lunes, 16 de febrero de 2015

Lo que no debe hacer el presidente Obama (I)

Lo que no debe hacer el presidente Obama (I)
[16-02-2015 08:43:44]
Elías Amor
Economista

(www.miscelaneasdecuba.net).- Ahora Granma, el portavoz oficial del
régimen castrista se presta a actuar como consejero político del
presidente Obama. Sorprendente. Así se desprende de un artículo en el
que Ariadna Cornelio y Gretter Alfonso, ambas funcionarias del Minrex,
sugieren cómo puede modificar sustancialmente la aplicación del bloqueo
contra Cuba.
Vaya por delante que si esto mismo lo hubieran realizado dos altos
funcionarios del gobierno de Estados Unidos, dirigiéndose en el The NYT
o Washington Post a Raúl Castro para pedirle lo mismo, se habría
organizado tremenda pelotera, y muy probablemente, ya se habría dado el
portazo a cualquier relación entre los dos países.

Pero esas son cosas de las dictaduras totalitarias. Y en democracia, las
opiniones distintas siempre son bien recibidas. Se escuchan y se
cuestionan. Todo ello con absoluta libertad. A ver si en La Habana toman
buena nota.

Vaya por delante que el artículo me parece, que refleja un
desconocimiento de las reglas de funcionamiento de una democracia
plural, en la que existe separación de poderes. No es cierto que el
presidente Obama pueda utilizar sus prerrogativas ejecutivas para
modificar la implementación de la política de bloqueo contra Cuba. El
punto de partida simplemente no sirve.

La razón es que la responsabilidad de las leyes aprobadas por el
Congreso de Estados Unidos para defender a sus nacionales de las
expropiaciones realizadas por el régimen castrista a comienzos de los
años 60, no se puede escamotear, como dicen las autoras, con el
"precedido desmontaje de la inmensa mayoría de las restricciones que
conforman esta política, a través de acciones ejecutivas del Presidente".

Basta con contemplar los supuestos que limitan la acción presidencial
para comprobar lo poco que se puede hacer desde el poder ejecutivo.

En primer lugar, la prohibición a subsidiarias de Estados Unidos en
terceros países a comerciar bienes con Cuba, recogida en la Ley para la
Democracia Cubana de 1992 (más conocida como Ley Torricelli). La segunda
es la prohibición de realizar transacciones con propiedades
norteamericanas que fueron nacionalizadas por el régimen castrista,
incluido en la Ley Helms-Burton. En tercer lugar, la prohibición a los
ciudadanos estadounidenses de viajar a Cuba con fines turísticos. Y en
cuarto, la obligación impuesta al régimen castrista a pagar en efectivo
y por adelantado las compras de productos agrícolas en Estados Unidos.

Las cuatro restricciones parecen razonables. Una revisión somera de las
hemerotecas permite obtener suficientes justificaciones para mantener
una actitud cauta con relación al régimen castrista, que sigue siendo
una dictadura totalitaria que apuesta cualquier foro internacional para
lanzar ataques contra Estados Unidos y maneja todos sus recursos
propagandísticos para convertir a este país, "el imperio del mal", en el
gigante Goliat enemigo de todos.

Estados Unidos debe actuar frente a la dictadura comunista con la ética
y dignidad de las democracias. Las Leyes emanadas por el poder
legislativo de esta nación como la Torricelli, o la Helms-Burton
responden a la voluntad popular y a procesos parlamentarios basados en
la discusión y aprobación de normas que, en Cuba, simplemente no pueden
comprender, porque llevan más de medio siglo alejados de las leyes
democráticas de la pluralidad y respeto a las opiniones alternativas.

Mientras que el Congreso de los Estados Unidos siga manteniendo la
responsabilidad en lo relativo al levantamiento del bloqueo contra el
régimen castrisya, no parece razonable apostar por unas pretendidas
"am­plias facultades del Presidente para, a través de la emisión de
licencias, permitir transacciones referidas al bloqueo que es­tán
reguladas por el Código Federal de Regulaciones de Es­tados Unidos". La
estrategia castrista del divide y vencerás, también en las democracias,
choca contra la ética y la legitimidad de la representación popular.

En ese sentido, lo que pudimos observar el pasado 17 de diciembre del
2014, posee el significado que tiene. Nada más. Que el Presidente de
Es­tados Unidos anuncie medidas para modificar la aplicación de
determinadas regulaciones del bloqueo ha creado no pocas expectativas,
pero solo es eso, de momento. Expectativas. El pueblo cubano sigue como
siempre, tratando de "resolver" para llegar a fin de mes con uno de los
salarios nominales más bajos del mundo. Y es cierto que el pasado 15 de
enero del 2015, los Departamentos de Tesoro y Comercio publicaron las
regulaciones administrativas para implementar las medidas anunciadas por
el Pre­sidente, pero también hay qué plantearse en qué medida estas
medidas realmente van dirigidas a mejorar las condiciones de vida del
pueblo cubano, y no son otra cosa que un subterfugio para intentar que
lo que sale de Estados Unidos por una vía, vuelva por la otra.

En efecto, si se eliminan algunas de las restricciones económicas,
financieras y comerciales actuales, tiene que existir una compensación.
Nada es gratis. Mucho menos en la economía. En ese sentido, no es
difícil coincidir con las autoras del artículo en que "las
modificaciones realizadas por Obama están lejos de ser todo lo que el
Presidente puede hacer", pero, y realmente esto es lo importante, lo
cierto es que, al menos de momento, no deben ir a más. Los avances en
materia de remesas, viajes, telecomunicaciones, etc, van a servir para
generar un flujo circular de ingresos y comercio entre Estados Unidos y
Cuba de efectos muy limitados sobre la población. Las pretendidas
amplias facultades ejecutivas del presidente para eliminar otras
restricciones vigentes tienen que esperar la decisión del Congreso.

Source: Lo que no debe hacer el presidente Obama (I) - Misceláneas de
Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/54e19fb03a682e06e0cec6e6#.VOHBSPnF9HE

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