legítima a la dinastía de la familia
Castro, razonan otros gobiernos, entonces nosotros no tenemos por qué
tratar con miramientos a los cubanos que nos dan la paliza con eso de
que quieren asilo o refugio. Que regresen por donde vinieron. O que se
marchen con sus plañidos a otra parte. Es lo que les está pasando a más
de mil médicos que "desertaron" de las misiones castristas en Venezuela,
Ecuador y Bolivia y que permanecen varados en Colombia; a centenares de
cubanos en México, donde el padre Alejandro Solinde, tenaz defensor de
los humildes y perseguidos, denuncia que son víctimas de extorsión y
otros maltratos; y a aquellos que prefieren arriesgarse en precarias
embarcaciones por el peligroso Estrecho de La Mona antes que continuar
soportando privaciones en la Isla de la Española.

"Nosotros somos esclavos modernos", dice con amargura la doctora Inalbis
Lao Miniel, una de los médicos encallados en Bogotá. "Somos
profesionales y estamos buscando libertad para ejercer nuestra
profesión", agrega la odontóloga Mara Martínez. Uno de sus raros
defensores, Julio César Alfonso, de Solidaridad sin Fronteras, pone el
dedo en la llaga. "Es muy probable", afirma, "que esto tenga que ver con
las conversaciones entre La Habana y Washington y el acercamiento entre
ambos gobiernos. Es bien sabido que el régimen castrista está haciendo
presión para que se quite el programa (norteamericano) de refugio a
médicos cubanos". Y es bien probable que el gobierno de Estados Unidos
mienta cuando asegura que el problema es solo burocrático, agrego yo.

En estos momentos ser un cubano que escapa de la isla es ser casi nada.
Pero no siempre fue así. Al contrario. Durante décadas de represión y
miseria en Cuba, siempre hubo por lo menos un gobierno, el
norteamericano, dispuesto a mostrar compasión y asistir a los cubanos en
fuga. Y siempre hubo organizaciones y líderes exiliados dispuestos a
auxiliarles, a hacerles llegar ayuda básica para que en ningún momento
dejaran de sentirse personas; y a luchar por su derecho a rehacer sus
vidas en Estados Unidos u otros países. Yo fui uno de esos cubanos que,
cuando llegué a España con mi familia en los setenta, recibí apoyo de
exiliados que nos habían precedido.

Hoy parece haber mermado el celo humanitario de muchos exiliados. Es en
parte el resultado de un destierro que ha durado demasiado. Pero también
pudiera deberse a que algunos en realidad no son o no se sienten
exiliados sino "cubanos del exterior", como los ha bautizado la
propaganda castrista. A menudo la asistencia que dábamos a los recién
escapados de Cuba se canalizaba a través del gobierno norteamericano o
de iglesias. Pero hoy tanto el uno como las otras están demasiado
ocupados haciendo las paces con el régimen de los Castro, ayudando
diligentemente a construir el futuro chino o vietnamita de los cubanos.
Y los compatriotas que ahora influyen sobre nuestro gobierno son "true
believers", gente buena –entre la que tengo amigos– pero fanáticamente
decidida a ver solo el lado rozagante de las nuevas relaciones con La
Habana. Basta con observar cómo celebran como críos cada paladar que
surge en la isla; el más reciente "gesto" del "historiador" de La Habana
Eusebio Leal; o la última boutade cínica de Silvio Rodríguez ("Cuba sí,
yanquis también").

Y sin embargo los cubanos que se saben o se sienten esclavos modernos
merecen mejor suerte y defensa por parte de aquellos que les precedimos
en esa terrible condición. Merecen recibir ayuda material enviada a
través de organizaciones del destierro (aunque los true believers las
acusen de robar); mayores esfuerzos de los legisladores que hemos
escogido (aunque los true believers los acusen de demagogia); y más
apoyo moral y económico de quienes antes pasamos por lo que ellos pasan
(aunque los true believers nos acusen de aferrarnos al pasado). "El
pasado nunca muere, ni siquiera es pasado", dijo Faulkner. Su sentencia
viene como anillo al dedo a la situación de los cubanos.

Siga a Daniel Morcate en Twitter: @dmorca

Source: Esclavos modernos | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/daniel-morcate/article32439552.html

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