miércoles, 16 de noviembre de 2016

Vivir en Miami y curarse en La Habana

Vivir en Miami y curarse en La Habana
"Regreso todos los años, me hago las pruebas aquí en la Covadonga y
recibo tratamiento como si viviera aquí"
Miércoles, noviembre 16, 2016 | Ernesto Pérez Chang

LA HABANA, Cuba.- Olga vive desde hace varios años en Hialeah. Dos de
sus hijos la reclamaron y actualmente es una cubana de 68 años,
residente en los Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de que, debido a
sus múltiples padecimientos médicos, es beneficiaria de una ayuda
económica del gobierno norteamericano, todos los años regresa a Cuba
para recibir atención médica, comprar medicamentos regulados y, de paso,
dejar algo del dinero ahorrado de la pensión a sus otros hijos que se
mantienen en la isla. Su caso no es excepcional, es similar al de otros
miles de cubanos.

Mercedes, otra cubana residente en el estado de la Florida, se marchó de
la isla en el 2003 y regresa todos los años para continuar un
tratamiento debido al hipotiroidismo que padece, consecuencia de un
tumor recurrente en las glándulas tiroideas:

"Me fui (en el 2003) ya operada y con tratamiento (…). Regreso todos los
años, me hago las pruebas aquí en la Covadonga y recibo tratamiento
normalmente, como si viviera aquí. (…) No tengo que pagar pero siempre
traigo regalitos a la enfermera, a los médicos, a todos los que me
atienden, así aseguro que siempre me atiendan. (…) Con todo y eso, aquí
en Cuba resulta más barato que en Estados Unidos. (…) Me renuevan el
tarjetón todos los años (tarjeta para la adquisición de medicamentos
regulados en las farmacias estatales) y así yo compro las pastillas que
necesito y me las llevo porque también me salen muy baratas", afirma
Mercedes que además aprovecha sus visitas a Cuba para adquirir en las
farmacias grandes cantidades de Captopril de 25 mg y de ácido acetil
salicílico de 125 mg, otros medicamentos regulados que su esposo,
también residente en los Estados Unidos, usa para el tratamiento de la
hipertensión arterial:

"También es un medicamento por tarjetón pero yo lo consigo fácil en las
farmacias, pagándolo a sobreprecio. No tenemos dinero para venir los dos
a Cuba, así que mi esposo no ha podido cambiar el tratamiento para la
presión. El año que viene tendremos que sacrificarnos y viajar los dos
porque a él ya tienen que cambiarle la dosis o el medicamento", dice
Mercedes.

Otras personas también aceptan que han tenido que pagar, más bien
sobornar, para lograr o agilizar las atenciones médicas en centros
hospitalarios gratuitos de La Habana, tanto los que retornan
periódicamente para recibir o continuar tratamientos o aquellos que se
preparan a emigrar.

Osmany tiene 32 años y emigrará a los Estados Unidos antes que finalice
el 2016. Pudo viajar desde junio pero ha postergado la salida para, como
él mismo afirma, "irse como nuevo". Con la expresión describe un
procedimiento que se ha convertido en habitual para quienes se marchan
"definitivamente".

Osmany lleva meses sometiéndose a chequeos médicos exhaustivos y a
varios tratamientos estomatológicos. Ha escuchado sobre los altos costos
de la salud en los Estados Unidos e intenta quitarse un gran peso de
encima, más cuando se alista para realizar su sueño de triunfar y hacer
dinero, una quimera que pudiera ser frustrada por una enfermedad
repentina, no sospechada.

"Me hice todos los análisis, de hemoglobina, de azúcar, VIH,
electrocardiogramas y hasta me revisé la próstata. Me arreglé toda la
boca. Ahora estoy pensando en extraerme el apéndice. Quiero estar como
un bebé, irme como nuevo. (…) He tenido que pagar algo pero sé que eso
no es nada con lo que dicen que vale allá (en los Estados Unidos)",
comenta Osmany.

¿Demasiado peso para el sistema de salud?

El número creciente de casos de cubanos no residentes en Cuba así como
de personas en vías de emigrar que constantemente reciben atención
médica gratuita en la isla fuera de cualquier control, pudiera ser uno
de esos grandes problemas, al parecer no detectados que, en corto plazo,
contribuirán al colapso de un sistema de salud virtualmente gratuito
pero inmerso en una crisis por falta de recursos y de especialistas.

