martes, 24 de junio de 2014

En baja el mercado negro habanero

En baja el mercado negro habanero

Los boliches de carne de res de 10 libras se despachaban a 10 dólares a

vendedores clandestinos al detalle y ellos revendían cada libra a 1.50

de dólar.

Iván García Quintero

junio 23, 2014



Hace 20 años, Edel (nombres cambiados) había montado una red por todo el

país que involucraba a decenas de personas y abastecía con carne de res

fresca el atrayente mercado negro habanero.



"Era una operación complicada y bien engranada donde participaban

matarifes de vacas, camioneros y choferes de ómnibus interprovinciales.

Se pagaban comisiones a policías de carretera y puntos de control, para

que mirasen a otro lado. Llegamos a introducir en La Habana mil kilos

semanales de carne de res", cuenta Edel, cerebro del ilegal entramado.



Los boliches de carne de res de 10 libras se despachaban a 10 dólares a

vendedores clandestinos al detalle y ellos revendían cada libra a 1.50

de dólar. "La demanda era tremenda. Superaba la oferta. Trabajábamos a

destajo y teníamos hasta competencia", señala Edel.



La 'competencia' era el robo descarado de cientos de kilos de carne que

a diario hurtaban los empleados de mataderos y empacadoras estatales de

ganado vacuno ubicados en la capital.



Entonces, Remberto laboraba en un matadero a tiro de piedra de la Virgen

del Camino, céntrico cruce de calzadas en el municipio San Miguel del

Padrón. Todavía le brillan los ojos cuando recuerda aquella etapa.



"Yo cargaba 60 libras diarias. Cada uno tenía un modo diferente de

operar. En mi caso, me adosaba la carne, fileteada en bistec, por todo

el cuerpo. Después la descargaba en casas de los alrededores que hacían

las veces de almacenes. En un matadero había que ser muy honesto o muy

tonto para no robar. Los jefes sacaban la mercancía en los maleteros de

sus autos. Los custodios recibían un porciento del dinero de la carne

robada y por la puerta te dejaban pasar hasta un elefante", evoca Remberto.



Pero una combinación de factores, entre ellos mayor rigor en los

controles estatales, cierre de varios mataderos y centros de

elaboración, a lo que se suma un aumento sustancial de compradores, ha

disparado los precios y provocado escasez en el recurrido mercado negro

habanero.



Carlos, economista, apunta más a la poca productividad en la industria

alimenticia y una caída en picada de la agricultura y ganadería nacional.



"Las industrias procesadoras de leche, fábricas de queso, envasadoras de

puré de tomate o jugos de frutas y mermeladas cada vez producen menos. Y

los centros de elaboración y empacadoras de vacunos, pescados o

mariscos, a duras penas se mantienen con derivados de la carne de cerdo,

que ha tenido discretos crecimientos desde 2008. Ese déficit, sumado al

incremento de nuevos actores, como miles de negocios gastronómicos

surgidos en La Habana, han provocado un aumento brusco de precios y una

escasez que no era habitual en el surtido mercado negro", argumenta el

economista.



El crecimiento del sector privado de hospedaje y gastronomía, ha vaciado

incluso los estantes del mercado en divisas. En La Habana se pierde

tiempo recorriendo comercios en busca de queso, pescado fresco o

mariscos, ofertados a precios prohibitivos para el cubano promedio.



Un par de años atrás, vendedores ambulantes discretamente vendían queso

o yogurt casero a domicilio. Ahora, la incipiente crisis del mercado

negro ha provocado la ausencia de ese servicio.



"Sigo vendiendo queso y yogurt, pero en menor cantidad. Ya no tengo que

caminar varios kilómetros al día, pues me dirijo a una cafetería

particular y el dueño me compra todo lo que le lleve", comenta un

vendedor clandestino.



La legalización de ciertas actividades que antaño se realizaban por

debajo de la mesa, ha permitido sacar a la superficie a cientos de

vendedores de viandas, frutas y hortalizas. En cualquier cuadra de La

Habana, es raro no encontrarse a un carretillero pregonando su mercancía.



Para Augusto, conseguir en el mercado negro alimentos como carne de res,

leche en polvo, pescado de mar y mariscos, se ha convertido en una

auténtica odisea."Y no hablemos de los precios", dice.



Según Augusto, conocedor de los entresijos del mercado subterráneo,

"hace una década, la carne de res costaba entre un dólar y uno cincuenta

la libra. Ahora, cuando aparece, vale entre 2.50 y 3 dólares. Sucede

igual con el camarón y la langosta. Pescados como el castero o la aguja

rondan los tres dólares la libra. Del agro, la papa y la naranja son

misión imposible. Tienes que olvidarte que existen las papas y naranjas

no encuentras ni aunque pagues tres pesos por cada una".



Los dueños de cafeterías y restaurantes privados, asiduos a comprar por

lo negro, se rompen la cabeza para armar un menú atrayente. Gracias a la

creatividad de sus cocineros, Tomás, propietario de una paladar en la

parte vieja de la ciudad, puede justificar los altos precios de los platos.



"No es fácil mantener un negocio donde casi todos los productos,

incluidos los del mercado legal por divisas, es difícil conseguirlos.

Ciertas frutas y pescados están desaparecidos. Ni siquiera en Varadero u

otras zonas turísticas importantes, de donde fluyen suministros

destinados al mercado negro, se pueden conseguir. Hay dueños de

paladares y familiares de dirigentes en el poder, que juegan con

ventaja: por la izquierda importan alimentos de Miami o Centroamérica, o

por sus contactos con militares que administran fincas, consiguen carnes

exquisitas. Pero quienes dependemos del suministro del mercado estatal

minorista o del ilegal, sufrimos demasiado para garantizar un menú

variado", cuenta Tomás.



La pregunta que se hacen muchos habaneros es si esta crisis dentro del

mercado negro es solo coyuntural. Porque en los años más duros de la

escasez, a raíz de la zafra de los 10 millones en 1970 o a partir del

'período especial' en 1990, el mercado negro siempre surtió de alimentos

y productos a un sector amplio de la población.





Augusto es optimista y cree que se puede superar y regrese el esplendor

de antaño del eficiente mercado negro. Tomás, por su parte, asegura que

en el mercado subterráneo no se puede vender lo que el país no produce.

Y añade:

"Si el Estado no cambia las reglas de juego en el sector agrícola y

alimentario, elimina acopio y la banda de corruptos que inundan el

comercio estatal, terminaremos vendiendo pan con guayaba. La

ineficiencia tiene un límite".



Source: En baja el mercado negro habanero -

http://www.martinoticias.com/content/en-baja-el-mercado-negro-habanero/37779.html

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