martes, 3 de febrero de 2015

El fin del embargo como oportunidad

El fin del embargo como oportunidad
HILDEBRANDO CHAVIANO MONTES | La Habana | 3 Feb 2015 - 9:42 am.

"Podemos hablar y hablar por los siglos de los siglos, pero nuestro
modelo de dictadura no es negociable, aquí se hace lo que al dictador
comunista le plazca; demás, al pueblo cubano parece que le gusta la
esclavitud y eso a los americanos no les interesa porque a fin de
cuentas es una esclavitud soberana y autóctona".

Lo anterior es una versión libre de la declaración de la funcionaria de
la Cancillería cubana Josefina Vidal al término de las recientes
conversaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. Entre tanta
jerga diplomática, insinuaciones, amenazas encubiertas y promesas, una
cosa quedó clara: el bloqueo interno seguirá intacto.

No obstante, coincido con la posición del Gobierno cubano en el tema
referente a la Ley de Ajuste y la política de Pies Secos-Pies Mojados,
pero por diferentes razones; si la emigración hacia Estados Unidos se
limita a las alrededor de 20.000 visas anuales por reunificación
familiar, y queda proscrita la lotería mortal de los balseros, esos
miles de posibles emigrantes ilegales podrían llegar a ser, quizás, los
protagonistas de nuevos "maleconazos", versión popular cubana de un
plebiscito. Ambas medidas son una válvula de escape que evita la presión
social sobre la dictadura al constituir un permanente, silencioso y
conveniente Mariel.

Embargo sí, embargo no: una oportunidad

Por otra parte, es evidente que para Estados Unidos solo cuentan sus
intereses como nación; decretaron el embargo cuando fueron expropiados
sus ciudadanos y no antes, cuando comenzaron los fusilamientos en la
Fortaleza de La Cabaña —donde el Ché pasó noches enteras sin pegar ojo,
atendiendo personalmente las ejecuciones—, y lo levantan ahora cuando
quieren mejorar sus relaciones con América Latina y explotar las
posibilidades de Cuba como mercado. Los intereses del pueblo cubano son
colaterales y accesorios, no creo que a demócratas y republicanos les
cueste mucho ponerse de acuerdo sobre el levantamiento de un embargo que
no les rinde dividendos.

Pero con las recriminaciones a Obama no se resuelve nada; es ridículo
culpar a otros de nuestras propias debilidades y carencias como líderes
políticos. El embargo de más de medio siglo no trajo una pizca de
libertad al pueblo cubano, su levantamiento tampoco servirá al régimen
para realizar una mejor gestión de Gobierno. La situación es la misma y
todo depende de nosotros.

Lejos de constituir un abandono traicionero a la defensa de los derechos
humanos en Cuba, el levantamiento del embargo podría ser el destete
necesario para definir a quienes buscan lo mejor para el pueblo cubano,
dejando de lado odios y rencores, y a quienes prefieren que sean los
Estados Unidos quienes nos liberen del comunismo, nos organicen,
establezcan el Gobierno y nos redacten la Constitución.

En la historia más o menos reciente de América, nos encontramos el
ejemplo de Chile. Nadie de afuera tumbó a Pinochet, fueron los propios
chilenos quienes a pesar de tener que hacer de tripas corazón, se
sentaron a la mesa con el dictador, conversaron, exigieron, concedieron,
y al final se alzaron con la democracia restituida.

Para llegar a ese punto, los políticos opositores de ese país
conciliaron previamente posiciones, pusieron a un lado sus diferencias y
echaron mano de toda la tradición democrática de la nación.

Los cubanos, en cambio, no tenemos tradición democrática, entre otras
cosas, porque llevamos 62 años ininterrumpidos de dictadura. Nuestros
políticos opositores, en su mayoría, carecen de una cultura del debate,
lo cual desde luego es herencia castrista: les repugna la sola idea de
sentarse a la mesa con los actuales gobernantes en caso de que estos
accedieran a tan peregrina iniciativa y esperan en cambio que los
comunistas se larguen voluntariamente del poder y hasta del país si es
posible. A algunos les repugna incluso la idea de sentarse con otros
opositores.

Hay bastante trabajo por hacer en la oposición; ponerse de acuerdo entre
sí, escapar del círculo vicioso de chismes y acusaciones que tanto
divierte a la policía política, llegar al pueblo aunque sea persona a
persona con proyectos sociales y económicos de interés para las
comunidades, promoviendo las virtudes de la economía de mercado y del
respeto a las libertades, derechos y valores universales de los seres
humanos.

Source: El fin del embargo como oportunidad | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1422790630_12643.html

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