martes, 27 de agosto de 2013

Una isla sin peces

ECOLOGÍA



Una isla sin peces

ALBERTO MÉNDEZ CASTELLÓ | Puerto Padre | 26 Ago 2013 - 7:10 pm.



La claria o pez gato se ha adueñado de las aguas nacionales. El Gobierno

tapa un crimen ecológico con un sofisma económico.



El pez claria pierde mala fama y gana adeptos, tituló el diario Granma

un artículo publicado el pasado 10 de julio, ensalzando las bondades

culinarias del pez gato.



"Después de un ingrato debut en el que varias razones atentaron contra

su imagen pública, el pez claria sigue ganando aceptación aquí, entre

productores y consumidores", afirmó el corresponsal de Granma en Las Tunas.



"Poco a poco pierde fuerza aquel rechazo que inicialmente hicieron

muchos ciudadanos, unos por desconocimiento o falta de información y

otros dejados llevar quizás por la infeliz denominación de pez gato,

impresionados por la apariencia externa del animal o por las leyendas y

comentarios entorno a sus extraños hábitos alimentarios", argumentaba el

periodista.



Vamos a ver… ¿Los cubanos rechazaban el pez gato por falta de

información? ¿Por sus extraños hábitos alimentarios? ¿Por leyendas y

comentarios? ¿Por la infeliz denominación del pez gato?



Según Granma, órgano el Partido Comunista, la mala fama del pez gato —o

del camarada claria— es obra y gracia de algo así como el choteo, la

incultura de esta tribu incivil que bajo el rótulo de cubanos de barrio

van por ahí respirando por la herida, es decir, cometiendo indisciplinas

sociales.



"Hank estaba en el fondo del río San Francisco. Cuando pensé en él allá

abajo con los peces gato se me pasó el apetito. El río San Francisco

tenía 15 metros de profundidad y cerca del embarcadero del puente había

peces gato de hasta 30 kilos que devoraban todo cuanto encontraban a su

alcance. Eran peces carroñeros, de gran tamaño, que solo se movían

cuando había comida cerca. Ricky había pescado uno. Pesaba 22 kilos y al

abrirle el vientre se derramaron toda suerte de desperdicios: una bujía

de encendido, una canica, montones de pececillos a medio digerir, dos

monedas de centavo, y algunas sustancias sospechosas más tarde

identificadas como desechos humanos. Abuela jamás volvió a freír otro

pez gato y papá desistió de seguir comiendo pescado de agua dulce".



El párrafo anterior es un retrato literario del pez gato, realizado por

el escritor John Grisham en su novela traducida al español con el título

de La Granja, publicada en el año 2000, luego libre de sospecha el

novelista norteamericano de atentar contra la "imagen pública" del

camarada pez claria, traído a Cuba para conocer sus hábitos alimentarios

en julio de 1999 y solo presente en mayor escala entre nosotros,

precisamente, a partir del año 2000, cuando A Painted House (título en

inglés de la novela de Grisham) apenas estrenaba estante en las

librerías de Estados Unidos.



Pero si la descripción literaria del pez claria salida de la pluma de un

autor norteamericano pudiera resultar sospechosa en Granma, he aquí el

testimonio de un biólogo cubano, el que sin eufemismos llama al camarada

pez claria por su nombre:



"El pez gato está clasificado como un depredador omnívoro que incluye en

su dieta una inmensa variedad de presas y material vegetal. Cuenta con

adaptaciones anatómicas que le permiten una depredación eficiente: una

abundante red de órganos sensoriales para la detección de las presas,

una boca amplia que le permite generar fuerza de succión para atrapar el

alimento y una extensa banda de dientes recurvados en sus mandíbulas y

faringe que impide que las presas escapen. En Cuba se tienen registros

de contenidos estomacales que evidencian el consumo de invertebrados,

peces, ranas, aves, pichones, roedores", dice la reseña, titulada Pez

gato: ¿amenaza?, aparecida en el volumen Aves acuáticas en los humedales

de Cuba, de un colectivo de autores.



La denominación de pez gato no es infeliz, como dice Granma, sino que

obedece a la configuración anatómica de una tribu, técnicamente

hablando, y de su comportamiento en un hábitat compartido.



Por qué en Las Tunas se consume un filete de pez gato en lugar de uno de

pargo o de pez espada, más que un eufemismo acuático para enmascarar un

producto desagradable, es un sofisma económico.



Del crimen ecológico al sofisma económico



La Nochebuena de 2009, cuando recién fundado DIARIO DE CUBA estuve en La

Ciénaga de Zapata para reportar el 50 aniversario de la cena del

entonces primer ministro Fidel Castro con carboneros, mientras por allá

se encontraba proyectando el desarrollo turístico de esa zona, en la

Laguna del Tesoro pregunté por las truchas, la verdadera fortuna de

aquel lugar.



"¿Las truchas…? ¡Las truchas se las comieron los peces gatos!", dijo un

lugareño, como si yo hubiera preguntado por seres prehistóricos.



La noticia parecía irreal. Apenas medio siglo atrás, deportistas

internacionales viajaban cientos de millas para probar suerte en

aquellas aguas.



Pagaban cien dólares diarios por cada una de las ocho plazas de la única

cabaña existente en la laguna.



En la Laguna del Tesoro habían capturado la mayor trucha del mundo; un

ejemplar que con treinta libras de peso, había implantado un sonado

récord internacional.



