jueves, 5 de febrero de 2015

El delito de ser próspero en Cuba

El delito de ser próspero en Cuba
febrero 4, 2015
Verónica Vega

HAVANA TIMES — Cuando veo que la desgracia en forma de ley cae sobre un
cuentapropista, me pregunto qué habría sido de Rockefeller o Carnegie si
hubieran nacido en esta isla después de 1959.

Porque sin obviar la falta de escrúpulos con que manejaron sus sueños
millonarios, ante los cuales los individuos eran piezas de ajedrez
barridas de un manotazo, hay que reconocer que desarrollaron el mundo
con empresas que empezaron casi desde cero.

Leyendo un post del pasado 21 de enero en Diario de Cuba, "Auge y caída
de la Fontanella", me entero de una repostería en Nuevo Vedado cuyos
cakes eran solicitados en todo el país y hasta por embajadores, que
naufragó debido al interés particular de un vecino, alto oficial del MININT.

Los argumentos oficiales enunciados fueron "violaciones en la licitud de
la obtención de materias primas para la confección de los dulces y el
pago de impuestos por trabajadores contratados".

Pero es sabido que al autorizar la aventura cuentapropista, una de las
paradojas consistía en que el Estado no garantiza los insumos para
ninguna empresa privada; el cómo se las arreglan los propietarios sólo
trasciende si el negocio "florece" demasiado.

El autor del post de marras apela al testimonio de empleados que no dan
su nombre (el dueño, por supuesto, tampoco accedió a ser entrevistado),
sin embargo las arbitrariedades del caso son más dignas de crédito que
de suspicacia. Porque para eso (y con el consentimiento del pueblo) se
penalizó la prosperidad hace décadas, y se instituyó la vigilancia
cederista. Para exacerbar la envidia colectiva y el morbo ante la
vulnerabilidad del que insiste en tener éxito material.

Cuando hace un tiempo se intentaron revitalizar las consignas
socialistas, con ese aire enrarecido donde de pronto cabían los
adjetivos "próspero" y "sustentable", yo no conseguía borrar el tono
capcioso con que en la secundaria, a través de una asignatura llamada
Fundamento de los Conocimientos Políticos, nos hablaban del capitalismo,
de la propiedad privada y de algo llamado "negocio" que casi sonaba a
"delito".

Si uno tiene en cuenta que la riqueza del planeta está tan mal
distribuida y, mientras los millonarios comen y cagan oro, literalmente,
hay gente que literalmente muere de hambre, la ilimitada avaricia humana
bien podría adquirir el rango de crimen.

Pero lo triste es que en casos como estos, los mismos que tanto temen a
la prosperidad ajena, gozan de privilegios nacidos de un origen mucho
menos inocente.

Si hay algo que se añora en Cuba es una calidad sostenida en las ofertas
culinarias. Las buenas iniciativas atraen mucho la atención pero casi
siempre terminan defraudando a los clientes. Ese sentido del respeto al
consumidor y sobre todo, del respeto a sí mismo, ha sido tan largamente
maltratado con las estrategias de la "meritocracia" y la solapada
tolerancia a la corrupción, que muchas empresas privadas terminan
perdiendo prestigio y público por recurrir a las trampas de la estafa.

Lo curioso es que esos celosos guardianes de la miseria no se tomen
jamás la molestia de denunciar los negocios donde se traicione la
credulidad del cliente con ofertas adulteradas. Burlar al cubano de a
pie con productos infames no es tan mal visto como prosperar a costa de
un trabajo serio. Después de todo, el cuentapropista que haga esto solo
estará remedando a los comercios estatales, donde no hay garantía de
calidad ni en las cafeterías en divisa: es un secreto a voces que se
filtran productos caseros bajo el sello de marcas registradas.

Qué pena por los clientes de "la Fontanella", que perdieron una opción
fiel a las demandas del paladar y a la confianza. Y qué pena que el
mismo propietario haya elegido el silencio ayudando así a sepultar la
injusticia.

Source: El delito de ser próspero en Cuba - Havana Times en español -
http://www.havanatimes.org/sp/?p=103183

No hay comentarios:

Publicar un comentario