viernes, 2 de septiembre de 2016

Avanza cada vez más el nepotismo castrista

Avanza cada vez más el nepotismo castrista
PEDRO CAMPOS | La Habana | 2 de Septiembre de 2016 - 09:33 CEST.

Acaba de ser nombrado jefe de Seguridad Personal Raúl Guillermo
Rodríguez Castro, alias "El Cangrejo", nieto del general y presidente
Raúl Castro, en sustitución del general de división Humberto Omar
Francis Pardo, uno de los pocos sobrevivientes de la vieja guardia del
Ministerio del Interior (MININT).

"El Cangrejo" es hijo de Débora Castro Espín y de Luis Alberto Rodríguez
López-Callejas, considerado uno de los zares de la economía de las
Fuerzas Armadas (FAR), presidente de GAESA (Grupo de Administración
Empresarial de las FAR) y director de la Zona Económica Especial de El
Mariel.

El cargo de jefe de la Dirección de Seguridad Personal no tiene mucha
significación pública, ni aparente en la nomenclatura partidista ni
gubernamental, pero para cualquier conocedor o estudioso de la realidad
cubana sabe que en el modelo fidelista, marcado por el despotismo y el
nepotismo, se trata de un cargo de primera importancia, más que ser
miembro del Buró Político, secretario de una Provincia, jefe de un
departamento del Comité Central o general jefe de uno de los tres ejércitos.

Será el jefe del súperaparato encargado de garantizar la vida,
tranquilidad y comodidad de los jefes principales del Gobierno cubano o,
como ellos mismos se llaman, "la dirección histórica", y de sus
familiares allegados, en Cuba y fuera del país.

Algunos en EEUU consideran que es un aparato homólogo del Servicio
Secreto Presidencial, encargado de la seguridad personal del Presidente,
su familia y de los expresidentes. Sin embargo, en uno y otro país su
importancia estratégica para el sistema, es bien diferente.

En EEUU, un fallo del Servicio Secreto que le cueste la vida al
Presidente y al Vicepresidente, estará muy lejos de significar la caída
de todo el imperio estadounidense, donde el Presidente y su Vice
constituyen figuras cimeras y claves del sistema político, pero sin
repercusión definitiva para el mismo, y mucho menos para el sistema
económico que seguiría intacto.

En cambio, en Cuba un hecho de esa magnitud tendría otras implicaciones
por la identificación del líder con la historia del país hace más de 60
años, con el propio sistema político y económico, y con el papel
absoluto jugado por el caudillo, que el culto a la personalidad ha
pretendido extender a la nación y sus símbolos patrios.

En Cuba, el Partido Comunista (PCC), la Asamblea Nacional del Poder
Popular y las instituciones principales, incluida la propia Constitución
llamada socialista, que sostienen la santísima trinidad, un dios entre
personas, Partido-Gobierno-Estado responden al único interés del líder
legendario de controlar totalmente el poder y mantenerlo por los siglos
de los siglos.

No por gusto el Comandante en Jefe fue el Primer Secretario del PCC,
Presidente del Consejo de Ministros y Presidente del Consejo de Estado,
mientras la salud le dio para ello, y solo cuando esta se quebrantó
delegó todos sus autonombramientos en su hermano, menos el de
Comandante en Jefe. Y ha sido él, a pesar de su ancianidad, quien
clausuró el último congreso del PCC, donde se reunía toda la
nomenclatura, como para que no quedara duda a nadie de su control sobre
todo el aparato político-económico gubernamental.

Todo en Cuba se ha hecho a su imagen y semejanza, de acuerdo sus los
intereses y consideraciones, desde la trascendental decisión de instalar
los cohetes atómicos en Cuba, hasta el color de los uniformes escolares,
pasando como se sabe por los macro y microplanes económicos y
experimentos sociales con costos controlados y registrados únicamente en
su cerebro.

Recordemos las medidas extremas del Líder y sus implicaciones para todo
el conjunto de la sociedad cubana, cuando él se sintió amenazado por la
eventual unión de dos figuras de la segunda línea inmediata inferior en
1989, el general Ochoa, que asumiría el mando del Ejercito Occidental, y
el ministro del Interior José Abrantes. El primero con mucho prestigio y
poder dentro de las FAR y el segundo contaminado con las ideas de la
perestroika y quien había llegado a decir públicamente que había que ir
pensando en Cuba una especie de glásnost.

Luego de las Causas No. 1 y No. 2 de 1989 se desató una verdadera
cacería secreta de "perestroikos" que duró varios años, se extendió bajo
diversos mantos y separó, jubiló o envió a "otras tareas importantes" a
miles de cuadros, oficiales y especialistas del PCC, el MINREX, el
MININT y el MINFAR. Nada que envidiar a los procesos de depuración de
Stalin, solo que menos estridente y más "diplomático", pero no menos
efectivo.

Y nadie olvida la conmoción nacional, cuando el caudillo enfermó de
gravedad en el 2006 y sus incidencias posteriores.

Aquí la desaparición de la figura sería crucial para todo el entramado
político-económico y social que se ha estructurado a partir de sus
intereses y aspiraciones megalómanas y absurdas der ser la figura
cimera, no ya de un país, o una región, sino del planeta y de toda una
época.

Toda la nomenclatura que ha vivido más de medio siglo de alabar,
subordinarse y defender el fidelismo, sabe perfectamente que a la
desaparición del Jefe, no habrá manera de mantener todo ese tinglado
sustentado en el voluntarismo, el populismo, la ayuda externa y su
imaginación.

Esos procesos y nombramientos para importantes cargos de figuras
familiares o leales, violando mecanismos establecidos y derechos, no son
otra cosa que la evidencia de la falta de institucionalidad alcanzada
por el fidelismo, donde no hay más posibilidades de ejercer funciones de
importancia, que no sean la subordinación y la lealtad incondicional al
Gran Jefe, hasta que este o sus cuadros principales lo consideren útil.
Esa real "política de cuadros" no ha cambiado con Raúl.

Y esa es la causa de la superconcentración del poder que se realiza en
manos de los generales de las FAR, aparentemente controladas por el
General y Presidente, de las figuras más allegadas al poder y de los
benjamines castristas.

No es la transición generacional normal que ocurre en cualquier sociedad
democrática, donde son las instituciones establecidas, la correlación de
fuerzas entre partidos, y el voto popular quienes deciden sobre cargos.

La transición de poderes en marcha, paralela al tránsito del capitalismo
monopolista de Estado al capitalismo corporativo y privado, a la sombra
de la "actualización", es la forma que imaginó la cúpula para tratar de
evitar el eventual desplome y mantener el control de la familia "real"
y sus leales hasta después de la desaparición del líder histórico.

Pero semejantes nombramientos, como este de "El Cangrejo" o el de
Alejando Castro Espín para controlar centralizadamente la inteligencia
de todos los órganos especiales, como una especie de Consejo Nacional
de Seguridad, que implican una mayor concentración del poder, es una
demostración más de la agudización de las contradicciones del propio
modelo fidelista en su fase terminal, que sigue dejando fuera de las
decisiones principales a otros muchos actores del proceso.

Source: Avanza cada vez más el nepotismo castrista | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1472777174_25030.html

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