lunes, 7 de marzo de 2011

El freno de la doble moneda

Publicado el lunes, 03.07.11

El freno de la doble moneda
By ALEJANDRO ARMENGOL

La existencia de la doble moneda en Cuba es uno de los factores que
gravita negativamente sobre cualquier intento de reforma económica. Lo
que empeora la situación en la isla es que, al tiempo que el gobierno
cubano reconoce el problema, no demuestra un gran empeño en resolverlo.

Se ha tratado de enmascarar la cuestión con la afirmación de que el
origen de la doble moneda se encuentra en la grave crisis económica que
se inició durante la primera mitad de la década de 1990. Sin embargo, el
problema de la devaluación de la moneda cubana no se origina en esta
década, sino que se hace más evidente entonces, aunque existía desde
muchos años atrás. Es más, ni siquiera se trata de un problema único en
la isla, sino una situación característica de los países socialistas
existentes hasta entonces.

Lo sabía cualquier funcionario o artista que viajaba fuera de Cuba en
los años anteriores al llamado período especial. Al llegar a cualquier
aeropuerto internacional y mirar la pizarra de cambio de divisas, no
solo no figuraba la moneda del país (el peso cubano), sino tampoco el
rublo y la corona checa, por citar dos ejemplos.

En realidad, el concepto de peso convertible no nace en Cuba y poco
tiene que ver con la mencionada crisis. En cualquier hotel moscovita, en
1980 había en los mostradores de venta para turistas mercancías
valoradas en rublo-dólares. Es decir, con un valor que respondía no al
rublo que circulaba en las calles de la capital soviética sino de
acuerdo a otro distinto que se adquiría a cambio de dólares
norteamericanos. Esas mercancías se encontraban en tiendas a las que no
tenían acceso los soviéticos, ya que estaban destinadas a extranjeros.

La doble moneda actúa como un enmascaramiento del problema: trata de
esquivar la realidad, que es el reducido valor del peso cubano frente a
otras divisas.

El problema es conocido. El gobierno de la isla ha fijado una tasa de
cambio que establece la diferencia entre el peso cubano y el peso cubano
convertible (cuc), pero al mismo tiempo actúa con una doble moral al
pagar en pesos y exigir cuc en las compras.

En muchas naciones subdesarrolladas y pobres, el valor depreciado de la
moneda se asume como miseria, explotación de mano de obra barata y
precios bajos. En otras, determinados controles estatales sirven más de
pantalla que de control eficiente para mitigar la realidad.

En el caso cubano, la dualidad no es solo monetaria. Tiene que ver con
el sistema político y las aspiraciones sociales dentro de este sistema.
La crisis se agudiza cuando las soluciones políticas sustituyen o tratan
de ocultar la realidad económica. Las subvenciones del Estado a ciertas
mercancías, determinadas industrias y algunos productos agrícolas --una
práctica por lo demás corriente en las sociedades capitalistas, donde el
beneficiado es fundamentalmente el productor-- funcionan mejor cuando se
limitan a la función de mecanismo compensatorio, sin definir el panorama
económico.

Sin embargo, cuando en un estado totalitario el control monetario asume
la función de herramienta ideológica, por lo general lo que ocurre es el
fortalecimiento de otros mecanismos propios de la economía informal --y
la culminación de estas actividades ilegales es el mercado negro--, que
al tiempo que deben su razón de ser al Estado (o a la ineficiencia
estatal para aumentar la producción) no revierten ganancia alguna en éste.

Es por ello que el aceptar que la dualidad monetaria implica también una
dualidad política debe servir no de justificación, sino de llamado de
alerta ante la imposibilidad de resolver el problema solo con decretos.
Es cierto que el actual gobierno cubano ha declarado una intención de
avanzar en este terreno, fundamentalmente en el sector agrícola, con
resultados muy limitados hasta el momento, pero aún no existen indicios
de un ajuste total en las operaciones bancarias y comerciales
fundamentado en los mecanismos del mercado, que no excluya controles
generales, pero que permita a la actividad económica moverse con mayor
libertad. Limitar la actuación de la ley de la oferta y la demanda a los
precios de ciertos productos y mercancías sirve solo para agravar la
situación.

nfrentar el problema de la dualidad monetaria con un mínimo de realismo
obliga a reconocer que la cuestión no se limita a intentar una mayor
fortaleza del peso cubano, algo que no se ha logrado luego del comienzo
de la década de 1960, sino establecer mecanismos que permitan un ajuste
monetario a la realidad del país, al tiempo que se establecen
determinadas medidas tendientes a aliviar la carga que implica dicho
proceso para los más débiles (jubilados, niños, etc.).

Si el gobierno cubano apuesta a que un aumento de la productividad,
supuestamente logrado mediante una mayor eficiencia de un medio de
producción socialista, posibilite la eliminación de la doble moneda, no
hace más que mezclar el problema con su solución. Resulta imposible, en
las condiciones actuales de la isla, aumentar producción estatal y
eficiencia sin liberar de una forma más amplia algunos sectores
económicos. Solo con una legalización amplia de la economía informal y
sin permitir la entrada de la banca internacional o la inserción de Cuba
en algunos de los mecanismos de apoyo financiero internacional. Mientras
el gobierno cubano no avance en este sentido, continuará el
estancamiento actual.

cuadernodecuba@gmail.com

http://www.elnuevoherald.com/2011/03/07/v-fullstory/898689/alejandro-armengol-el-freno-de.html

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