jueves, 3 de septiembre de 2015

La ley del más fuerte (y del más astuto)

La ley del más fuerte (y del más astuto)
En Cuba la fórmula parece casi infalible: en cuestiones de trámites,
para lograr tener éxito, es mejor no seguir las vías oficiales
jueves, septiembre 3, 2015 | Ernesto Pérez Chang

LA HABANA, Cuba.- En Cuba la fórmula parece casi infalible: en
cuestiones de trámites y demandas de solución a los problemas, para
lograr tener éxito, es mejor no seguir las vías oficiales porque,
simplemente, "no funcionan y solo sirven para hacerte perder el tiempo",
le oigo decir a Nicolás, un jubilado que hace fila a la entrada de un
Banco en la capital, a la espera de la aprobación de un crédito para
reparar su vivienda. Lleva varios meses en el proceso y, según afirma,
está "a punto de explotarse", es decir, de estallar de ira, porque tal
vez de ese modo logre avanzar en sus propósitos.

"Hay que amenazar, ponerse verde, gritar cuatro barbaridades para que te
atiendan, o inventar un cuento, buscarse un amigo que te ponga la
palanca aquí y allá [que tenga buenos contactos con las esferas de
poder] porque si no nada funciona", explica Nicolás casi a voz en cuello.

Ya sea para obtener un lugar donde vivir, incluso para tramitar una
propiedad o una licencia, para solventar un litigio o para lograr un
crédito bancario, parece ser mucho más recomendable saltarse los
mecanismos establecidos por las instituciones del gobierno y probar por
las vías del soborno, la violencia o del engaño.

Midielsy, residente en el municipio Habana Vieja, lleva más 5 años
litigando contra un familiar que, al igual que ella, reclama una parte
de la vivienda donde viven. Aunque ha gestionado su caso en varias
instancias, no ha conseguido solucionar el conflicto y cada día la
situación empeora. No obstante, una funcionaria de vivienda le ha dado
una idea que pudiera ser la definitiva:

"Todos estos años", dice Midielsy, "he tratado de evitar recurrir a la
violencia, me he limitado a seguir los pasos de la ley y nada, estoy
estancada en el mismo lugar. No hay manera de que alguien la obligue [a
la prima] a irse de la casa. La policía me ha dicho que no está para
eso. Entonces, voy a tener que hacer lo que me dice una amiga que
trabaja en la vivienda, armar un escándalo, darle un piñazo y que venga
la policía, porque es el único modo de que el tribunal la obligue a
hacer un desglose [de la propiedad]. ¿Tú puedes creer eso? Yo soy
pacífica pero lo estoy pensando porque no aguanto más".

En el mismo municipio, Bárbara, una jubilada, nos narra cómo, después
que le negaran varias veces la ayuda, ya que no reunía los requisitos,
finalmente obtuvo un crédito bancario para reparar su vivienda en mal
estado:

"Iba a perder los pies de tantas veces que tuve que ir al Banco. Cuando
no era por un papelito de Seguridad Social, entonces era porque me
faltaba un codeudor. Después me pidieron un papel del centro de trabajo
de mi hijo y otro del CDR [Comité de Defensa de la Revolución]. Tenía
que ir a vivienda y hacer la cola para que me certificaran que mi casa
estaba en malas condiciones, en fin, tenía ganas de ir para el Malecón y
ponerme a gritar como si fuera una loca. Entonces mi vecina me dijo que
fuera al Banco, armara un escándalo y dijera que me iba a quejar al
Consejo de Estado. […] ¿Y qué hice? Me fui [al Banco], arme el
escándalo, después vine para la casa y mi vecina llamó haciéndose pasar
por una secretaria del Consejo de Estado y dijo que yo había sido
combatiente de la Sierra y que había luchado en Girón, yo que le tengo
fobia a todo eso. Al otro día me llamaron del Banco y me hicieron los
papeles en dos minutos. […] Así hice después para conseguir una dieta de
leche en el policlínico. Ya no hago más trámites y hasta me conseguí un
carnet de la Asociación de Combatientes [de la Revolución Cubana].
Ahora, después de vieja, soy combatiente de la Sierra, yo que no sé ni
dónde queda eso".

Los métodos del engaño y la violencia tal vez sean mecanismos de
sobrevivencia que los cubanos han tenido que asumir en los últimos años
y que se aplican en casi todos los ámbitos de la sociedad.

Para el profesor y psicólogo Manuel Fabián Orta, esa pudiera ser una de
las tantas explicaciones al problema: "No me arriesgo a enumerarte las
causas, no porque sean demasiadas sino porque son bien complicadas pero
algo sí es cierto, no es solo la escuela la que enseña eso, esa es una
manera muy fácil de quitarse el problema de arriba. (…) La verdad,
aunque a algunos le duela, es que vivimos en una sociedad donde, durante
cincuenta años, la cosa ha sido de ordeno y mando y aquí se hace lo que
yo digo o si no te corto la cabeza. La gente ha aprendido que ese es el
recurso por excelencia. (…) Es imposible renunciar a esos mecanismos
cuando se tiene la certeza de que nada funciona bien. (…) Entrenamos a
la gente en que la fuerza bruta es efectiva, también la simulación, por
ejemplo, está el director de escuela que amenaza al alumno con acabarle
la vida solo porque no quiere asistir a un acto político. Eso es una
aberración y no nos damos cuenta. Si aceptamos eso, entonces no nos
asombramos con todo lo demás, porque hemos vivido bajo el resorte de la
amenaza".

A diario, numerosas personas en Cuba se ven obligadas a descubrir que el
"ábrete sésamo" de toda cuestión, sea cual fuere, conlleva a una
aceptación de la "ley del más fuerte" (y del más astuto), algo que, al
instalarse en la cotidianeidad, funciona como una especie de cáncer
social que, con los años, desatará otros fenómenos igual de alarmantes o
peores.

Source: La ley del más fuerte (y del más astuto) | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/la-ley-del-mas-fuerte-y-del-mas-astuto/

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