viernes, 4 de noviembre de 2016

Cerebro a la izquierda, estómago a la derecha

Cerebro a la izquierda, estómago a la derecha
FRANCISCO ALMAGRO DOMÍNGUEZ | Miami | 4 de Noviembre de 2016 - 08:33 CET.

Hace algunos años un amigo mexicano trajo a sus dos hijas de paseo a
Cuba. Eran dos jovencitas que militaban en organizaciones de izquierda y
a favor del Gobierno cubano, todo lo contrario a su padre. Como él y la
madre tenían buenos trabajos, las hijas asistían a los mejores colegios
privados del Distrito Federal. Era la época de los primeros paladares, y
ciertas exquisiteces culinarias eran ofrecidas en voz baja para no
despertar la ira de los inspectores estatales.

Llegados pues con hambre a la mesa, el dueño del restaurante les mostró
el menú, y como si abriera la trastienda, susurró que también tenía
tortuga y langosta —la primera en veda permanente, la segunda, en
permanente desaparición—. Una de aquellas jovencitas mexicanas, que
entonces estudiaba el bachillerato, dio un salto en la silla y reclamó
vehemente al dueño que las tortugas cubanas estaban en veda, y que ella
no cometería el crimen de devorar ese animalito. Cuando el propietario
se retiró con el pedido, mi amigo dijo una frase que jamás he olvidado:
"Discúlpame, es que mis hijas tienen el cerebro a la izquierda, pero el
estómago a la derecha".

Es, justamente, la misma sensación que se tiene cuando por estos días
cualquier persona sin prejuicios ni porfías ideológicas lee la prensa
cubana. Están sucediendo casi al unísono la Feria Internacional de La
Habana (FIHAV 2016), y la llamada Jornada Continental por la Democracia
y contra el Neoliberalismo.

La FIHAV 2016 propugna la inversión extranjera, y la negociación
abierta, por primera vez con cooperativas agropecuarias cubanas. Sesiona
un foro dedicado, precisamente, a captar inversores en campos sensibles
para la economía cubana, aun cuando el total de proyectos es muy bajo
—395— en comparación con la necesidad urgente de la Isla —necesita más
de 2.000 millones de dólares en inversiones "frescas" en el próximo
año—. En la misma cuerda, se sigue proponiendo la Zona Especial de
Desarrollo Mariel como joya de la corona, un espacio casi virgen de
capital extranjero hasta el momento. Pero después de abrirse
oficialmente hace más de dos años a un costo elevado, en la extensa
localidad al oeste de La Habana solo hay en operación siete negocios y
"proyectos" para otros 19.

En esta ocasión, y en el discurso inaugural, el ministro de Comercio
Exterior, Rodrigo Malmierca, recibió la "orientación" de ser más
sincero, más crítico, y admitió "errores", sobre todo en la "lentitud de
las negociaciones". Aun así, dijo que el Gobierno tiene la "voluntad
política de resolver los obstáculos". Echemos, pues, un vistazo a esta
voluntad política.

Hoy se inaugura en La Habana la llamada Jornada Continental por la
Democracia y contra el Neoliberalismo. El evento convocado por
organizaciones juveniles y estudiantiles cubanas —todas dependientes del
Gobierno—, tiene como objetivo coordinar la lucha continental contra
"las transnacionales y los acuerdos de libre comercio". Al mismo tiempo,
y como apoyatura al encuentro del radicalismo anticapitalista, del
antineoliberalismo, se han programado paros laborales y marchas en
varios países de América Latina. La intención expresa es, además,
conmemorar "los diez años de la derrota del ALCA", fracasado proyecto de
integración económica americana. La izquierda más radical
latinoamericana no oculta que la cita de La Habana vendrá a ser como un
reagrupamiento de fuerzas ante la ofensiva restauradora de la derecha en
el continente.

Imaginemos, no sin mucho esfuerzo, al empresario norteamericano,
mexicano o peruano en la habitación de un hotel habanero, muy cerca de
la Universidad de la Habana —sede del evento anticapitalista—, mientras
reposa después de un día de "fuertes negociaciones" en la Feria. En la
televisión nacional observa una andanada de recriminaciones en su
contra; una masa de jóvenes lo acusan a él, al empresario capitalista,
de "envenenar el medio ambiente", y "robarse los recursos naturales".
El empresario sabe que la televisión, la Plaza Ignacio Agramonte de la
Universidad de la Habana, y la Feria 2016 son la misma cosa: tienen el
mismo "dueño". Entonces, y si tiene un mínimo de raciocinio —y de
decencia— se preguntará como se puede hacer negocios con alguien que
piensa a la izquierda pero que come con la mano derecha.

Quienes "programan" los eventos deberían tener un poco más de cuidado y
no hacer coincidir en el tiempo encuentros que son mutuamente
excluyentes por sus esencias, aunque sabemos que esa y no otra es la
naturaleza del régimen. No se puede pedir inversión por una parte, y
casi al mismo tiempo condenar la inversión del capitalista, la única
fuente real y cierta de riqueza. Esa esquizofrenia socioeconómica pasará
inadvertida en Cuba, pero no en el mundo real, en el de "afuera", donde
un millón de dólares es el animal más aprensivo que existe.

Los "errores" a que se refería el ministro Malmierca puede que no sean
solo burocráticos, que ya serían suficientes. Son, básicamente, los de
no entender el mundo, no comprender de una vez la naturaleza humana.
Salvo algún que otro delincuente, que los hay, los "ricos" se hacen tras
años de lucha y sacrificios. Y no todo el mundo está dispuesto a que le
metan la mano en el bolsillo y como "premio" le digan que es un bandido.

Source: Cerebro a la izquierda, estómago a la derecha | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1478202773_26466.html

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