domingo, 14 de agosto de 2016

Cómo un republicano de línea dura cambió de postura sobre Cuba, y lo que le ha costado

Cómo un republicano de línea dura cambió de postura sobre Cuba, y lo que
le ha costado
JAMES ROSEN
jrosen@mcclatchydc.com

WASHINGTON
En un caluroso día de verano hace un año, en una polvorienta calle en La
Habana, Carlos Gutiérrez logró encontrar la casa de su niñez, que vio
por última vez hace más de 50 años, antes que su familia huyera de la
revolución de Fidel Castro.

El lugar es ahora un banco de sangre, pero Gutiérrez caminó calle abajo,
dobló en una esquina, y la reconoció de inmediato: una casa sencilla con
el número 26.

EMPRESAS DE VUELOS FLETADOS DE FLORIDA SIENTEN PRESIÓN ANTE REINICIO DE
VUELOS COMERCIALES A CUBA

Más increíble fue la presencia de Gutiérrez, quien estaba en Cuba con
una delegación norteamericana de alto nivel para celebrar la reapertura
de la embajada de Estados Unidos en La Habana.

Para Gutiérrez, el viaje más fascinante fue el interior, un recorrido
intelectual y emocional que ha llevado adentro desde su papel como
republicano de línea dura en el gabinete del presidente George W. Bush
hasta su nuevo papel como defensor de las inversiones de empresas
norteamericanas en su natal Cuba.

Gutiérrez ofrece numerosas razones para justificar su cambio de postura,
que van desde que salió de Miami cuando era niño hasta el tiempo que su
familia pasó en México y su trabajo posterior en China.

Por sí mismas, esas razones no hubieran sido suficientes para cambiar su
manera de pensar. Pero culminaron en una larga conversación con el
presidente Barack Obama, que consideró persuasiva.

La charla con Obama fue como la última gota en un experimento químico
que solidifica al instante una solución: cada gota contribuyó al cambio,
pero la última es la que concreta el cambio.

"Eso fue como abrir la puerta", le dijo Gutiérrez a la cadena de diarios
McClatchy . "Me obligó a pensar en ello de manera más realista".

Algunos amigos del ex secretario de Comercio no aceptan su descripción
evolutiva del cambio, y en su lugar lo ven como un motivo financiero
ligado a su cargo de subdirector del Albright Stonebridge Group, una
firma asesora de alto nivel en Washington que ayuda a abrir puertas a
empresas estadounidenses que quieren hacer negocios en otros países.

"Cuando se trata de hacer algo sencillamente por dinero en un tema del
que era un gran creyente, lo siento, pero no tengo ningún respeto por
eso", dijo a McClatchy el representante Mario Díaz-Balart, republicano y
cubanoamericano de Miami.

Gutiérrez, de 62 años, rechaza ese tipo de juicio.

"Yo no necesito el dinero, pero quiero ayudar al país donde nací",
declaró a McClatchy.

Solamente tres de sus nueve viajes a Cuba en los últimos 12 meses, dijo
Gutiérrez, han sido a nombre de clientes de Albright Stonebridge. Cuatro
han sido viajes no pagados como jefe del Consejo Empresarial Estados
Unidos-Cuba, organización afiliada de la Cámara de Comercio de Estados
Unidos que ha presidido sin paga desde febrero del 2015.

Su primer viaje, en agosto del año pasado, fue como parte de la
delegación oficial norteamericana a la apertura de la embajada en La
Habana, mientras los otros viajes fueron por invitación del Meridian
International Center, una organización sin fines de lucro con sede en
Washington que le pidió que participara en un intercambio cultural.

Aquella primera mañana en Cuba, Gutiérrez abrió maravillado las cortinas
de su habitación en el Hotel Nacional, desde donde se puede ver buena
parte de La Habana.

"Sentí alegría", recordó Gutiérrez en una entrevista en la sede de
Albright Stonebridge, que dirige junto con la ex secretaria de Estado
Madeleine Albright. Su oficina está unas pocas calles al norte del
Departamento de Comercio, la enorme entidad federal que dirigió hace
menos de una década.

"Sentí alegría de estar en el lugar donde nací, el lugar en el que había
pensado tanto, sobre el que había leído tanto. Fue una sensación muy
especial. Y además, la gente es especial".

Pero a pesar de esa alegría, tuvo que pagar un alto precio personal por
el viaje.

Gutiérrez, un hombre apuesto, había sido el héroe de los cubanos en el
sur de la Florida, el segundo cubanoamericano en integrar el gabinete en
la Casa Blanca. El primero, Mel Martínez, fue secretario de Vivienda y
Desarrollo Urbano en el gobierno de George W. Bush antes de que
Gutiérrez fuera nombrado al gabinete. Más tarde, Martínez representó a
la Florida en el Senado federal.

Pero el acercamiento de Gutiérrez al gobierno de los Castro lo convirtió
de la noche a la mañana en un paria entre los suyos.

"Lo consideran una traición", dijo Gutiérrez.

