miércoles, 27 de enero de 2016

Un presente sin futuro

Un presente sin futuro
Una población que lucha por sobrevivir, entre el clandestinaje de
labores comunes en otra parte del mundo y la incertidumbre frente a los
designios del Gobierno
Rui Ferreira, La Habana | 26/01/2016 1:01 pm

Alamar es una barriada popular en las afueras de la capital cubana.
Construida en la década de los años 70 a base de promesas y trabajo
voluntario, pretendía ser el inicio de la solución de la crisis
habitacional del país.
Hoy, cuatro décadas después, sus edificios sobreviven con una
arquitectura distorsionada donde la población se ha ido hacinando de la
mejor forma posible en un país donde la permanencia de una ideología ha
sido más apremiante que la comodidad de sus habitantes.
Pero Alamar es también un pulmón latente del sentir y la preocupación
una sociedad en la que cada miembro, por sus características
idiosincráticas, tiene una opinión sobre todo. Y el futuro es
preocupante. Una mañana, hace un par de semanas, un grupo de personas se
concentraba, hacía "cola" como dicen, frente a un pequeño mercado
popular esperando la distribución de la magra porción del racionamiento,
vulgo "la libreta", que todavía intenta igualar las oportunidades
alimenticias de todos pero apenas alcanza para sobrevivir.
Un lugar apropiado para que el visitante extranjero entable conversación
con los vecinos, sobre el sentir popular de la realidad que se vive en
la Isla. La Habana no representa al resto del país, pero es un buen
"mercado" de opiniones.
"¿Nuestro futuro? Pues, será lo que el pueblo quiera, señor", comentó
una anciana, que apenas puede con su alma pero aguanta estoicamente una
fila que puede durar, sencillamente, un par de horas. "El pueblo", en
este caso y en ese lenguaje "codificado" en que los cubanos se han
habituado a hablar con los extranjeros en las últimas cinco décadas,
significa que es lo que el Gobierno realmente desee.
En el primer intercambio, el presente surge como más apremiante que el
futuro. "Los salarios son muy bajos. Apenas nos alcanza y muchas veces
ni alcanzan. Hay que ir por la izquierda, hacer pequeños trabajos y
sobrevivir", explicó "Manuel", un cubano de unos 30 años que pide no ser
identificado por su nombre. Es arquitecto de profesión pero albañil para
complementar su sueldo. Confiesa que dedica más de la mitad de su tiempo
a reparar pequeños desastres en casas particulares que en el taller
gubernamental diseñando o resolviendo necesidades estatales.
También está "Miguel", un técnico de computadoras que trabaja en una
empresa de telecomunicaciones pero que ha montado, con un amigo, un
pequeño taller para reparar computadoras, tabletas y hasta teléfonos
celulares a particulares. Es clandestino. Lo hace así por necesidad
porque, se queja, "los impuestos nos ahogan" y "las licencias no son
fáciles de conseguir".
Como ambos, hay todo un mundo clandestino que intenta seguir vivo ante,
lo que consideran, una incertidumbre de los designios del Gobierno. La
mayoría de estos cubanos, con quienes se logra establecer conversación a
través de una red de discretos contactos, no parece sentirse "orientado"
por lineamientos de futuro. "Esta gente habla en un lenguaje que no
parece ser el de la calle. ¿Qué voy hacer si la vida en la calle es tan
capitalista, que cada uno tiene que sobrevivir por su cuenta?", se
desahogó "Miguel".
El Gobierno, coinciden economistas y sociólogos afines, intenta orientar
a la población pero el lenguaje parece ser el problema. "Mucha gente de
la población no entiende todos esos discursos demasiados intricados,
floridos y complicados. Difíciles de escrutar, ¿entiendes?", preguntó un
profesor universitario jubilado.
En Centro Habana, otro pulmón popular de la capital, la vida discurre
como una ciudadela muy común en Centroamérica. De hecho la capital
cubana resurge más como una ciudad centroamericana que caribeña. Algunas
personas, mayormente mujeres, dueñas de casas y a cargo de sus familias,
sienten que el futuro del país es su propio presente. Al contrario de
muchos otros países, donde un plan de futuro es visto como una hoja de
ruta, aquí no se sabe siquiera qué es una "hoja de ruta", cuando el
visitante introduce el concepto en la conversación.
"No sé qué es eso señor. ¿Futuro? Perdone pero desde que Fidel (Castro)
se fue no escucho a nadie más. Él nos hablaba claro", dijo Yodenis, una
enfermera de un importante hospital, madre soltera de dos hijas, con
ciertas preocupaciones sociales que, en este caso, se restringen a su
familia.
En los "tiempos de Fidel Castro", las explicaciones gubernamentales eran
mucho más claras, coincidieron muchos de los consultados. Hoy día, los
planes e ideas surgen más como conceptos separados del entendimiento
popular y parecen estar dirigidos al exterior, forma de atraer una
inversión monetaria foránea que parece ser la clave del desarrollo, la
transición y el rediseño de la sociedad, pero que no parece accesible al
entendimiento de la población.
"Un aspecto interesante de lo que has descubierto es que, de cierto
modo, la gente se está labrando su futuro y, en cierta medida, el
Gobierno se está quedando atrás. Hay una separación clara entre el
discurso oficial y la percepción popular. Se ha perdido bastante esa red
de protección que la revolución mantuvo por décadas. No, y repito, no y
de ningún modo el Gobierno ha abandonado a la población, pero tampoco ha
sabido explicar bien que esa no es su intención, que no la va
abandonar", señaló el profesor universitario Enrique López Oliva.
No parece serlo. Cuando se plantea la cuestión abiertamente nadie da el
brazo a torcer. "Nuestra vida no sería posible sin nuestro Gobierno",
explicó Carlos Giménez, empleado de comercio pero a la vez un "cuadro
político", dirigente de los Comités de Defensa de la Revolución, cuya
ascendencia sigue vigente en la población, en la cuadra donde vive en
Centro Habana y el único que accedió a hablar abiertamente con el visitante.
"No veo que nuestro futuro sea negativo. Solo espero que sea explicado
mejor. Incluso tengo dificultades en hacerlo a mis hijos. (Pero) soy
optimista", dijo.
Sin embargo, los medios de prensa gubernamentales no lo ayudan. Su
lenguaje sigue siendo tan florido que hasta sus traductores a otros
idiomas tienen dificultad en interpretarlo. "Hay palabras que no
aparecen en ningún diccionario", dijo uno de ellos. Parece que el futuro
actual en la Isla es su propio presente. ¿Qué arrojará el próximo
congreso del partido comunista en abril?
Una versión de este texto aparece en Diario las Américas.

Source: Un presente sin futuro - Artículos - Cuba - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/un-presente-sin-futuro-324678

No hay comentarios:

Publicar un comentario