viernes, 10 de septiembre de 2010

EL ANÁLISIS DE LAS REFORMAS DE LA ECONOMÍA CUBANA

EL ANÁLISIS DE LAS REFORMAS DE LA ECONOMÍA CUBANA
10-09-2010.
Elías Amor Bravo
Economista ULC

(www.miscelaneasdecuba.net).- El diario español EL Mundo en su edición
de hoy 10 de septiembre, se hace eco de un documento con membrete
oficial del único partido y sindicato que está autorizado a funcionar en
la Isla, en el que se contiene, con cierto detalle, el sentido y la
orientación del plan de reformas en materia económica.

Al parecer ya está decidida la expulsión más o menos inmediata de
600.000 empleados estatales con una indemnización de un mes de sueldo.
De manera simultánea, anuncian la concesión de 250.000 licencias para
pequeñas empresas.

Para empezar, nada garantiza que ese anuncio suponga la creación de
empresas y la corrección inmediata de la elevada cifra de desempleo. Lo
más probable es que suceda todo lo contrario, y que la iniciativa
empresarial no acepte las reglas del juego fijadas por los hermanos
Castro. Yo jamás recomendaría a un cubano que, con el marco actual de
reformas, pusiera en marcha una empresa, en tanto en cuanto no se
aclaren algunas cuestiones fundamentales.

Estas cuestiones hasta la fecha no parecen tener respuesta. Por ejemplo,
cómo se van a crear esas nuevas empresas y que figura jurídica van a
tener, en qué sectores o actividades de forma libre se podrán crear las
empresas, qué márgenes de beneficio van a obtener, dónde se podrán
aprovisionar de los medios de producción, materias primas y tecnología,
cuál será la financiación, parece que se piensa autorizar la recepción
de remesas del extranjero pero dudo de la efectividad a corto plazo de
las mismas, sobre todo con su distribución por edades y destino a la
atención de necesidades primarias, o también cómo se realizará la
contratación de trabajadores y la fijación de salarios, cuestiones que,
mucho me temo, el régimen no ha tenido mucho interés en analizar.

En suma, para llevar la economía estalinista cubana hacia el sistema de
economía de mercado, hay que hacer muchas cosas y creérselas realmente.

A resultas de la combinación de estas medidas, cabe suponer que
aumentará rápidamente el desempleo, un fenómeno que la manipulación
estadística ha ocultado históricamente de las cuentas nacionales, pero
lo que es más grave aún, las ineficiencias productivas y escaseces que
afronta la población, tampoco se van a ver corregidas con las medidas
que ya se han anunciado, ya que no se van a alcanzar los niveles de
dimensión productiva con empresas independientes de la iniciativa
estatal en un período de tiempo muy corto.

La aparición del desempleo va a generar más tensiones sociales. Las
personas que pierdan su puesto de trabajo en el Estado y no se puedan
incorporar a la dinámica de las nuevas empresas, qué van a hacer. Esta
es una cuestión que arroja incertidumbre hacia el plan de reformas. En
materia de asuntos económicos, no se puede improvisar, ni mucho menos,
actuar con cobardía. La visión estalinista de una economía privada
sometida a los imperativos de un control burocrático, que parece ser la
apuesta del raulismo castrista para la economía cubana, no es una
solución viable.

Tal vez habría que empezar por otro sitio bien distinto. Porque una cosa
es la gestión privada de la economía y la recuperación del mercado como
mecanismo de asignación, que es lo que se pretende en Cuba, y otra bien
distinta es la existencia de un marco previo, jurídicamente estable, de
derechos de propiedad que fije la titularidad de los activos existentes
en la economía, el mecanismo de acceso a los derechos reales y
sucesorios, y las fórmulas de transmisión de la riqueza y la renta
generadas con el proceso productivo. Y de eso, hasta ahora, no aparece
nada en los documentos reseñados.

El régimen castrista rechaza aceptar que la libertad económica disponga
de un espacio suficientemente amplio y estable para que los agentes
económicos puedan definir y tomar sus decisiones en términos de la mejor
fuente de información que existe, que son los precios.

Del contenido del plan se concluye que la dirigencia comunista cubana
sigue sin confiar en la propiedad privada, y la pretende manipular en
beneficio propio, básicamente para ganar tiempo y conservar el poder
político. Su reflexión es que ante un escenario ciertamente lúgubre y
pesimista, tal vez convenga dejar un poco de oxígeno para ver que hacen
las cooperativas, las pequeñas empresas hasta ahora ilegales, y alguna
que otra iniciativa similar. Si las cosas no salen bien, se da carpetazo
y vuelta atrás.

Por ello, el control y el derecho de la propiedad se mantiene en manos
del Estado, la definición de los mecanismos de asignación sigue
dependiendo de decisiones políticas, y la obsesión con eliminar
cualquier proceso de acumulación de capital y beneficios, criminalizando
la actividad empresarial, frena y obstaculiza el proceso. Esa no es la
solución.

La libertad económica exige derechos de propiedad para el ejercicio real
de esa libertad, con autonomía de decisión y capacidad para asumir los
riesgos, la obtención de beneficios, y, por qué no, la aceptación del
fracaso. La esencia de la economía de mercado es esa, de los fracasos
empresariales, de la mortandad de empresas en sus primeros años de
existencia, aparecen los proyectos que luego se convierten en los
líderes de sus sectores.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29762

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