Algunos amigos dejaron de hablarle, y no sólo Díaz-Balart. El
representante Carlos Curbelo, republicano de Miami, cuya campaña de
elección Gutiérrez apoyó en el 2014, dijo que el cambio lo sorprendió.

"Considero que su cambio de postura es drástico, y fue algo inesperado",
dijo Curbelo.

Algunos amigos de Gutiérrez lo consideraron una emboscada.

"Fue muy triste enterarme", declaró a McClatchy Orlando Gutiérrez
Boronat, jefe del Directorio Cubanoamericano en Miami. "Lamento que haya
tomado esa postura".

Al preguntársele si él y Carlos Gutiérrez todavía son amigos cercanos,
Boronat respondió: "Somos amigos, pero hace ya un tiempo que no he
hablado con él".

Las dudas sobre sus verdaderos motivos enfurecen al normalmente
imperturbable Gutiérrez.

"Los que se oponen debían tener el valor de ir a Cuba y ver el daño que
esta fallida política [del embargo] ha provocado a millones de personas,
en vez de sentarse en un escritorio y hacer declaraciones sobre un país
que nunca han visitado", dijo.

El ex presidente ejecutivo de Kellogg Co. dijo que varios colegas de su
generación le han expresado apoyo en privado.

"He hablado con personas de unos 60 años y me han dicho: 'Mira, me
gustaría ir a Cuba, pero mis padres todavía están vivos. Sencillamente
no puedo hacerlo mientras ellos estén vivos' ", dijo.

Gutiérrez salió de Cuba con su familia el 16 de julio de 1960, poco
después de que el régimen de Castro confiscara una plantación de piña de
la que su padre era codueño en Majagua, una localidad de la actual
provincia de Ciego de Ávila, en el centro de la isla, unas 250 millas al
sureste de La Habana. Gutiérrez tenía 6 años en ese momento.

La familia pasó en Miami sus primeros dos años y medio en Estados
Unidos, comenzando con una estancia de tres meses en el Hotel Richmond
en Collins Avenue. Entonces se mudaron a Nueva York, y después a México,
donde Gutiérrez comenzó lo que sería una carrera de tres decenios en
Kellogg. En abril de 1999 fue nombrado presidente del directorio y
presidente ejecutivo del fabricante de cereales, el primer hispano en
dirigir una compañía de la lista Fortune 500 en ese momento.

Aunque trata de desayunar saludable, Gutiérrez reconoce que tiene
debilidad por Froot Loops y Frosted Flakes.

"Frosted Flakes y leche entera, difícil de superar", dijo.

Gutiérrez sigue viviendo en Washington, aunque con frecuencia viaja a
otros países y visita a sus amigos en el sur de la Florida.

El cambio de postura de Gutiérrez sobre Cuba se anunció en una columna
de opinión en The New York Times el 23 de junio del 2015, seis meses
después de que Obama anunciara que Estados Unidos reanudaría las
relaciones diplomáticas con La Habana después de 54 años de
distanciamiento cimentado en la Guerra Fría.

Con el título de Una postura republicana sobre la política de Obama
hacia Cuba, Gutiérrez escribió: "Hoy me siento cautelosamente optimista
por primera vez en 56 años. Veo un rayo de esperanza de que, en momentos
en que Cuba permite el funcionamiento de unos cuantos emprendimientos
privados y muchas empresas norteamericanas están entusiasmadas por
entrar a un nuevo mercado, podemos ayudar al pueblo cubano".

Un mes antes, en un discurso en la Universidad de Georgetown, Gutiérrez
había dado algunas pistas sobre la evolución de su postura. Señaló las
mejoras en el Puerto del Mariel para acomodar los barcos de carga más
grandes que pasan por el ampliado Canal de Panamá como una señal clave
del compromiso del gobierno cubano con las reformas económicas.

"En la costa este de Estados Unidos hay puertos que no están listos para
los resultados de la ampliación del Canal de Panamá, pero el Puerto del
Mariel está listo", dijo Gutiérrez. "¿Para qué van a construir esa clase
de puerto si no estuvieran pensando en cambiar el sistema económico?"

En febrero de este año, Gutiérrez presentó al ministro cubano de
Comercio Exterior e Inversiones, Rodrigo Malmierca, a la Cámara de
Comercio de Estados Unidos en Washington, que le tributó una ovación de
pie, el mismo día en que los dos gobiernos firmaran un acuerdo sobre
aviación comercial en La Habana.

"Como orgulloso ciudadano estadounidense nacido en Cuba, se me hizo muy
evidente que el amor del pueblo, el amor de la tierra donde nací, donde
nacieron mis padres, mis abuelos, la tierra de mis ancestros, ese amor
era más grande que cualquier diferencia política que pudiéramos haber
tenido entre los dos países", dijo Gutiérrez a los líderes empresariales
estadounidenses.

Gutiérrez exhortó al Congreso a poner fin al embargo impuesto a Cuba en
octubre de 1960, durante las últimas semanas del presidente Dwight D.
Eisenhower en el cargo.

