jueves, 24 de octubre de 2013

Unificación monetaria o precios descontrolados

REFORMAS ECONÓMICAS



Unificación monetaria o precios descontrolados

ELÍAS AMOR | Valencia | 24 Oct 2013 - 9:01 am.



Lo que interesa a los cubanos es que precios y salarios se ajusten a una

situación de equilibrio, algo imposible en una economía quebrada e

improductiva.



El problema de la unificación monetaria es importante. No tanto por su

complejidad sino por los efectos que, sin duda, va a generar. Las

autoridades lo saben. Por ello, ni se comprometen en los plazos, ni

aclaran cuál va a ser el cronograma, y anuncian la medida como parte de

un nuevo proceso experimental cuyo desenlace no es conocido.



Son conscientes de las notables desigualdades que se han producido por

el acceso diferente que tienen los distintos colectivos de la sociedad a

la moneda en la que prácticamente todo se puede conseguir, el CUC. Los

cubanos que solo obtienen sus ingresos en pesos cubanos, CUP, tienen

muchas dificultades para llegar a fin de mes. Con el cambio fijado en 1

por 24. Y aunque la canasta de bienes subvencionados, la antigua libreta

de racionamiento, se mantiene a duras penas, cada vez es mayor el número

de productos y servicios que solo se pueden adquirir con la moneda

convertible a unos precios también muy superiores. Eso, aunque no se

quiera reconocer, supone desigualdades, si bien es cierto que el origen

de éstas es mucho más complejo.



Desde la implantación del CUC y su auge en la Isla, las diferencias

entre los precios de los bienes y servicios valorados en CUC en el

mercado en que prácticamente todo se puede conseguir, y los productos

escasos y de mala calidad subsidiados por el Estado, no han hecho más

que aumentar. No existe una medida rigurosa de la inflación en la

economía castrista por ello. Al existir dos áreas distintas para el

comprador, no hay forma de determinar un índice general de precios de

bienes de consumo. Las autoridades ofrecen cada año unas estimaciones

relativas a los precios en el área subsidiada de la economía, que ya no

se corresponden con la realidad.



Algunos ejemplos confirman la incidencia de la doble moneda en el día a

día de los cubanos. Por ejemplo, el precio de una botella de aceite en

una tienda en la que aceptan el pago en divisas cuesta entre 2 y 3 CUC

(2 y 3 dólares). Esto supone que el cubano que solo obtiene ingresos en

CUP debe reunir entre 48 y 72 CUP para poder comprar esa misma botella

(teniendo en cuenta que el salario medio de los cubanos ronda los 450

CUP al mes, dedicaría casi el 15% de sus ingresos a la compra de la

botella de aceite). Casi imposible. Con el CUP no se puede comprar

prácticamente nada. Con el CUC se puede conseguir todo. Esa percepción

es muy negativa y las autoridades se tienen que empeñar en la corrección

de esa imagen negativa.



Las diferencias son asombrosas y no admiten comparación. El precio medio

de la compra por la libreta de racionamiento para una familia de cuatro

personas cuesta unos 25 pesos cubanos (1 dólar) y alcanza, a duras

penas, para una semana. La realidad es que la canasta de productos

subsidiados es cada vez más reducida e impide cubrir todas las

necesidades de las familias. Una situación estructural en la economía

castrista desde que se implantó la nefasta libreta a comienzos de los

años 60.



La conclusión es que la familia promedio no puede mantenerse con ese

nivel de bienes subsidiados (que por otra parte paga indirectamente con

su salario, habida cuenta que su empresario es el Estado que de un modo

u otro le recompensa por esa vía de compra racionada para no pagar

sueldos más elevados) y se ve obligada a completar sus compras en los

mercados en divisas. Mientras que las familias en el exterior envían

remesas, los problemas se pueden ir superando con dificultades. Pero los

cubanos que no tienen esa vía de ingresos externos, o se acercan a

empleos en el área de la moneda fuerte, o se deben ajustar a lo que el

estado castrista suministra a bajo precio.



Esta fórmula podría servir en aquellos años en que la economía castrista

recibía una generosa ayuda procedente de la URSS, ya que entonces el

Estado podía destinar los ingresos recibidos a cualquier fin o

prioridad. Pero aquellos tiempos tocaron a su fin, y la economía

nacional carece de fuentes de obtención de ingresos en la economía

global. Su insuficiencia financiera se ha convertido en un problema

estructural al que las autoridades no prestan la debida atención ni

implementan las medidas más adecuadas.



Las reformas en la agricultura con la entrega de tierras, que tenían

como objetivo conseguir la producción de alimentos para la población, no

han servido para poner fin al elevado coste anual que para el régimen

supone el subsidio de los alimentos importados, que según estimaciones

oficiales se sitúa en torno a unos mil millones de dólares anuales. Se

da la paradoja que más del 80% de los alimentos consumidos en la libreta

de racionamiento procede del exterior. Una factura que el régimen ya no

puede pagar, en tanto que los precios de los productos que se venden en

los mercados en divisas aumentan de forma continua, lo que suscita no

pocas críticas.



El caso es que las desigualdades en el país son evidentes porque cada

vez son menos los productos que se pagan en pesos cubanos y más los que

se ofertan en CUC a precios casi imposibles para la mayoría de los

bolsillos.



Por ello, a los cubanos la cuestión de la unión monetaria les interesa,

pero lo que realmente quieren es que los precios y los salarios se

ajusten a una situación de equilibrio. Los que solo obtienen ingresos en

CUP quieren que los precios en los mercados en moneda convertible bajen

de los actuales niveles. Si la unificación dejase los actuales precios

—como el de la botella de aceite antes citado— inalterados, la gravedad

de la situación sería alarmante.



La alternativa, una subida salarial, exigiría una transformación

estructural de la economía, con una participación mayoritaria de la

propiedad privada en el conjunto de las actividades productivas y

retribuciones acordes a los niveles de productividad del trabajo.



Como esta posibilidad no entra en los diseños de la denominada

"actualización del socialismo", la alternativa debe ser influir sobre

los precios para que no aumenten. Y para ello, se requieren medidas

mucho más efectivas que las adoptadas en los Lineamientos, medidas que

liberalicen el potencial productivo del país provocando un aumento

generalizado de la oferta en los mercados. Pero este es otro tema.



Source: "Unificación monetaria o precios descontrolados | Diario de

Cuba" - http://www.diariodecuba.com/cuba/1382519232_5619.html

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