sábado, 2 de noviembre de 2013

Viaje de estratega demócrata a Cuba resultó ser un fracaso

Publicado el viernes, 11.01.13



Viaje de estratega demócrata a Cuba resultó ser un fracaso

PETER WALLSTEN Y CAROL D. LEONNIG

WASHINGTON POST



Terry McAuliffe siempre se ha considerado un vendedor maestro. Siempre

fue capaz de vender cualquier cosa.



Entonces, viajó Cuba.



McAuliffe dijo que viajó a la isla para vender vino y manzanas de

Virginia. Sin embargo, los cubanos se mofaron de su propuesta durante su

visita de abril del 2010, y no fueron impresionados por el estilo

frontal de persuasión que por muchos años había llevado a McAuliffe a

tener éxito como inversionista y como negociador en la política.



Los funcionarios cubanos no sólo rechazaron la propuesta de McAuliffe

sino que además, durante repetidas reuniones, lo sermonearon sobre los

supuestos efectos adversos del embargo comercial de impuesto por los

Estados Unidos a Cuba.



En muchos aspectos, la aventura de tres días demostró el clásico estilo

de McAuliffe: fue una muestra del talante espontáneo y hasta impulsivo

que el candidato demócrata a la gobernación de Virginia podría llevar a

la mansión ejecutiva de ser elegido la semana que viene.



McAuliffe estaba, en efecto, llevándose por su instinto —dependiendo en

gran medida de su encanto personal y esperando lo mejor, incluso cuando

muchos a su alrededor aseguran que veían pocas posibilidades de éxito.



El viaje tenia el propósito —al menos en parte— de borrar la molestia

del resultado obtenido por McAuliffe en las elecciones a gobernador del

año pasado y, al mismo tiempo, representaba una oportunidad para

demostrar sus habilidades como negociador y promotor del estado que

representa, con miras a su segunda postulación política. Luego de que

todo se desmoronara, McAuliffe conservó su ánimo permanentemente alegre

de vendedor, aun cuando, en privado, sus compañeros de viaje lamentaban

lo que fuera más un fracaso que un triunfo.



REPORTE PROMETEDOR



McAuliffe regresó de La Habana con un reporte prometedor: "Logramos que

acordaran abrir el mercado a los vinos de Virginia", dijo a The

Washington Post en aquel momento. "Por primera vez en la historia, vamos

a exportar vinos de Virginia a Cuba".



En realidad, el viaje de ventas había sido un fracaso.



"Pensé, '¿Qué acaba de pasar? ¿Nos robaron?' ", dijo Blaze Wharton, un

amigo de McAuliffe y cabildero de Utah que organizó el viaje para

McAuliffe y para un grupo de empresarios amigos con conexiones políticas.



"Todos creíamos que iba a funcionar", dijo Wharton. Sin embargo añadió,

"No fue a ningún lado".



¿Por qué McAuliffe escogió Cuba, una isla bajo el mando de un régimen

comunista con una economía moribunda, como el lugar apropiado para

mostrar su disposición de abogar por el comercio de Virginia? Es algo

que provoca curiosidad. Cualquier viaje a Cuba, que aún es designada por

el gobierno de Estados Unidos como estado patrocinador del terrorismo,

supone complicaciones —especialmente para una figura vinculada a la

elite política estadounidense, como lo es McAuliffe. El es un cercano

amigo y consejero de Hillary Clinton, que para el momento del viaje a

Cuba era Secretaria de Estado, y que, de postularse para presidente,

buscaría cortejar el voto de los cubanoamericanos, quienes son recelosos

de cualquier contacto con el régimen de la isla.



McAuliffe, quien ahora conduce una campaña en la cual se presenta como

un hábil negociador y promotor de los negocios de Virginia, raramente

menciona su único intento desde la campaña del 2009 de vender los

productos de Virginia en el exterior.



La campaña de McAuliffe declinó la posibilidad de una entrevista. Ni la

campaña de McAuliffe ni los organizadores del viaje pudieron producir

los documentos que McAuliffe debía presentar a la Oficina de Control de

Activos Extranjeros (OFAC por sus siglas en inglés), para obtener una

licencia para viajar a Cuba, ya que dijeron que no tenían copias. Un

portavoz de la OFAC dijo que la oficina no ofrece comentarios con

respecto a licencias específicas.



Su vocero, Josh Schwerin, dijo que McAuliffe había sido invitado por

Wharton a hacer el viaje "y él pensó que sería una buena oportunidad de

promocionar las manzanas y los vinos de Virginia".



Schwerin dijo que durante un punto de la visita los funcionarios cubanos

expresaron interés en organizar una "Exposición de vinos de Virginia".

Pero, agregó Schwerin, "nunca se materializó". Schwerin y McAuliffe no

tenían ningún interés financiero en el viaje y no fueron compensados por

sus esfuerzos.



Wharton afirmó que el viaje había despertado su interés en buscar

oportunidades de negocios en Cuba. Estados Unidos ha permitido la

exportación de ciertos alimentos a Cuba desde que el Congreso relajase

el embargo de la era del presidente Kennedy, en el año 2000. Dijo

Wharton que le sugirió la idea del viaje a McAuliffe, y éste, ansioso

por jugar el rol de promotor de Virginia, inmediatamente empezó a

considerar a quién podría invitar en el estado.



