martes, 24 de mayo de 2016

El riesgo de quedarse a mitad de camino

El riesgo de quedarse a mitad de camino
[23-05-2016 15:52:56]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- El recorrido ha sido trazado y parece
estar suficientemente definido. Más allá de las eventuales coincidencias
o discrepancias que, tanto desde la política como desde la sociedad se
plantean, el actual gobierno parece decidido a transitar el sendero que
ya ha elegido.
Los que no comparten esa orientación general lo han manifestado
expresamente. En muchos de esos casos se trata de personas que han
ocupado puestos de conducción y que han demostrado con creces lo que
pueden ser capaces de hacer cuando disponen de cierta supremacía al
frente de la administración de la cosa pública.

La visión del populismo y sus programas socialistas ya han sido probadas
con resultados catastróficos demasiado evidentes. Concentración del
poder, intervención del Estado en la economía, discrecionalidades por
doquier y un espíritu autocrático que no han logrado disimular, por solo
citar algunas de sus más inocultables y despreciables características.

El debate del presente tiene que ver con la dinámica seleccionada en
esta ocasión, la velocidad con la que se intentan implementar ciertos
cambios, la oportunidad de las necesarias reformas y la gobernabilidad
imprescindible para llevar adelante esta intrincada etapa.

Muchos factores e ingredientes se conjugan en la actualidad y es difícil
saber como administrar las fuerzas para llegar a buen puerto. No existe
receta infalible, ni fórmula segura para enfrentar esta compleja transición.

Algunos suscriben cada paso que se ha dado, avalando no solo el rumbo de
esas determinaciones, sino también sus tiempos y modos. Otros, más
escépticos, reclaman más celeridad, convicción y eficacia para cerrar
pronto esta fase y dar vuelta la página sin estériles dilaciones.

Este parece ser el gran dilema del momento. Resolver algunos asuntos
relevantes, desactivar ciertos peligros latentes, timonear esta
mutación, no parece tarea sencilla, pero existe un riesgo implícito y es
saludable ponerlo sobre la mesa, exteriorizarlo y hablar de él con
absoluta crudeza y claridad.

Ignorar esta cuestión, hacer de cuenta que no existe chance alguna de
que los escollos atenten finalmente contra el resultado esperado, no
ayuda en nada. Es importante analizar todas las posibilidades y testear
cuidadosamente la secuencia de los hechos, para disponer de un plan
alternativo que no sea extemporáneo y permita reaccionar a tiempo.

Muchos dicen que los gobiernos siempre tienen esa variante a su alcance
y que todo está debidamente previsto. Sin embargo, por momentos, diera
la sensación de que se trata de apuestas únicas, de callejones sin
salida y que se deambula por la cornisa, solo intentando minimizar
costos políticos.

Resulta muy razonable que la agenda contemple aspectos políticos y
prevea controlar el poder, mantener la sustentabilidad electoral y el
acompañamiento cívico. Sería ilógico que no lo tuvieran en cuenta.

Pero no menos cierto es que cuidar ese costado importante pero no vital
y poner en jaque el objetivo principal implica asumir mayores riesgos
que podrían traer complicaciones que pueden ser absolutamente evitadas.

En concreto, la actual gestión está intentando alcanzar la meta, pero ha
elegido una estrategia demasiado prudente, y esa actitud le puede costar
caro no solo al oficialismo, sino fundamentalmente a la sociedad.

El diagnóstico de casi todo el arco político es que el futuro depende,
en buena medida, de la marcha de la economía. Si ella no se endereza
pronto, los tropiezos políticos no tardarán en aparecer. No es necesario
que todo sea un éxito pero si es imprescindible que se inicie el camino
de la recuperación, hecho que no solo debe ocurrir, sino que además debe
ser percibido inconfundiblemente por la ciudadanía.

Buena parte de la esperanza del gobierno se ha depositado en la
suficiente cantidad de confianza inyectada en los actores económicos
locales y foráneos. La visita de muchos mandatarios extranjeros, los
inconfundibles guiños hacia el mercado de capitales, la eliminación de
ciertas arbitrariedades y dislates del pasado, son datos alentadores.

Pero el asunto es más profundo. Si una parte significativa del plan que
permitirá el resurgimiento del país, depende del ingreso de inversiones
desde afuera aun quedan muchos deberes por hacer y señales contundentes
que enviar a quienes pueden mostrar genuino interés en considerar las
inmensas posibilidades que esta Nación ofrece.

Sin una estructural reforma fiscal y laboral consistente, sin una
racionalización del tamaño del gasto estatal y un proceso de
modernización de todos sus estamentos, ningún proyecto podrá ser
sostenido en el tiempo.

Las inversiones, de todo tipo, son bienvenidas en esta difícil
instancia, pero no serán las mejores las que vendrán ahora, al menos no
en el volumen deseado. Todavía esta tierra sigue siendo destino de
pícaros y oportunistas. Los grandes, los que realmente cambian la
inercia, esos capitales que no solo vienen a hacer la legítima
diferencia de corto plazo, sino que también pretenden quedarse por un
largo tiempo, tardarán en aterrizar aún.

La confianza no se construye con un chasquido de dedos. Es un largo
proceso que emite gestos permanentemente y que al final del trayecto
consigue consolidarse. Recién cuando la credibilidad se fortalece las
bondades del sistema consiguen dar sus frutos. Suponer que eso ocurrirá
mágicamente es caer en una ingenuidad imperdonable.

El gobierno tiene un enorme desafío por delante. Está a tiempo de hacer
lo necesario sin postergaciones especulativas. Claro que hacer lo que
corresponde tiene consecuencias negativas indeseadas. Pero no hacerlo
también e implica cometer una equivocación de una magnitud superior.

Es deseable ser optimista. Las ganas son un requisito pero no alcanzan,
ni resuelven nada. Al optimismo hay que darle contenido y motivos
suficientes para creer que todo será diferente. Alguien dijo en cierta
ocasión que "lo difícil no es hacer lo correcto, sino saber qué es lo
correcto". El gobierno con esta actitud sinuosa, corre el riesgo de
quedarse a mitad de camino.

Source: El riesgo de quedarse a mitad de camino - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/57430b383a682e03b003c70f#.V0RispF97ic

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