Cuba: los negocios clandestinos no mueren
Cuando usted recorre una boutique del hotel Habana Libre, en el corazón
del Vedado, o el centro comercial Comodoro, en el barrio de Miramar,
mueve la cabeza al mirar los precios descaradamente abusivos.
Iván García Quintero
octubre 19, 2014
Ha pasado un año desde que Manuela tuvo que cerrar su negocio de cine 3D
tras el decreto del Gobierno prohibiendo la exhibición de filmes con la
nueva tecnología.
Ya no se anuncia con un cartel lumínico en el garaje de su casa.
Discretamente ha pasado a la clandestinidad. "No tengo la clientela que
tenía antes, pero sigo operando. Los usuarios, por lo general niños y
jóvenes, me llaman y contratan el servicio. Tengo tandas de hasta 12
personas. Cobro igual, un peso convertible por filme y un peso
convertible por un refresco de cola y un tazón con rositas de maíz", apuntó.
En Cuba no hay nada más parecido a un atraco que las tiendas estatales
en moneda dura.
Daniel también mantiene activa su sala 3D los fines de semanas. "Tengo
que recuperar los 3.000 dólares que invertí en una pantalla plana de 70
pulgadas en 3D, dos equipos de climatización y la adaptación de una
habitación para cine". En el otoño de 2013, el régimen de Raúl Castro
prohibió los cines 3D y las ventas de ropa al detalle. Medidas
tremendamente impopulares.
En las esquinas, las colas o en viejos taxis, la gente discrepaba de
esas medidas. En el caso de la ropa, tenía un marcado carácter
monopolista. Los negocios privados de prendas de vestir crearon un gran
número de compradores, gracias al buen trato, mejor calidad, precios y
condiciones de pago. En Cuba no hay nada más parecido a un atraco que
las tiendas estatales en moneda dura.
Venden con sobrecargos que flotan entre el 240 y 450%. Además de
impuestos abusivos, un porcentaje alto de la mercancía es de pésima
factura. En los centros comerciales de La Habana aun se venden antiguos
televisores de pantalla plana de 32 pulgadas en 700 cuc, unos 800
dólares. También hay lavadoras automáticas chinas en más de 500 y en 900
dólares y refrigeradores sudcoreanos fabricados en 2009.
Los compradores no tienen otra opción. A ello hay que sumarle la poca
profesionalidad y mal trato de los dependientes. Según Erasmo, jefe de
un almacén, algunos equipos son obsoletos y su venta comercial es de
poco movimiento.
"En nuestros almacenes hay electrodomésticos que llevan años sin
venderse, entre ellos televisores chinos ATEC ensamblados en Cuba, con
tecnología de hace 30 años, que se venden a 270 cuc y lo lógico sería
que se oferten a precios de costo. Resulta nada rentable que equipos
viejos ocupen tanto espacio en un almacén. Pero el concepto de buen
negocio es una asignatura desaprobada por el Gobierno", indicó.
Cuando usted recorre una boutique del hotel Habana Libre, en el corazón
del Vedado, o el centro comercial Comodoro, en el barrio de Miramar,
mueve la cabeza de un lado a otro al mirar los precios descaradamente
abusivos.
En esas tiendas, un jean y un par de tenis pueden costar el salario
anual de un médico o un ingeniero. Esos precios absurdos obligan al
cubano de a pie a recurrir a tipos como Norberto, que ofrece una amplia
variedad de ropa, calzado, perfumería y jabones de las marcas Palmolive
y Camay, las más consumidas en la isla antes de 1959. Según Yoana,
oficinista, "puedes pagar hasta en tres o cuatro plazos, de acuerdo con
el costo de artículo y además te lo llevan a tu casa".
En La Habana han ido aumentando las personas dedicadas a vender
mercaderías por debajo de la mesa, sin pagar un centavo al fisco. Noel,
economista, consideró que "es una estupidez del Estado no legalizar esas
actividades. Vuelven a tropezar con la misma piedra. Cinco años atrás,
vender una casa o un auto era ilegal, pero la gente lo hacía por la
izquierda".
En su opinión, las ventas y servicios privados no se frenan con
prohibiciones, por el contrario, deben regularse. "Pero ocurre que los
comercios estatales no pueden competir en calidad y precio con los
particulares. Por eso recurren a la guillotina fiscal y al cierre de
negocios", subrayó. No son las únicas ventas clandestinas. También se
vende queso, yogurt, leche, pescado, mariscos y carne de res, robados a
empresas del Estado.
A pesar de las rigurosas normas aduaneras vigentes desde el pasado 1ro.
de septiembre, continúa la venta de pacotilla, artículos de aseo,
teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores y electrodomésticos, con
facilidades de pago. Casi todo procede de Quito, Panamá o Miami.
Y aunque el lumínico de colores verdes y rojo anunciando el cine 3D ya
no está en la puerta del garaje de Manuela, si se llama con antelación,
se puede reservar una tanda dominical con la familia. Ver filmes en 3D,
en una sala climatizada, tomando refresco y comiendo rositas de maíz, a
muchos cubanos les gusta. Incluso si lo prohíbe la ley.
Publicado en Diario Las Américas el 18 de octubre del 2014.
Source: Cuba: los negocios clandestinos no mueren -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-negocios-clandestinos-prohibicion-oficial-/77448.html
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