Todo esto asombró a los amigos cubanoamericanos de Gutiérrez. Para
muchos, este giro de 180 grados de hombre de línea dura a defensor del
acercamiento fue algo completamente inesperado.

Una foto ampliamente publicada de un sonriente Gutiérrez junto a
Malmierca fue un golpe duro en las comunidades cubanoamericanas del sur
de la Florida, Nueva York y Los Angeles.

"Alguien me llamó Judas", dijo Gutiérrez con una sonrisa triste.

Es que durante muchos años, Gutiérrez defendió con fuerza la línea dura
hacia Cuba.

Cuando era secretario de Comercio, copresidió el Comité de Asistencia a
una Cuba Libre, establecido por Bush con el objetivo expreso de derrocar
el régimen de Castro.

En septiembre del 2008, casi al final de su período al frente del
Departamento de Comercio, dijo en un discurso en la Escuela de Gobierno
de la Universidad de Harvard: "Lo que el embargo ha logrado ha sido
negar a un enemigo jurado de nuestro país más recursos que hubieran
podido usar en contra nuestra".

Inicialmente, incluso se opuso al cambio de política de Obama hacia
Cuba. "Estados Unidos ha hecho muchas concesiones y no ha recibido nada
a cambio", declaró a la revista Time.

Pero en los seis meses siguientes Gutiérrez publicó su columna en The
New York Times, y su vida sufrió un cambio sísmico.

Gutiérrez batalla para identificar lo que provocó ese cambio. Una razón
fue la conversación privada con Obama y su larga experiencia en China,
primero con Kellogg y más recientemente en su cargo actual.

"He visto a chinos que salieron de su país regresar, hacer negocios allí
y mirar al futuro", dijo. "Una interrogante que siempre he tenido es:
¿Por qué no puedo hacer eso sobre Cuba? Eso es lo que he tratado de
responder objetivamente".

El haber salido de Miami cuando era niño, dijo Gutiérrez, también lo
hizo más abierto a los cambios.

"Creo que es duro para los que viven en Miami registrar intelectualmente
que han pasado 58 años, ser capaces de dar un paso atrás y ver a Cuba
objetivamente, no emocionalmente".

Haber vivido durante 30 años en México y Battle Creek, Michigan, sede de
Kellog, expuso a Gutiérrez a diferentes puntos de vista.

A un nivel más personal, Gutiérrez dijo que su padre fue menos rígido
ideológicamente que otros exiliados de su generación. "Mi padre era muy
realista", dijo. "No quería oír hablar de Cuba. Nunca quiso regresar.
Pero decía: 'Eso se acabó, y nunca será lo mismo' ".

John Kavulich, fundador y director del U.S.-Cuba Trade and Economic
Council, Inc. (Consejo de Comercio y Economía EEUU-Cuba, Inc.), con sede
en Nueva York, que ha impulsado el comercio con la isla mucho antes de
que la Cámara de Comercio de Estados Unidos pensara en hacerlo, cree
que, al final, el cambio repentino de postura de Gutiérrez sobre Cuba
probablemente siga siendo un poco misterioso. Durante los últimos meses,
Gutiérrez le ha hecho muchas preguntas a Kavulich en reuniones y
conversaciones telefónicas antes y después de sus viajes a Cuba.

"Él tiene peso porque fue presidente ejecutivo de Kellogg y secretario
de Comercio de un gobierno republicano", dijo Kavulich. "Ahora ha tenido
esta epifanía. Ver la luz puede ser bueno. Pero ahora la pregunta es qué
hará con esa revelación más allá de usarla como una herramienta de
mercadotecnia. Es difícil saber lo que piensan los demás".

Jaime Suchliki, director del Instituto de Estudios Cubanos y
Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, es uno de los amigos de
Gutiérrez que no puso fin a su relación con su cambio de postura.
Gutiérrez es experto de la institución y miembro de su junta asesora.

Los dos fueron a desayunar en Miami hace unos meses y tuvieron una
conversación franca. Suchliki le preguntó si quería ganar dinero o que
lo nombraran embajador en Cuba, y Gutiérrez dijo que no a las dos preguntas.

"Fui duro con él, pero mantuvo que quiere ayudar al pueblo cubano, que
quizás esto provoque algún cambio", dijo Suchliki.

Cuando Gutiérrez le preguntó si quería que rompiera sus vínculos con el
Instituto, Suchliki le dijo que no.

"Le dije:'Pienso que estás equivocado, pero tienes derecho a tu opinión'
", recordó Suchliki.

Aunque Gutiérrez siente alguna tristeza sobre las amistadas perdidas, ha
hecho las paces con su controvertida postura.

"Estoy a gusto con mi posición", le dijo a un reportero. "Y me puede
citar textualmente".

James Rosen: 202-383-0014; Twitter: @jamesmartinrose

Source: Cómo un republicano de línea dura cambió de postura sobre Cuba,
y lo que le ha costado | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article95525407.html

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