McAuliffe habló por teléfono con Todd Haymore, el secretario de

agricultura de Virginia, quien le dio un panorama general de la

creciente relación del estado con Cuba, incluyendo la exportación de

soya y manzanas.



Wharton dijo que financió gran parte del viaje. McAuliffe pagó por sus

gastos, dijeron Schwerin y Wharton, reembolsando a su amigo $2,500.



Pero los dos comerciantes de Virginia que McAuliffe tenía esperanzas de

hacer participar, se retiraron del viaje en el último minuto.



Henry Chiles, dueño de Crown Orchard, cerca de Charlottesville, dijo a

los organizadores del viaje que tenía que atender su sembradío debido a

un frente frío. Jim Turpin, quien inauguró un pequeño viñedo en

Lovingston hace cuatro años, dijo que decidió que venderle a la isla no

era apropiado para su negocio.



"Con un nombre como Democracy Vineyards (Viñedos Democracia), no creí

que se vendería bien en Cuba", dijo Turpin.



Sin embargo, McAuliffe continuó con el viaje.



En el transcurso de tres días, la delegación se reunió con oficiales de

la agencia de comercio cubana, el Ministerio de Relaciones Exteriores y

otros departamentos. Según los participantes, las sesiones, algunas de

la cuales duraron mucho más de una hora, comenzaban con largos discursos

por parte de los funcionarios cubanos, sobre cómo el embargo comercial

de Estados Unidos ha destruido la economía de la isla.



Los funcionarios de de la agencia oficial cubana de importaciones,

Alimport, no parecieron interesados en lo más mínimo en aprender de

McAuliffe sobre los vinos y las manzanas de Virginia —ni en ningún

negocio potencial, de acuerdo a personas familiarizadas con la reunión.



En un momento, McAuliffe se mostró visiblemente exasperado. Interrumpió

la discusión de los funcionarios de Alimport sobre el embargo, y pidió

que le concedieran la oportunidad de hablar. "Yo vine aquí a hablar

sobre manzanas y vino", dijo, según quienes participaron en la reunión.



INDIFERENCIA CUBANA



Wharton dijo que quedó perplejo ante cuán indiferentes se mostraron los

funcionarios cubanos ante los esfuerzos de McAuliffe. Después de todo,

dijeron los participantes, el consultor que Wharton había contratado

para concertar las reuniones, el experimentado asesor en asuntos

cubanos, Kirby Jones, había enviado un correo electrónico al grupo antes

del viaje, en donde aseguraba que los acuerdos eran "muy posibles", y

que debían prepararse para firmar contratos.



Sin embargo, las tensiones iban en aumento.



Durante la última noche, Wharton confrontó a Jones, el consultor. Jones,

quien llegó a conocer a Fidel cuando lo entrevistó para unos

documentales de televisión en los 70, dirigía una firma consultora con

sede en Bethesda, que se especializa en asistir a empresarios

estadounidenses a navegar el intricado régimen cubano.



Wharton dijo que Jones intentó en varias ocasiones reunirse a solas con

McAuliffe, insistiendo, incluso, en algún momento en que solo Jones y

McAuliffe podían asistir a una reunión organizada a última hora para

visitar al Cardenal Jaime Ortega, el más alto representante de la

iglesia Católica en Cuba.



Jones, quien ha llevado delegaciones de empresarios a Cuba por más de 30

años, dijo que el fracaso de McAuliffe, era típico de personas que

visitan la primera vez. Hacer negocios con los cubanos, dijo Jones, con

frecuencia requiere un seguimiento agresivo y repetidas visitas.



Un vocero de Hilary Clinton, dijo que la ex secretaria no había estado

al tanto del viaje de McAuliffe en aquel momento.



La reunión con Ortega fue el único punto positivo del viaje, dijeron los

participantes.



Varios miembros de la delegación acompañaron a McAuliffe hasta las

ornadas oficinas del cardenal. Aseguraron que la visita fue muy

emocionante para McAuliffe quien es católico. Mientras tanto, en

Virginia, las expectativas de que McAuliffe lograría vender algo a los

cubanos eran bajas.



Los funcionarios de la oficina de mercadeo de vinos de Virginia habían

ayudado a preparar materiales en anticipo del viaje. Pero cuando Turpin,

el dueño de Democracy Vineyards, se echó para atrás, los funcionarios

aseguraron que no volvieron a escuchar del viaje.



En general, la sola mención de que la pobre isla dirigida por comunistas

pudiese ser receptiva al vino de Virginia, es suficiente para hacer reír

incluso a los más acérrimos defensores de la industria.



"Nos reímos al respecto", dijo Annette Boyd, Directora de la Oficina de

Mercadeo de Virginia, quien describió a Cuba más como una "cultura de

ron". "Los vinos de Virginia no van tan bien con los puros cubanos",

bromeó Boyd de manera sarcástica.



Manuel Roig-Franzia y Alice Crites contribuyeron con este reportaje.



Source: "Viaje de estratega demócrata a Cuba resultó ser un fracaso -

Cuba - ElNuevoHerald.com" -

http://www.elnuevoherald.com/2013/11/01/v-fullstory/1605203/viaje-de-estratega-democrata-a.html

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