Pero si resultaba inaudita la prontitud conque el pez gato se había

multiplicado, la eficacia del depredador al ejecutar su tarea en

territorio cubano era poco menos que fenomenal.



"En 1999 el Ministerio de la Industria Pesquera introdujo el pez gato

africano (Clarias gariepinus) con fines investigativos, pero ya en el

2000 hicieron una segunda introducción en mayor escala, y además del

africano introdujeron el pez gato asiático (Clarias macrocephalus) con

el objetivo de cruzar las dos especies para producir un hibrido

destinado a la producción acuícola intensiva. Lo cierto es que ahora

tenemos peces gatos en cuanto charco hay en Cuba, capaces de comerse

ellos mismos cuando no encuentran otra cosa", explica un biólogo

entrevistado tan pronto regresé de La Ciénaga de Zapata.



"Muchos días después de una crecida, cuando ya no había ni una gota de

agua en el campo, me los encontré, ¡vivitos y coleando entre los surcos!

Jamás había visto peces vivos durante tanto tiempo fuera del agua", dice

un campesino asombrado al encontrar peces gatos en su sembrado.



"Efectivamente, en suelos húmedos el pez gato puede sobrevivir fuera del

agua durante horas, días o semanas, porque posee un sistema respiratorio

suprabranquial que le permite tomar oxígeno directamente de la

atmósfera, casi como usted y como yo y no como un pez. Eso lo sitúa en

condiciones superiores a nuestras especies autóctonas para resistir

situaciones adversas", aclara el biólogo tras el hallazgo de peces gato

en el sembrado de maíz del campesino.



"¿Por qué introducir un depredador en nuestro territorio?", pregunté al

especialista.



"Incuestionablemente fue una introducción irresponsable porque se centró

toda la atención en la carne sin reparar en el carnicero.

Paradójicamente la introducción errada respondía a un interés puramente

humano."



"¿Humano…?"



"Por supuesto, muy humano: proporcionar lo más rápidamente posible una

fuente de proteínas a once millones de almas habitando una isla sin

peces, y después de las aves, ¿usted sabe de algo más rápido que un gato…?"



La lógica del biólogo parecería blindada si meras plumas no estuvieran

atravesando esa coraza.



Al grito de… "¡Pollo por pescado!", la gente corre a las carnicerías.

¿Por qué? El mismísimo general Raúl Castro lo admitió el pasado 7 de julio:



"Así, una parte de la sociedad ha pasado a ver normal (…) la captura de

especies marinas en peligro de extinción (y) el uso de artes masivas de

pesca."



Lo que el General no dijo fue que, precisamente, fueron encumbrados

personajes del régimen los que en más cantidad y con mejores medios

llevaron a cabo "la captura de especies marinas en peligro de extinción".



El General tampoco reconoció la culpabilidad del Estado a través del

Ministerio de la Industria Pesquera en el aniquilamiento de los recursos

pesqueros de la nación con el "uso de artes masivas de pesca".



El Señor Presidente, al mencionar tales artes de pesca, debió referirse

a las costas cubanas sembradas de corrales por entidades bajo su

Gobierno: "Corrales donde pez que entra, pez que no sale", como me

dijera un experimentado pescador; debió referirse el Señor Presidente a

los chinchorros de arrastre del Ministerio de la Pesca: "Esos

chinchorros destruyeron o dañaron no solo la fauna sino también

importantes bancos de corales", confirma un especialista.



Cuba cuenta con 5.746 kilómetros de costas, una lluvia promedio anual de

1069,2 milímetros con una humedad relativa del 81,0 por ciento y 25,0

grados de temperatura media. La capacidad de agua embalsada suma decenas

de millones de metros cúbicos; con todo, en Cuba no hay pescado ni aún

para cumplir con la cartilla de racionamiento, por lo que por ese

concepto, los cubanos reciben unos pocos gramos de pollo importado

aparentemente a precios subvencionados, porque en realidad, el kilogramo

de cuartos de pollo cuesta 2.30 CUC en las TRD, esto es, 57.50 pesos,

algo así como un octavo del salario promedio nacional por kilogramo de

pollo.



Y… de pescado, ni que decir: una lata de sardina importada del Ecuador

cuesta 1,90 pesos convertibles, esto es, 47,50 pesos, aproximadamente el

salario de por lo menos tres días de trabajo por una lata de sardina.



En el artículo El pez claria pierde mala fama y gana adeptos, el

articulista de Granma en Las Tunas dice "más plata y mejor plato",

refiriéndose a los dividendos de los pescadores de agua dulce y al pez

gato que debemos llevar a la mesa.



El crimen ecológico cometido con la introducción del pez gato en Cuba

está a la vista. Lo que está por ver es quién llevará a su mesa un

filete de bigotudo cuando los cubanos seamos capaces de recuperar

nuestra fauna fluvial y marina.



Ah… y de paso salir del falso razonamiento económico que nos llevó a

creernos poseedores, cuando en realidad éramos meros mantenidos.



Quizás así un día contemos con una Flota Cubana de Pesca, de plataforma

y de altura, propia. Ese es el único camino para conseguir más plata y

mejores platos y que no pretendan pasarnos gatos por pescados, por muy

semejantes a los peces que resulten los mininos.



Source: "Una isla sin peces | Diario de Cuba" -

http://www.diariodecuba.com/cuba/1377448399_4785.html

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