Chávez, Raúl Castro
El gobierno cubano ante la muerte de Hugo Chávez
Ni carnaval ni terremoto: simplemente "realpolitik"
Eugenio Yáñez, Miami | 07/03/2013 9:41 am
Con la muerte de Hugo Chávez se comenzaron a repetir en Miami y en mucha
prensa internacional una serie de lugares comunes que no conducen a más
nada que a la depresión y el fracaso: uno de los más recurridos, que en
La Habana están muy nerviosos.
Una de las escenas más lamentables en la noche del martes mostraba en la
televisión en español en Miami a venezolanos bebiendo, con arepas,
música y cantos, repitiendo continuamente ante las cámaras que no se
alegraban por la muerte de un ser humano sino por la oportunidad que se
abría para Venezuela. Esa última expresión la repitieron también algunos
políticos del sur de La Florida. Con lo cual unos y otros mostraban,
simultáneamente, hipocresía en las declaraciones y despiste político.
Innumerables veces se ha repetido, refiriéndose a Hugo Chávez y sus
sucesores, que el liderazgo y el carisma no se heredan, lo cual es
absolutamente cierto. Sin embargo, derivar de esa premisa el fracaso
garantizado de los sucesores es la perfección del sofisma: ¿quién dice
que sin liderazgo y carisma no se puede gobernar un país controlando los
principales mecanismos del poder? ¿Por qué no le preguntan a Raúl Castro?
Lo más grave para los sucesores de Chávez no será carecer de liderazgo o
carisma, sino carecer de dinero en las arcas del gobierno para continuar
financiando el clientelismo político y las medidas populistas. Y si bien
la situación económica venezolana no es la misma de algunos años atrás,
y puede empeorar mucho más, hay que preguntarse si realmente las arcas
del chavismo están tan vacías como se dice. Pretender analizar la
Venezuela chavista como un país normal y abierto, como se ha querido
hacer con Cuba, solamente lleva a confusión y enredo.
La misma cantinela sobre carisma y liderazgo se repetía acerca de Cuba
en 2006, cuando era evidente que la salud de Fidel Castro se deterioraba
y Raúl Castro, aceleradamente, resucitaba el secretariado del partido
comunista cubano y afinaba un conjunto de medidas para garantizar la
sucesión. A partir del 31 de julio de ese año, cuando se anunció la
enfermedad del Comandante y su alejamiento del poder "con carácter
provisional", se repitió hasta el aburrimiento lo que ya se venía
diciendo, y se especuló con la imposibilidad de que el general pudiera
mantener el timón de la nave sin grandes cataclismos.
Sin embargo, en estos momentos, Raúl Castro, sin el liderazgo ni el
carisma de su hermano mayor, llevaba ya seis años, siete meses y siete
días en el poder absoluto (entre la etapa provisional y la oficial), sin
dar muestras de que el control se le esté escapando de las manos, sino
todo lo contrario.
Ahora hay muchos que se preguntan qué estará pasando por la mente de los
dirigentes cubanos en ocasión de la muerte de Chávez. Lo que esté
pasando exactamente es imposible saberlo, pero lo que es seguro es que
eso no los sorprendió, porque muchas variantes posibles ya estaban
analizadas desde mucho antes.
Nos pasamos el tiempo diciendo que los militares gobiernan en Cuba y
controlan la economía cubana, lo cual es completamente cierto, pero
después de decirlo consideramos que esos militares piensan y razonan
como civiles tomando café en Hialeah o parejas de enamorados bebiendo
cerveza en Varadero.
Lo que menos gusta a los militares de cualquier país del mundo son las
sorpresas: un militar sorprendido es un militar derrotado. Por eso viven
continuamente "apreciando la situación" y analizando los escenarios
posibles para cada contexto, así como las variantes de decisiones para
cada caso.
Con la salud de Hugo Chávez ha sido exactamente así: nadie conocía mejor
que los gobernantes cubanos la naturaleza exacta de la salud del aliado
bolivariano y los pronósticos sobre su enfermedad. Sin embargo, el
eventual candidato opositor en unas elecciones que podrían celebrarse
muy pronto, andaba por New York en viaje privado, visitando a su
hermana: como ciudadano privado está en todo su derecho, pero como líder
político podría pensarse si estaba en el lugar equivocado. Y mientras él
viajaba, los militares cubanos y sus aliados en Caracas estaban listos
para enfrentar y anunciar la muerte de Chávez en el momento que se
produjera, y para ganar las próximas elecciones.
Dije, e insisto, "en el momento en que se produjera" la muerte, porque
han comenzado a circular rumores en el imaginario popular que señalan
que Chávez habría muerto mucho antes, o que nunca habría llegado al
Hospital Militar en Caracas porque seguía en La Habana, o que lo
volvieron a llevar para Cuba, y muchas cosas más. Aun si eso pudiera
probarse, ¿cómo cambiaría la situación para las elecciones? Demostrar
que el gobierno venezolano no fue transparente o mintió no hará que los
chavistas de a pie dejen de votar por el candidato del oficialismo,
quienquiera que sea.
