sábado, 10 de septiembre de 2016

Al socialismo cubano siempre le faltó algo

Al socialismo cubano siempre le faltó algo
septiembre 09, 2016
Iván García, desde La Habana

En Cuba se vive con demasiado agobio. Cuando te levantas por la mañana
ya te falta algo, sea agua, luz o café para desayunar. Sales a la calle
y el transporte urbano es caótico. Y la escasez de alimentos sigue
siendo un dolor de cabeza.
Ni en los mejores tiempos, cuando existían dos libretas de
racionamiento, una de alimentos, que te otorgaba media libra de carne de
res per cápita cada quince días, y otra de 'productos industriales', con
la cual una vez al año podías comprar un par de zapatos de fabricación
nacional, Juan Alberto, 60 años, jubilado, fue feliz.

En aquella etapa, donde en los estantes de las bodegas habían latas de
leche condensada y compotas rusas; en el puesto te vendían naranjas y
los partidarios del régimen podían tirarle un cartón huevos a un
'escoria' que pretendía irse del país por el puerto del Mariel, Juan
Alberto reconoce que habían más restricciones, censuras y falta de
libertades que ahora.

"Aunque esto siempre ha sido una dictadura. En la supuesta década feliz
de los 80, creer en Dios, ser Testigo de Jehová o ver películas
pornográficas te podía traer problemas. No podíamos alojarnos en
hoteles, viajar al extranjero ni vender la casa y si te ibas
definitivamente del país, el Estado se quedaba con ella", indica Juan
Alberto, quien en los próximos meses piensa emigrar a Estados Unidos a
través de una ruta irregular centroamericana.

Para Carlos, sociólogo, cuando se comparan ambas etapas del castrismo,
"en cada una siempre faltaba algo. Antes, la gente tenía garantizada más
cantidad de alimentos por la libreta y algo de ropa. En el mercado
liberado o paralelo se ofertaban más productos alimenticios y se
desayunaba café con leche. El salario tenía un poder adquisitivo real,
pero era ilegal tener divisas, adquirir electrodomésticos en tiendas por
moneda dura y el control social era mucho más fuerte. Ahora, debido a la
presión social y la aparición de nuevas tecnologías, existe cierta
libertad personal. Pero esa libertad no es suficiente para cambiar el
estado de cosas, lograr reformas de calado y participar en estructuras
gubernamentales".

Los académicos oficiales no lo reconocen, pero el rol jugado por la
disidencia pacífica y la prensa sin mordaza, ha sido una palanca
silenciosa lo suficientemente poderosa para promover tímidas y
necesarias aperturas dentro del régimen.

Todos los cambios promulgados bajo el mandato de Raúl Castro
(2006-2016), han formado parte de las demandas de grupos opositores en
los años 80, 90 y a partir del 2000. Desde el libre acceso a internet,
el uso de la telefonía móvil, eliminar el apartheid turístico, la compra
y venta de casas y automóviles hasta la flexibilización de la ley
migratoria.

¿Existen diferencias entre la Cuba de Castro I y Castro II? Desde luego
que sí.

Los dos gobernantes son autócratas. Pero Fidel Castro fue un caudillo
con pretensiones de grandeza. Por voluntarismo o capricho, decidía las
estrategias en la agricultura, construcción de viviendas y pedraplenes,
siembras de café y plátano burro. O se convertía en meteorólogo en
tiempos de huracanes.

Se saltaba todas las normas y hasta la misma Constitución. Creó un
gobierno paralelo con empresas como Cubalse o CIMEX y manejaba el erario
público a su antojo.

A Fidel Castro se le tendió un cheque en blanco y en la práctica actuaba
como un terrateniente dueño de su finca. El daño antropológico que hizo
a la nación ha sido proverbial.

Quizás estudios posteriores puedan demostrar la polarización que dentro
de la sociedad crearon el Estado y sus medios de prensa, solo por pensar
diferente, por tildar de disparate el experimento político o considerar
que la ideología marxista y el totalitarismo han destruido el tejido
social y la economía de la Isla.

También deben ser estudiados los 'daños colaterales' dentro de los
propios cubanos, como haber incentivado la delación o chivatería, la
vigilancia a las personas en sus cuadras y la división de miles de
familias por simples criterios políticos.

Si en el futuro el régimen verde olivo decidiera edificar una sociedad
más plural y democrática, con economía de mercado, pequeñas y medianas
empresas en un marco jurídico apropiado, cooperativas autónomas e
involucrar a la ciudadanía en las decisiones estatales, la economía de
Cuba pudiera crecer al nivel de los llamados 'tigres asiáticos' (Corea
del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwan). Pero costará dos o tres
generaciones recuperar ciertos valores personales.

En los diez años de presidencia de Raúl Castro, a pesar de que ahora son
menos las restricciones, los emprendedores privados tienen más
posibilidades -pero bajo la mirada de las autoridades-, ha disminuido la
intrusión en la vida de las personas, y casi han desaparecido los
discursos y los aburridos relatos políticos, todavía no se ha logrado un
salto importante en la calidad de vida de la población.

El déficit de viviendas, de aproximadamente más de un millón y medio, es
mayor que en la etapa de su hermano Fidel, obligando a tres generaciones
diferentes a vivir bajo el mismo techo. La proliferación de barrios
marginales es un llamado de atención: solo en La Habana existe más de un
centenar de favelas donde sus residentes no reciben agua potable y
conviven hacinados en covachas con techos de tejas y paredes de cartón o
aluminio.

La educación y salud pública han caído en picada. Miles de cabezas de
ganado mueren anualmente por hambre y sed. La ganadería se ha reducido a
la mitad en comparación con 1959. Las industrias azucarera, agropecuaria
y pesquera decrecen o no crecen lo suficiente. Tomar jugo de naranja y
comer pargo o camarones es un lujo en Cuba.

El socialismo próspero y sostenible que promete Raúl Castro es solo un
slogan. A día de hoy, no hay condiciones materiales para respaldar un
importante crecimiento económico.

Los grandes logros de su gobierno han sido en el contexto internacional.
Restableció las relaciones con Estados Unidos, su principal enemigo;
propició la firma de un acuerdo de paz entre Colombia y la guerrilla de
las FARC, y consiguió condonar gran parte de la deuda monetaria con
diferentes acreedores.

También, aprobó una Ley de Inversiones que, a pesar de sus deficiencias
-como no permitir a los emprendedores locales invertir en su patria-,
por sus exenciones fiscales es una golosina para presuntos inversores
extranjeros. Una Ley que por falta de un marco legal independiente del
Estado, por el capitalismo militar criollo, que no autoriza el pago
directo a los trabajadores, y por la incertidumbre sobre el futuro de la
nación después del retiro de Raúl Castro, no ha concretado las
inversiones suficientes para comenzar a crecer económicamente.

En Cuba se vive con demasiado agobio. Cuando te levantas por la mañana
ya te falta algo, sea agua, luz o café para desayunar. Sales a la calle
y el transporte urbano es caótico. Y la escasez de alimentos sigue
siendo un dolor de cabeza.

Cincuenta y siete años después de la llegada al poder de Fidel Castro,
la sensación que se percibe es que los cubanos están cansados de todo.
Por eso muchos deciden marcharse. No ven solución a la vista.

Source: Al socialismo cubano siempre le faltó algo -
http://www.martinoticias.com/a/cuba-socialismo-falto-algo/129611.html

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