miércoles, 16 de noviembre de 2016

Un barrio-debate contra el bloqueo

Un barrio-debate contra el bloqueo
15 noviembre, 2016 6:28 pm por Eduardo Martínez Rodríguez

El Cerro, La Habana, Emaro, (PD) Recientemente anunciaron que en mi
calle, justo frente a mi casa, se iba a celebrar un barrio-debate sobre
el bloqueo.

A mi hermano, una vecina, decidida activista voluntaria del gobierno, le
hizo la existencia difícil tres o cuatro días antes para que chapeara el
terreno adyacente a nuestro edificio, para que se viera bonito.

A mí ni me miró, pues conoce mis opiniones políticas.

El terreno de marras pertenece en colectivo a todo el edificio, no solo
a mi hermano. Yo me hacía la boca agua. Comencé a prepararme para
sentarme en primera fila. No podía perderme el espectáculo. Y a lo
mejor, va y participaba.

Decían los vecinos que el tribunal expositor iba a estar compuesto por
expertos de la revista digital Cuba Debate y funcionarios municipales o
tal vez provinciales del Partido Comunista. Pensé que tal vez hasta
Iroel Sánchez asistiría y arrecié mis estudios en cuanto al tema, pues
me agradaría enfrentarme al señor a ver si lo puedo poner en ridículo.

Vendría la Televisión, se cerraría la calle y se acomodarían miles de
sillas a la intemperie. Haría un día bonito, o una noche clara, seguramente.

Algunos vecinos de la Avenida del Palmar y Avenida del Norte, en El
Cerro, donde se realizaría el evento, recogieron las basuras, acomodaron
lejos los ya deteriorados y malolientes tanques de desechos públicos y
barrieron cómo pudieron toda la zona.

Mi hermano tuvo que dedicarle tres o cuatro horas al duro trabajo
voluntario, a pesar de que ya no es tan joven, no es comunista, ni tenía
deseos de hacerlo.

En la Avenida del Palmar se construyeron muchos años atrás tres
edificios típicos de micro-brigada pero con inusuales seis plantas de
altura, dos de ellos pertenecientes al Comité Central del Partido
Comunista. De ellos bajaron a realizar el entusiasta trabajo voluntario
dos decenas de vejestorios, antiguos funcionarios del aparato estatal o
del Partido. No asistió ni un solo joven a pesar de que deambulaban
constantemente por la zona.

Salí a observarlos. Se veían alegres. ¡Vendría la televisión!

Todo este preparativo formaba parte de una intensa y ya extensa campaña
oficial organizada, estimulada y ordenada por el gobierno para continuar
generando bulla para que los gringos eliminen el bloqueo o el embargo,
como se llama allá afuera. El nombre cambia en dependencia del bando.

A las siete de la noche, como estaba previsto, salí a la calle con un
par de papeles en la mano. Una copia para entregársela a la mesa
expositora y otro para guiar mis interrogantes cuando me entregaran la
palabra o tal vez el micrófono.

Estaba emocionado, iba a tener la oportunidad de que mi pueblo me
escuchara en vivo y puede que hasta me viera por televisión.

Las preguntas que tenía rezaban así:

1-¿Podría el tribunal ilustrarme cuáles fueron las causas que generaron
el bloqueo?

2-¿Cuántas de las más de diez mil empresas norteamericanas (sin
mencionar las propiedades de los cubanos también delincuencialmente
robadas por su Estado sin el menor miramiento) afectadas por las
expropiaciones fueron resarcidas por los daños y perjuicios recibidos en
los últimos cincuenta años?

3-¿Cómo es posible que nuestro Estado aspire a obtener créditos,
financiamientos, y otras facilidades de bancos norteamericanos, una vez
eliminado el bloqueo, si nuestro Máximo Líder aboga y siempre ha abogado
por el no pago de nuestra muy abultada deuda externa, orientación la
cual sí hemos honrado sostenidamente?
Y así otras tantas.

Cuánta decepción cuando salí a la calle y de inmediato me percaté del
pequeño grupo que asistía al supuesto debate. Se contarían unas
cincuenta personas, casi todos veteranos comunistas. Se habían traído
dos pioneritos uniformados. Unas diez personas se sentaban en sillas
plásticas negras mientras el resto se aglomeraba alrededor, expectantes.
No se había cerrado la calle. Por supuesto que nada de televisión, ni de
tribunal-panel informativo, ni Iroel Sánchez, ni nada. Tan solo tres
desconocidos quienes portaban un micrófono y un altoparlante portátil y
se lo entregaban a quien deseara expresarse contra el bloqueo.

Me quedé en la periferia del grupito, con mis papeles, que pronto
estrujé en los bolsillos. No obstante, decidí escuchar.
Un maestro de preuniversitario llegó a decir en medio de su discurso que
"cuándo la República de Cuba fue fundada en 1920…" (Sic).

¿Para qué iba a hacer mis preguntas si el auditorio ni sabía por qué
estaba allí, o para qué finalidad estaban siendo movilizados, por qué
estaban siendo utilizados?

Pude escuchar los comentarios en voz baja de algunos de los asistentes,
obviamente descontentos. Los que hablaban, evidentemente no sabían ni
donde estaban parados. Muchos de los presentes se burlaban por lo bajo
de lo que se decía y los evidentes errores de los expositores. Los
pioneros repitieron algunas frases hechas, aprendidas de carretilla en
la escuela.

En media hora se dispersó el entusiasta grupo y los sentados se
marcharon con sus sillas a cuestas, satisfechos de haber cumplido otra
tarea más del Partido.

Yo estrujé mis papelitos de nuevo, desencantado. Pero, mirándolo bien,
por lo menos se había chapeado la alta y permanente mala yerba, se había
eliminado momentáneamente el vertedero de la esquina y se había barrido
la cuadra. Vale. Ya con eso podemos decir que se logró algo.
eduardom57@nauta.cu; Eduardo Martínez

Source: Un barrio-debate contra el bloqueo | Primavera Digital -
http://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/un-barrio-debate-contra-el-bloqueo/

No hay comentarios:

Publicar un comentario