La cuestión cubana: ni es nada personal, ni todo es cuestión de negocios
Llama la atención la ausencia de propuestas entre los opositores, ya que
solo se escuchan lamentos y críticas ante un hecho consumado
Juan Carlos Romero, Girona | 05/01/2015 10:09 am
Iniciando un nuevo año y a tenor con la nueva correlación estratégica
derivada de la reciente mejoría de las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos se han expresado todo tipo de opiniones desde las más distantes
orillas de nuestro exilio sobre el tema en cuestión. ¡Quién hubiera
creído que en ocasión del cumpleaños de su Santidad nos convertiríamos
en testigos privilegiados e involuntarios del hecho político más
relevante de las últimas cinco décadas de Cuba como nación!
Es cierto que el suceso en sí no conlleva la ansiada libertad del pueblo
cubano, pero deja entrever la inminente llegada de la democracia a
nuestra isla y no la sacrifica, sino que la facilita. Además, es
innegable que la esperada apertura en el intercambio comercial y el
acceso al crédito de las pequeñas empresas del sector privado y de los
campesinos, redundarán en mejoras en la lastimosa calidad de vida del
cubano común, amén de convertirlo en menos dependiente del entorno
político dictatorial.
El ejemplo más parecido al de nuestro país ha sido el caso de Vietnam,
otro enemigo histórico de Estados Unidos que ha vivido un beneficio
notable en su economía y en la calidad de vida de sus connacionales
después del restablecimiento de relaciones entre ambos gobiernos.
También China ha resultado favorecida y su pueblo ha obtenido muchas
ventajas materiales gracias a la política de nación más favorecida
practicada por Estados Unidos en su comercio con ambos países.
El nuevo escenario de las relaciones con Cuba desmonta la vieja tesis de
que no somos un mercado digno de consideración. Sin negar la importancia
que nos confiere la situación geográfica privilegiada que posee nuestra
isla, no creo que todo sea una cuestión de negocios. Si todo esto
comportara beneficios a nuestro pueblo, en primer lugar materiales y en
segundo lugar políticos, no estaría mal. Por otra parte la amenaza a la
seguridad nacional para el gobierno americano debida a un eventual vacío
de poder que conllevaría un éxodo masivo hacia sus costas es un tema más
a tener en consideración.
La ignorancia a la oposición a la hora de entablar negociaciones entre
las partes, se explica por la conocida imposibilidad de poner en marcha
un frente común que nos conduzca a una salida democrática de la actual
dictadura que dura ya más de medio siglo. Este asunto convierte a la
oposición en un interlocutor inválido como fuerza política ya que está
tan dividida que no es posible encontrar, no ya una voz, sino un buen
oído que escuche en nombre de ese bien común, que debería ser la patria
en mayúsculas.
Pasado el escepticismo inicial, llama la atención la ausencia de
propuestas entre los opositores, ya que solo se escuchan lamentos y
críticas ante un hecho consumado, elementos que nublan la brillantez de
la mirada. Es muy fácil aconsejar al torero desde las gradas, pero ha
llegado la hora de buscar soluciones a nuestros problemas sin esperar
por Estados Unidos, la Unión Europea o por el Vaticano. Sería válido
estudiar las recientes transiciones hacia la democracia tomando como
modelo la apertura democrática chilena, la española y la unificación
alemana, entre otros acontecimientos similares. Esto nos ayudaría a
buscar una solución "a la cubana" y, una vez llegado el momento, no
tener que vestir la camisa "a medida" de una tutela foránea para
implementar la democracia en nuestra isla.
Alternativas:
Tal vez el modelo adecuado para la situación actual sea una asamblea
constituyente o constitucional, integrada por cubanos de todas las
latitudes, —no representantes— reunidos con el único propósito de
regular las nuevas relaciones que surgirán entre gobernantes y
gobernados, así como las nuevas atribuciones del poder.
Esta asamblea constituyente, como órgano supranacional y por encima de
los intereses políticos minoritarios, estaría llamada a seleccionar las
comisiones encargadas de elaborar la futura constitución o modificar la
existente, elegir el tipo de gobierno a implementar, definir las
relaciones con el ejército y los aparatos represivos de la tiranía,
restablecer el poder judicial, definir nuestras prioridades futuras en
política exterior, diseñar el nuevo escenario electoral y el estatus de
los exiliados, entre otros asuntos de la más alta importancia. En
esencia, todos aquellos espinosos problemas que nos tocará resolver en
un corto o mediano plazo como nación.
Parafraseando al presidente de Estados Unidos, no se puede seguir
haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes en este 2015 que se
nos viene encima.
Tania Bruguera con su acción reivindicativa en la Plaza de la Revolución
ha dado un paso muy valiente que, a modo de yesca, podría encender la
pasión dormida de nuestros intelectuales en la lucha por la libertad.
Este acto, junto a nuevas formas de resistencia cívica, constituirán los
primordios del nacimiento de la democracia. Es menester que entendamos
que dejar estos asuntos en manos de nuestros vecinos del Norte puede ser
muy cómodo a primera vista, pero muy peligroso también.
Source: La cuestión cubana: ni es nada personal, ni todo es cuestión de
negocios - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
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