domingo, 19 de julio de 2015

La impotencia de los burócratas

La impotencia de los burócratas
JOSÉ A. QUINTANA DE LA CRUZ, Pinar del Rio | Julio 18, 2015

A la esclerosis de las estructuras y las funciones de la burocracia se
le llama "burocratismo" y es un mal que ha acompañado al socialismo
cubano por más de cincuenta años. El programa televisivo la Mesa Redonda
le dedicó recientemente un debate entre dos periodistas y un científico
social, que se concentraron en los efectos del fenómeno sin profundizar
en las causas. En un esfuerzo de síntesis, la jefa de la mesa concluyó
que la causa fundamental del burocratismo es la insensibilidad de los
burócratas, de lo que puede inferirse que es un fenómeno causado
principalmente por un factor subjetivo, del ámbito de la ética.

¿Son los ciudadanos insensibles antes de convertirse en burócratas o se
tornan tales luego de ingresar a la burocracia enferma? Algunas personas
son de suyo indiferentes al dolor y a las dificultades ajenas, pero no
todas, no la mayoría. La insensibilidad de los funcionarios es resultado
de su continuada impotencia para la solución de los problemas con los
que comúnmente se enfrentan. Carecen del poder de decisión adecuado a su
responsabilidad.

Claro, esto no explica la demora con la que un pequeño funcionario
retarda la expedición de un certificado de muerte, pero sí los muchos
otros casos en que no se recoge la basura de ciudades enteras, o no se
rellenan los baches de las calles, o se taponan los salideros de agua.
Los funcionarios que reciben las críticas y las quejas darían lo que no
poseen por salirse del problema, pero deben esperar. Aprenden a resistir
– no coger lucha, en el habla popular–, a cuidar el puesto con una
aparente o real indiferencia. La centralización excesiva y la falta de
recursos hacen del funcionario un tramitador, un receptor y emisor de
señales en las que nadie cree. Y desmoralizan a la burocracia en su
conjunto.

Cuando la burocracia hipertrofiada y artrítica deviene burocratismo, la
decisión no nace, lo decidido no fluye, los flujos son lentos, llegan
tarde o se pierden en el camino. El trámite se hace difícil, rayano en
lo imposible, y se convierte en oportunidad comercial. Aparece el
sobornador y el funcionario mal pagado que acepta el soborno. La
certificación de nacimiento, en lugar de en 15 días, se emite al momento
por obra y gracia de 5 CUC. Los trámites se tasan, compran y venden como
mercancías. En el mercado negro aparece el nicho del tráfico de
documentos e influencias. El burocratismo es consustancial a la
corrupción. Max Weber estaría horrorizado.

La burocracia es coetánea de los Estados nacionales. Los feudos no
precisaban de una burocracia acabada. Las complejidades en la
organización de las tareas inherentes al Estado-nación precisaron del
diseño de funciones y de la selección de funcionarios que las
ejecutasen. La burocracia no es un mal necesario, es una necesidad
histórica ineludible para el funcionamiento del Estado moderno. Comenzó
ordenando los quehaceres para facilitar los procesos y hacerlos
expeditos, con decisiones oportunas y ágiles tramitaciones. Pero nunca
ha sido inmune, como la democracia, a aberraciones, manipulaciones y
excesos. Como dijo un gran griego, "todo sistema fracasa por la
exageración del principio en que se funda". Así, a veces, es un orden
caótico.

Las instituciones y organizaciones estatales han sido el predio natural
del burocratismo por ser donde más se ha desarrollado la burocracia y
donde son inexistentes o poco arraigados los sentidos de pertenencia y
propiedad. En Cuba, el Estado socialista y sus empresas han padecido un
fortísimo y crónico burocratismo durante cinco décadas que alcanzó su
cenit en la década de los 80 del pasado siglo. A las causas ya señaladas
para cualquier época y lugar, habría que agregar la desmesura de las
plantillas de trabajadores en los centros de trabajo como una de las
formas de reducir el desempleo y mejorar el nivel de vida de la
población. A veces los defectos aparecen como continuación de virtudes.
O como consecuencia de sueños y utopías.

Los burócratas no son los causantes del burocratismo, son sus
instrumentos. Los líderes de la dirección social son los responsables de
la aparición de este mal. La obsesión por el control detallado de los
procesos desde arriba y las decisiones tomadas desde el ápice director
de la sociedad implican la hipertrofia y parálisis de las estructuras
administrativas inferiores. Cogido el burócrata entre el pueblo y las
estructuras superiores del poder, ¿a quién obedecerá?

Cuanto más grande es el Estado, mayor es su burocracia y el riesgo de
contraer burocratismo. La computación y la informática abren una
perspectiva alentadora para la reducción y aumento de la eficiencia de
la burocracia. Pero, cuidado, puede surgir un burocratismo de nuevo tipo
apoyado en los avances de la era digital.

Ninguna vacuna logra un éxito total, pero cuando su poder de
inmunización sobrepasa el 75% se considera buena. Existen unas simples
vacunas contra las aberraciones de la burocracia. Los funcionarios no
enferman de burocratismo en un país donde son suficientemente instruidos
y aptos para los cargos que ejercen; donde son bien remunerados,
reconocidos moralmente, sistemáticamente controlados por su organización
y vigilados por los medios y la ciudadanía; y donde conocen su área de
responsabilidad y tienen las atribuciones debidas para tomar decisiones.
Y si enferman, se les despide inmediatamente.

José A. Quintana de la Cruz es economista jubilado y médico veterinario.
Nació en 1944 en Pinar del Río, donde reside actualmente. José A.
Quintana de la Cruz es economista jubilado y médico veterinario. Nació
en 1944 en Pinar del Río, donde reside actualmente.

Source: La impotencia de los burócratas -
http://www.14ymedio.com/opinion/impotencia-burocratas_0_1817818205.html

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