martes, 23 de agosto de 2016

Coffee three cents

'Coffee three cents'
A propósito del papel del cuadro como columna vertebral de la Revolución
PEDRO CAMPOS, La Habana | Agosto 23, 2016

Cuentapropistas cubanos son echados de locales y espacios de trabajo
contratados con el Estado, sin tener en cuenta las consecuencias para
ellos y violando lo establecido en los "contratos". Recientemente ha
ocurrido en Pinar del Río, según distintas informaciones, a propósito de
la remodelación del bulevar de la ciudad. Pero esto pasa comúnmente en Cuba.

Un caso emblemático ocurrió en un parque habanero cuando fue cerrado al
público para reparaciones y dos decenas de cuentapropistas, entre
expendedores de alimentos, vendedores de juguetes, globos y artificios
infantiles, fotógrafos, parqueadores y otros, se quedaron de momento sin
trabajo y sin posibilidades de reclamación, a pesar de que tenían
contratos por un año y sus licencias, pagos y demás documentación
estaban en regla.

Meses después, terminados algunos unos ligeros trabajos de pintura y
otros que hubieran podido hacerse entre lunes y viernes, sin necesidad
de cerrar el parque, que trabajaba fundamentalmente los sábados y
domingos, el importante centro de recreación fue reabierto, pero con
otra administración.

Las protestas de los cuentapropistas fueron ignoradas. La nueva
administración no tiene "responsabilidad con los viejos contratos",
dijeron a los que luego intentaron reincorporarse. Fueron necesarios
nuevos contratos para los que había que presentar toda la documentación,
fotografías, licencia de trabajo por cuenta propia, pagos a la ONAT,
cartas de buena conducta del CDR y otros.

Unos veinte cuentapropistas quedaron sin trabajo por meses, sin
posibilidad de reclamo. La nueva administración hizo nuevos contratos
con otros cuentapropistas y algunos de los anteriores que se enteraron a
tiempo de que había reabierto el parque. Otros no pudieron hacer sus
nuevos contratos. El cupo era limitado. ¿Y los contratos anteriores?
Bien, ¿y usted?

En Cuba es muy normal que al cambiar la administración de una empresa,
de una fábrica, de un municipio o de una provincia muchas cosas cambien
también.

Viene en la génesis del sistema estatalista verticalista instaurado en
Cuba por el fidelismo, en nombre de un socialismo que nunca ha existido
más que en los sueños de muchos cubanos.

Con las nuevas administraciones siempre hay cambios entre los cargos más
importantes, en la forma en que se relacionan jefes y subordinados, en
las prebendas viejas y nuevas que otorga el jefe, en la forma en que
debe trabajar la empresa en general.

Y es que para este modelo, verticalista, dirigista, burocrático,
paternalista y populista, "el cuadro es la columna vertebral de la
revolución", como sentenció el Che Guevara en uno de sus escritos
programáticos, y no las instituciones ni su ordenamiento. Según esa
filosofía, presente en Cuba a cada paso, cuando el cuadro, es decir la
columna vertebral no esté, pues todo el cuerpo se viene abajo.

Esa filosofía sobre la dirección y la administración es muy propia de
los regímenes estalinistas, donde la figura central, el líder y sus
decisiones lo son todo para sus subordinados políticos. Pasó en la URSS
y en otros países "socialistas": la burocracia, la llamada "clase
imprevista", según algunos estudiosos del tema, se adaptó rápidamente a
los cambios y pasó de burocracia socialista a burocracia capitalista, o
de dueños virtuales en el "socialismo" a dueños reales en el nuevo
modelo capitalista privado.

Es como una de esas regularidades históricas del estatal-socialismo, que
invariablemente se cumple en el sistema a todos sus niveles y en todas
partes.

Por eso no ha sido extraño que a la caída del líder cambien muchas
cosas, pues esos gobiernos personalistas no son capaces de generar
estructuras ni instituciones funcionales a los intereses de las mayorías
y los propios partidos comunistas en verdad no han sido más que
ejércitos políticos leales a sus jefes fundadores.

Hoy lo vemos en un PCC, incapaz de presentar un programa de desarrollo
coherente, integral para la nación cubana y donde los dale pa' lante y
pa' tras, las exclusiones, las designaciones, las imposiciones, las
contradicciones y los fracasos son el pan nuestro de cada día.

Por tanto, no faltaría razón a quienes creen que las normas generales
que regulan el país no cambiarán hasta que cambie el administrador en
jefe que tenemos, el mismo de siempre, y para entonces, cuando soplen
otros vientos en Cuba, la burocracia leal actuará como el vendedor de
café que paseaba por el muro del Malecón en la Habana en 1961, cuando la
invasión de Girón, pregonando su vasito de café: "Cafeeé, tres
centavos... Cafeeé, tres centavos" y que' al oír que los barcos
americanos ya se divisaban y acercaban a las costas cubanas, reorganizó
rápidamente su pregón: "Coffeee, three cents... Coffeee, three cents".

Source: 'Coffee three cents' -
http://www.14ymedio.com/opinion/Coffee-three-cents_0_2058994082.html

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