Juan Carlos, cardiólogo de un hospital de la capital cubana, aunque no
admite recibir sobornos por sus servicios, reconoce que son decenas los
casos de cubanos no residentes que son atendidos a diario:

"Puedo tener varios casos en el día. Los traen las enfermeras, las
recepcionistas, amigos, vecinos u otros colegas de otras especialidades,
te piden el favor y terminas atendiéndolos porque uno hace lo mismo. (…)
Yo no cobro pero no descarto que otros lo hagan porque a mí me han
propuesto dinero, regalos y esa es la mecánica. (…) Son cubanos igual
que uno, pero uno entiende que el dinero les facilita un tratamiento
preferencial, y al mismo tiempo están consumiendo recursos que les
corresponden a los cubanos que residen en Cuba. (…) No es un asunto
político, ni de discriminación, es un problema de sacar cuentas y ver
que no es sostenible", opina Juan Carlos.

Ana María, una médico con más de treinta años en el ejercicio de su
profesión, también reconoce que son numerosos los casos y que,
posiblemente, están repercutiendo negativamente en el sistema de salud:

"No hay modo de saber cuánto está afectando la situación. No sabes quién
reside fuera y quién no. Pero hay cientos de hospitales en Cuba y
tengamos en cuenta que todos los meses pudieran atenderse por lo bajito
unos diez o veinte casos como esos. (…) No existe un sistema
constantemente actualizado sobre quiénes son los que no deben recibir
atención gratuita por su situación migratoria. Hay quienes viven fuera
de Cuba desde hace más de veinte años y continúan asistiendo a consulta
y comprando sus medicamentos en nuestras farmacias a pesar de recibir
otros beneficios de salud en los países donde residen permanentemente.
(…) lo hacen porque les sale más barato aquí y porque no existe control
ni en los hospitales ni en las aduanas, por donde salen kilogramos de
medicamentos regulados que después están en falta en las farmacias. (…)
En mi experiencia como médico y como directora he visto y he tenido
muchos casos. (…) Nadie lo ve como soborno sino como un gesto de
agradecimiento pero tengo que reconocer que eso ha sido malísimo (para)
nuestro sistema de salud y se están afectando miles de personas que
están en desventaja solo por vivir en Cuba y no contar con recursos para
obtener una buena atención", opina la también exdirectora de un hospital
de la capital cubana.

Oscar, especialista de un Centro de Rehabilitación Integral en Arroyo
Naranjo, reconoce que algunos de sus pacientes son cubanos residentes en
el exterior de manera permanente:

"Cubanos que se fueron hace años. Yo atiendo varios casos, incluso de
extranjeros casados con cubanos o que tienen amigos aquí y vienen a
hacerse tratamientos o chequeos por 20 o 30 dólares, cosas que allá les
pueden salir en miles de dólares. (…) También están los que compran las
recetas, los tarjetones, y todo eso lo da la necesidad de ganar dinero
como sea. (…) Las consecuencias son peligrosas porque el poco
medicamento que llega a las farmacias termina siendo acaparado por las
propias dependientas que prefieren venderlo al mejor postor. (…) En las
consultas suceden cosas parecidas, los médicos terminan priorizando al
que le trae el regalito o los fulitas (dólares), no escatima entonces en
hacerles análisis, placas, resonancias magnéticas, algo que a cualquier
cubano de a pie le cuesta meses y hasta años de consultas y listas de
espera", declara Oscar.

Según los datos migratorios más recientes, publicados por la Oficina
Nacional de Estadísticas, desde el 2008 y hasta el 2012 la migración
externa registró una tendencia creciente donde cerca del 60 por ciento
correspondía a personas adultas. Desde 2013 hasta la fecha, el promedio
de cubanos marchando definitivamente hacia los Estados Unidos se mantuvo
sobre las 20 000 personas anuales, cifra que no contempla a los cubanos
que eligieron otros países para establecerse. La composición etaria y el
incremento de la emigración cubana conducen a pensar en un posible
aumento de la cantidad de aquellos que más tarde, luego de obtener la
residencia, retornan regularmente a Cuba por asuntos de salud y se torna
preciso calcular qué beneficios o perjuicios representan para la
economía cubana.

Es preocupante que no existan estudios realizados o en vías de
realizarse que vinculen los datos migratorios con otro tipo de
estadísticas del sector de la salud que ayuden a calcular los efectos de
este fenómeno en una economía en proceso de reformulación y un sistema
de salud debilitado. Sin embargo, más que tales ausencias, llama la
atención que, siendo este un problema de larga data y que posiblemente
resulte un agravante de la crisis actual, hasta el momento no haya sido
implementado desde las instancias de gobierno un sistema de control
efectivo o que, desde la prensa oficialista, ningún funcionario haya
activado las alarmas.

Source: Vivir en Miami y curarse en La Habana | Cubanet -
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