La población no ve el crecimiento económico
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 23 Dic 2015 - 3:13 pm.
El Consejo de Ministros acaba de anunciar que la economía cubana crece
un 4% en el actual 2015. Sin embargo, ninguno de los economistas del
Gobierno es capaz de ofrecer una explicación coherente acerca de por qué
ese incremento en el Producto Interno Bruto (PIB) no se refleja en una
mejoría del nivel de vida de la población.
Desde luego, son muchos los que opinan que todo no ha sido más que una
manipulación de las cifras por parte del Gobierno. Una argumentación que
posee mucha lógica, pues a las autoridades les conviene ofrecer la
imagen de una economía próspera y estable con vistas a atraer la
inversión extranjera, y también los créditos de las instituciones
financieras internacionales. Esto último luego de que, según el anuncio
oficialista, Cuba está en vías de normalizar las relaciones con sus
acreedores.
Lo cierto es que el cubano de a pie se ve agobiado, entre otras cosas,
por el bajo poder adquisitivo que le impide acceder regularmente a buena
parte de los bienes y servicios que garantizan una existencia decorosa.
En esas condiciones, los gobernantes tienen ante sí la siguiente
disyuntiva: o aumentan los salarios, o se esfuerzan porque bajen los
precios de esos bienes y servicios de consumo popular.
Por supuesto que en este momento la primera de estas opciones resulta
inviable desde el punto de vista económico. No resulta atinado inyectar
dinero en la circulación sin un adecuado respaldo productivo, ya que
avivaría el proceso inflacionario. Entonces no queda más remedio que
tratar de influir sobre los precios.
Durante los últimos tiempos la economía cubana ha experimentado cierta
descentralización en la formación de precios. Lo anterior, unido al
avance de nuevos actores como los trabajadores por cuenta propia, ha
hecho que muchos de los precios respondan a la relación oferta-demanda.
Y he ahí donde urge una política eficaz por parte de las autoridades
—distinta a la actuación errónea que hoy exhiben—, que posibilite un
aumento de la oferta, con la consiguiente disminución de los precios y
tarifas que paga la población. Entre los varios ejemplos que podrían
traerse a colación hemos decidido analizar los casos de la alimentación
y el transporte.
Si se visitan los principales agromercados habaneros durante estos días
finales del año, la situación que se aprecia es preocupante, a pesar de
las declaraciones de Marino Murillo durante el Consejo de Ministros en
el sentido de que hubo crecimientos productivos en el sector. Casi todos
los precios han subido y se nota la escasez de productos que siempre
acompañan a los consumidores por esta época. El ejemplo clásico es el
tomate de ensalada. En el mes de diciembre casi siempre ha estado a
cinco pesos la libra. Ahora, en cambio, pocas tarimas muestran un tomate
de baja calidad, y a ¡15 pesos la libra!
Evidentemente, la decisión gubernamental de obligar a los productores a
vender buena parte de las cosechas a las empresas comercializadoras del
Estado, y a los precios que estas fijen, constituye una desmotivación
para los hombres que trabajan la tierra. Es preciso rectificar esa
política, y permitir que los productores vendan a precios de
oferta-demanda. Así todos ellos —lo mismo estatales, particulares,
cooperativistas, que usufructuarios de tierras ociosas— producirán más,
aumentarán la oferta, y por último tendrán que bajar los precios.
Esa sería una manera inteligente de tratar con los campesinos y demás
trabajadores del sector agropecuario. Todo lo contrario a como se
pronunció el segundo secretario del Partido José Ramón Machado Ventura
durante la reciente asamblea de esa organización política en la
provincia Granma. En esa ocasión, el segundo hombre de la nomenklatura
raulista amenazó con quitarles las tierras a los usufructuarios que no
alcancen los niveles de producción que el Gobierno espera.
Con respecto a la actividad del transporte resalta el hecho de que,
hasta el momento, las autoridades no acaban de comprender que la
competencia es la mejor manera de hacer que los precios bajen. Así las
cosas, el Estado retiró sus servicios de muchas localidades del interior
del país, dejando a los transportistas privados como única opción de
movimiento para los pobladores de esas zonas. En consecuencia, los
usuarios deben pagar las tarifas que fijan los propietarios de esos
vehículos, casi siempre consideradas altas por los primeros.
Sería conveniente que parte de los créditos frescos que el Gobierno
espera recibir de sus acreedores se dedique a la compra de medios de
transporte para esas localidades semiolvidadas, y así el Gobierno pueda
competir con los cuentapropistas, en aras de que bajen las tarifas.
Como vemos, un cambio de actitud gubernamental podría hacer más por el
bienestar de la población que esas cifras de dudoso crecimiento que casi
nadie sabe de dónde salieron.
Source: La población no ve el crecimiento económico | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1450836290_19020.html
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