lunes, 16 de febrero de 2015

Netflix en Cuba

Netflix en Cuba
02/15/2015 1:00 PM 02/16/2015 6:09 AM

Entre los hechos y los discursos de la prensa de Cuba y Miami hay una
distancia que refleja un fenómeno único. Ignorarla no salva de la
complicidad, más bien precipita un aislamiento torpe.

La entrada de Netflix en Cuba cuenta más que cualquier declaración al
uso de la disidencia; vale por encima de pagar anuncios en periódicos
importantes o no tan importantes; supera advertencias, reclamos y
regaños en los diarios oficialistas del régimen y hacen superfluas las
tan repetidas declaraciones de congresistas de cualquier bando; los
intentos cursi de quedar bien con todo el mundo de los funcionarios de
esta administración y las advertencias castristas.

Cuba se ha puesto de moda para las corporaciones norteamericanas y lo
demás no cuenta o importa poco. Pero repetirlo es ver la realidad a
medias. Estados Unidos desborda cada vez más el imaginario de quienes
viven en la isla. No se trata de una presencia nueva sino de una
avalancha hasta ahora reprimida. Banderas que ayer yacían escondidas o
mantenidas en la cautela invaden balcones y taxis. De pronto la imagen
del presidente estadounidense ocupa la camiseta de un niño. El águila
imperial se despliega en una espalda cualquiera y las franjas y las
estrellas cubren los pantalones de las cubanas.

La llegada a la isla del servicio de alquiler de películas y series de
televisión que brinda Netflix implica el porvenir de una ilusión, que
desborda el duro vivir diario. Abre la puerta a disfrutar dentro, lo que
hasta semanas atrás se prometía en la otra orilla. Como ilusión puede
decirse que actúa en favor del gobierno de La Habana, pero no acaba ahí.
También es fuente de frustración, de carencia, de preguntarse por qué
ellos sí y yo no. Una interrogante al interior del país, no extrapolada
a una eventual salida. Algo que ya no depende de la espera infinita.
Porque Netflix ya está en Cuba. No hay que esperar a la muerte de nadie
ni al triunfo de otros. Eso sí, de momento contar con el servicio
posiblemente recaiga en gran medida en la benevolencia de los parientes
de afuera.

"Las rebeliones no estallan cuando las cosas están realmente mal, sino
cuando la gente tiene la sensación de que sus expectativas no se
cumplen", dice el filósofo Slavoj Zizek. Y Netflix crea expectativas.
Apostar a un supuesto empeoramiento de la situación cubana —que siempre
ha sido en gran medida la sustentación del embargo— es una táctica
fallida, aunque resulte difícil de reconocer por algunos.

Aquellos que viven en la isla quieren poder disfrutar de Netflix, como
ocurre con unos 57 millones de clientes en unos 50 países, entre ellos 5
millones en América Latina. En el mundo actual puede considerarse un
derecho. Y ese derecho le es todavía vedado a la mayoría de los cubanos
por el régimen de los hermanos Castro. Pero hasta hace poco el gobierno
de Estados Unidos era cómplice de esa negativa, como aún son cómplices
los que se oponen a los cambios en la política hacia Cuba.

Entre los intereses de los cubanos está el poder contar con algo tan
simple —para quienes viven en esta ciudad— como ver una película por
internet. Y hay que dejar claro quienes son los que se oponen a esos
placeres modestos y quienes están a favor.

Lo que aún resulta difícil de entender en Miami es que han cambiado los
marcos de referencia de quienes viven en la isla. Hay dos razones al
menos que explican este hecho. Uno es la distancia temporal en la visión
del país que mantiene un sector de la comunidad cubana, disminuido
demográficamente por consecuencias biológicas pero aún dominantes en la
representación mediática del exilio. Otro es el auxilio que en la
retroalimentación de esa visión aportan disidentes, activistas,
opositores y miembros de la llamada sociedad civil independiente,
quienes por convicción o intereses secundan una representación de Cuba
que tiene poco que ver con la realidad nacional, pero que les sirve para
encontrar un apoyo aquí del que carecen allá.

Las consecuencias son la repetición de actitudes, palabras y conceptos
que remiten a marcos conceptuales propios de ciertas organizaciones,
políticos y sectores de poder de esta ciudad, que funcionan acordes a la
realidad de Miami pero ajenas por completo a la cotidianidad cubana, y
que en última instancia solo encuentran su justificación en un ejercicio
de política local y nacional que puede resultar efectivo a la hora de
agilizar o retardar iniciativas de momento, pero poco eficaz en cuanto a
una estrategia de largo alcance.

Por supuesto que Netflix no espera en sus inicios contar con muchos
clientes en la isla. Descontado que buena parte de las cuentas de los
pocos privilegiados del servicio se pagarán en Miami. No hay que decir
que beneficiará particularmente a extranjeros, "nuevos ricos" y miembros
y familiares de la elite gobernante. Nada de ello impide afirmar que es
el futuro de Cuba. Nos guste o no.

Source: Netflix en Cuba | El Nuevo Herald El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/alejandro-armengol/article10155341.html

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