El régimen, acuciado por la necesidad, varía leyes inamovibles durante
cincuenta años con el fin de permitir la venta de tierras de cara a
edificar para el turismo
06.09.10 - 00:03 -
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO CORRESPONSAL | LA HABANA.
Un decreto del presidente Raúl Castro autoriza a empresas cubanas a
adquirir terrenos con el objetivo de construir viviendas exclusivas para
el turismo, un sector en el que el Gobierno tiene puesta su esperanza
para apuntalar la economía. Así, de un plumazo quedan derogados
conceptos mantenidos durante el medio siglo de socialismo en la isla
caribeña.
De cualquier forma, la modificación de la ley 59 de 1987 ya estipulaba
que para «brindar mayor seguridad y garantía al inversionista extranjero
en los negocios inmobiliarios» era necesario duplicar el derecho de
superficie. Sin embargo, es el punto 3 del artículo 222 el que tiene un
calado extraordinario. En él se recoge que «el Estado puede entregar
también en derecho perpetuo de superficie terrenos de propiedad estatal
mediante el pago del precio correspondiente a empresas o sociedades
mercantiles nacionales para la construcción de viviendas o apartamentos
dedicados al turismo».
No deja de ser paradójico porque el decreto también aclara que el
Gobierno conserva la «propiedad y dominio de la tierra», aunque admite
la venta. Respecto a la prórroga concedida a los extranjeros sostiene
que se busca brindar «mayor seguridad y garantía» en los negocios
inmobiliarios, pero siempre «en función del desarrollo sostenible del
país y de la economía nacional».
No hay margen en este negocio a la iniciativa privada. Serán las
empresas nacionales, que para su formación necesitan el visto bueno del
Gobierno y que según los cubanos de a pie están formadas por 'pinchos'
(militares y funcionarios importantes), las que compitan con claras
ventajas sobre los extranjeros. La idea es reforzar el plan oficial de
impulsar el sector turístico como motor de la economía.
Este objetivo se puso en marcha en los años noventa. De hecho en Cuba el
Ministerio de Turismo se creó el 21 de abril de 1994, en pleno periodo
especial. Desde entonces, el sector ha ido creciendo. En la actualidad
llegan a la mayor de las islas antillanas unos 2,4 millones de turistas
que aportan 2.000 millones de dólares (unos 1.550 millones de euros) al
erario, ingreso solo superado por la exportación de servicios médicos,
deportivos y educativos.
El maná estadounidense
Las medidas del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para relajar
los viajes de los cubanoamericanos y el envío de remesas de dinero se
han traducido en que el 37,6% de los turistas llegados a la isla en lo
que va de año procedían del gigante americano. Si su Congreso levanta la
prohibición que impide a sus ciudadanos visitar Cuba, habrá una
avalancha de visitantes estadounidenses.
Es lo que prevé el Gobierno de Raúl Castro. Sin utilizar palabras como
reformas o cambios, el presidente hablaba en agosto de la «actualización
del modelo económico socialista». Para entonces ya había firmado el
decreto que solo unos pocos conocen porque la 'Gaceta Oficial' no es una
publicación de difusión masiva. Tampoco los medios han tocado el tema. Y
es que la modificación legislativa implica la venta de terrenos
hereditarios, aunque sean manejados por sociedades, donde la compra de
viviendas no se permite. Además de que vuelve a priorizarse el turismo
en un país que tiene un déficit reconocido oficialmente de 600.000
viviendas y varias generaciones de familias viven hacinadas, en el mejor
de los casos en casas de dos o tres habitaciones y en el peor en cuartos
de cuarterías o construcciones parecidas a chabolas.
El titular de Turismo, Manuel Marrero, adelantó que se construirán hasta
dieciséis campos de golf. Ya existen proyectos avanzados para los doce
primeros. Y se contempla la edificación de 400 casas y 1.200
apartamentos, supermercados, centros comerciales, centros de salud y de
recreación al mejor modo capitalista. A largo plazo el régimen confía en
que los 27 millones de estadounidenses amantes del deporte del 'green' y
los tres millones de propietarios de yates opten por retirarse a Cuba.
Aunque para ello habrá que seguir modificando leyes para cambiar el
estatus de residencia legal, la importación de bienes o la contratación
de empleados directos.
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