sábado, 28 de enero de 2017

En Cuba todos esperan favores de Trump

En Cuba todos esperan favores de Trump
27 de enero de 2017 - 18:01 - Por IVÁN GARCÍA

Tras los vítores de un ala importante de la oposición y el silencio
momentáneo del Gobierno de la isla, todos miran al nuevo inquilino de la
Casa Blanca sin saber que "la dependencia siempre crea compromisos"

Apostar capital político o confiar en una persona impredecible como
Donald Trump pudiera ser algo inusitado. Solo las personas desesperadas,
desinformadas e ingenuas podrían argumentar que el magnate neoyorquino
es un altruista o humanista convencido.

Esperar que el nuevo presidente de EEUU negocie estrategias que
enderecen el rumbo de la ineficiente economía cubana, abra puertas a la
imparable emigración o conceda un cheque en blanco a la oposición local,
es pretender que lanzando dados en un casino obtengamos la prosperidad
nacional.

Hasta el miércoles 25 de enero, cuando Raúl Castro habló en la V Cumbre
de la CELAC, en República Dominicana, y dijo estar dispuesto a mantener
un diálogo respetuoso con Donald Trump, "pero sin hacer concesiones", en
Cuba no había salido ninguna nota oficial acerca de la actitud del nuevo
presidente de Estados Unidos.

El silencio de los medios estatales y voceros del Gobierno cubano ante
los proyectos desquiciados de Trump ya era vergonzoso.

Que un presidente como el impresentable Maduro o el grisáceo Castro, que
se presentan como socialistas y comunistas, por estrategia política
callaran o celebraran (en el caso del venezolano cuando Trump tomó
posesión), al más retrogrado y conservador de los presidentes
estadounidenses en los últimos treinta años, era un contrasentido.

Por otro lado, ¿dónde está la llamada 'solidaridad latinoamericana'
hacia una nación como México, en estos momentos sufriendo una auténtica
guerra de baja intensidad, acusaciones infundadas y amenazas por parte
de Donald Trump?

Gran parte de la actual izquierda latinoamericana en el poder es un
fraude sin más ideología ni convicciones que las emanadas del poder
corrupto y el saqueo del erario público. Por eso callan. Prefieren
establecer un compadreo con Trump para complacer a su aliado Vladimir
Putin, con una estrategia imperial sin disimulos, que defender sus
fingidas doctrinas 'humanistas y de justicia social'.

El nuevo inquilino de la Casa Blanca ha puesto al mundo patas arribas.
Ha desacreditado a numerosas instituciones, de su país o
internacionales, excepto las del Kremlin. Es una amenaza para todos.
Para el establishment, el Partido Republicano y acuerdos comerciales
liberales como el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) y el Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA).

Trump no es un demócrata. Es él. Un manipulador de altura que ha
conquistado a la mitad del pueblo estadounidense con medias verdades y
mentiras sin fundamentos. Con su aislacionismo y proteccionismo, si
logra llevarlo a cabo, Estados Unidos va retroceder al nivel de España,
cuando menos. Su viaje al pasado es un suicidio.

Las personas y las sociedades crecen. Ya no vivimos en la etapa de la
revolución industrial. El mundo se ha convertido en una aldea global.
Gústele o no a Mr. Trump.

Una amiga que reside en Miami, casera en una residencia al sur de la
ciudad, me contaba que votó por Trump para que regresen a la Florida las
factorías de ropa y juguetes que antaño les daban trabajo a miles personas.

Para ejemplificar el horror de los nuevos tiempos, mencionaba que hasta
el coctel de frutas que se vende en Publix se elabora en China. Me temo
que tiene razón ese segmento de la América profunda que observa con
desconsuelo la descapitalización de sus ciudades y los bajos salarios.

Pero cuando se ensamblen los iPhone en Cupertino, sede de Apple en
California, y los Ford en Detroit, después no se quejen de los precios
por las nubes. Las industrias y marcas globales se marchan a otros
países por los bajos costos.

Esperemos que Trump resuelva el entuerto. Preocupado como está en
arreglar el mundo a su manera y convertir a América grande otra vez, se
supone que no tendrá mucho espacio en su agenda para el tema cubano.

Cuba ya no es un problema. Fidel Castro murió y hace décadas el régimen
no subvierte con armas y guerrillas a Centroamérica o África. El clan
gobernante principal, cinco o seis ancianos que suman casi quinientos
años, siguen odiando al 'imperialismo yanqui' y apostando por el fin del
capitalismo moderno.

Son dictadores de libro. Pero el poder, el dinero, la familia y el
factor biológico los ha convocado a cambiar o aparentar nuevas
estrategias. Por una simple razón: si Cuba sigue encallada entre el
marabú y la improductividad, en algún momento comenzarán los conflictos
sociales.

Para tirar el carro adelante hace falta una locomotora. Una vez fue
Rusia. Otra vez fueron los petrodólares de Chávez. Ahora suspiran por el
billete verde del otrora enemigo americano.

Mientras, en la Isla, un ala de la disidencia está de fiesta con la
llegada de Trump. Con su ingenuidad política piensan que con el nuevo
presidente aumentará el flujo de dólares a la oposición y el
reconocimiento internacional.

Un grave error de no pocos opositores: creer que los problemas en Cuba
los puede solucionar Estados Unidos. Les digo una cosa: si no somos
capaces de conquistar derechos universales, nadie lo hará por nosotros.

La dependencia siempre crea compromisos. El destino de Cuba es un asunto
de los cubanos. Los de la diáspora y los de la isla. De nadie más. Sería
bueno que Trump lo entienda.

Source: En Cuba todos esperan favores de Trump | Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/opinion/en-cuba-todos-esperan-favores-trump-n4113520

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