Lo interesante es que mientras muchos se desgastan queriendo investigar
sobre esos temas, haciendo declaraciones altisonantes, o razonando
escolásticamente sobre las disposiciones sucesorias en la constitución
venezolana, sin entender cómo funciona el poder, que no es exactamente
como dicen las leyes, los herederos del chavismo ya habían comenzado
desde mucho antes, asesorados por La Habana, a afianzar el proceso de
endiosamiento del enfermo para aprovechar ampliamente la enorme ventaja
emocional que tales situaciones generan. Y a engrasar y mover los
mecanismos para aplastar a la oposición en las elecciones que deberán
realizarse dentro de muy poco, donde todas las ventajas y las
herramientas ocultas están a favor del chavismo, y donde no tiene
sentido dudar que se producirá una aplastante "victoria popular". Para
lograr esa victoria, los siete días de duelo, que ya están corriendo,
son decisivos. Y el resultado electoral tendrá, además, el aplauso de
América Latina y el Caribe y la legitimación de los organismos
internacionales.
Sin embargo, con estas realidades por delante, hay quienes en Venezuela
y en el exterior, Miami incluido, siguen hablando de las desavenencias
entre "el autobusero" Nicolás Maduro y "el tenientico" Diosdado Cabello,
dando por seguro el descalabro del bloque bolivariano en muy poco
tiempo, debido a las discrepancias entre chavistas.
Una vez más, dulce e inútil historia. ¿Serán las discrepancias
Maduro-Cabello más fuertes, antiguas o profundas, que las de Raúl Castro
y Ramiro Valdés en Cuba? Y ya hemos visto como se resolvieron esos
problemas cuando, tras la enfermedad de Fidel Castro, se podía poner en
peligro el poder si ellos se desgastaban en luchas intestinas, por lo
que se lograron rápidamente los acomodos necesarios para que no se
produjeran fracturas comprometedoras.
Además, en el caso de Venezuela, son militares chavistas los que están
ubicados en las principales posiciones de mando y control de tropas y en
los servicios de seguridad, que es donde resulta fundamental estar para
controlar los aparatos armados y el poder.
Finalmente, el tema del petróleo se menciona continuamente para hablar
del futuro de las relaciones con el Gobierno cubano. Digámoslo
claramente: aun en el muy poco probable escenario de que la oposición
ganara las elecciones presidenciales, no le sería posible cortar de
golpe los suministros petroleros hacia Cuba. Un gobierno opositor que
surgiera de esas elecciones tendría que lidiar con la realidad de
alrededor de cuarenta mil "cooperantes" cubanos en todo el país, muchos
de los cuales han pasado el servicio militar, saben manejar las armas, y
como es costumbre en las misiones de colaboración cubana en el exterior,
tienen su organización militar para situaciones de emergencia. Un
eventual gobierno opositor en Venezuela no puede arriesgarse a choques
de ese tipo.
Maduro responde a La Habana, tanto como Cabello y todo el grupo duro de
los chavistas, no por solidaridad abstracta, sino por necesidad: el
principal mecanismo de sostén de los chavistas es el régimen cubano, con
sus efectivas combinaciones de misiones sociales de gran arraigo popular
en el país (salud, educación, deportes, cultura), sus eficientes
servicios de inteligencia y contrainteligencia, sus mecanismos de
propaganda, educación y "orientación revolucionaria", su know-how
dictatorial, sus asesores militares, y sus colaboradores-asesores en las
más altas esferas del gobierno.
Mientras haya recursos y condiciones políticas, el flujo petrolero de
Venezuela hacia Cuba no amainará. Y si la crisis económica forzara a
reducir los suministros subsidiados de hidrocarburos, hay muchos
receptores de Petrocaribe a quienes comenzar a limitar antes de propinar
recortes demoledores a La Habana. Si de todas formas hubiera que cortar,
sería con tiempo suficiente para que Raúl Castro recomponga sus esquemas
petroleros, lo que, por otra parte, viene haciendo desde que se conoció
de la enfermedad de Hugo Chávez, e incluso antes, para no depender de un
único suministrador.
Los sucesores de Chávez no podrán mantener el mismo ritmo vertiginoso de
la chequera bolivariana en el ALBA y tantos otros proyectos alocados
creados por el ahora difunto líder, muchos de los cuales beneficiaban al
Gobierno cubano. Se podrán ver recortes y limitaciones en los convenios
y la ayuda hacia Cuba, pero eso no significa que se hagan de manera
traumática ni que sucederá como cuando el desmerengamiento de la Unión
Soviética: no tiene sentido para los chavistas debilitar a quienes les
aseguran el poder.
De manera que para el Gobierno cubano, la muerte de Hugo Chávez supone
determinados ajustes, maniobras y selección de prioridades y opciones,
pero no representa ni un carnaval ni un terremoto: simplemente, algo
previsto en las alternativas de la realpolitik.
Naturalmente, todos los proyectos sucesores anteriormente mencionados
podrían fallar si en Venezuela surgiera una situación de
ingobernabilidad que pusiera en peligro los mismos cimientos del poder
chavista y sus protectores cubanos. Pero eso, sin un liderazgo opositor
efectivo —que en estos momentos no parece capaz ni siquiera de
organizarse y ponerse de acuerdo para definir una estrategia— queda en
el campo de las quimeras.
Así que algunos seguirán bailando, cantando y bebiendo, celebrando una
supuesta oportunidad, y diciendo que lo hacen sin alegrarse de la muerte
de un ser humano.
Por su parte, quienes controlan el poder en Cuba y Venezuela seguirán
ocupados en cosas mucho más importantes para ellos.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/el-gobierno-cubano-ante-la-muerte-de-hugo-chavez-283376
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