lunes, 9 de abril de 2007

El etanol o el fin del chantaje energético del castrochavismo

El etanol o el fin del chantaje energético del castrochavismo
Manuel Malaver

Domingo, 8 de abril de 2007

Sería interesante que tanto el presidente de Cuba, Fidel Castro, como el
de Venezuela, Hugo Chávez, explicaran a sus seguidores por qué si para
Castro los acuerdos entre Estados Unidos y Brasil para el aumento de la
producción de etanol "significan la internalización de un genocidio", y
para Chávez "hay razones éticas para oponerse a la producción de
etanol", Cuba y Venezuela firmaron el 28 de febrero pasado en La Habana
"un acuerdo marco para la instalación en Venezuela de 11 plantas de
etanol y el desarrollo de la producción cañera con esos fines".

La noticia apareció en el diario oficial "Granma" del día siguiente y
merece recordarse, no solo porque está respaldada por una foto donde
aparecen el escasamente visible vicepresidente Raúl Castro, y los
ministros de Energía y Petróleo de Venezuela, Rafael Ramírez, y el de
Inversión Extranjera y Cooperación Económica de Cuba, Martha Lomas, sino
igualmente por una entusiasta declaración donde se afirma que "dicho
acuerdo forma parte de los empeños conjuntos por preservar el medio
ambiente, reducir el consumo de combustibles fósiles y fomentar fuentes
alternativas de energía".

Pero antes del acuerdo de La Habana, las estatales petroleras PDVSA de
Venezuela y Petrobras de Brasil habían firmado en agosto del 2006 otro
acuerdo para "el abastecimiento de etanol a largo plazo como sustituto
fiable de gasolina" y siempre bajo el patrocinio del presidente Chávez,
quien en un encuentro de empresarios brasileños y venezolanos presidido
por Lula y Celso Amorín y celebrado en Caracas el 5 de febrero del 2005,
se refirió en términos elogiosos, y hasta exultantes, a la producción de
etanol. Oigámosle: "Y sobre todo ese acuerdo para que Venezuela se
integre con Brasil en la producción de etanol. Vamos. Nosotros
necesitamos cerca de 30 mil, solo para el consumo interno de gasolina
necesitamos 30 mil barriles diarios de etanol. Estamos usando algo,
además, contaminante todavía, el tetraetilo de plomo, importado todo, y
no de Brasil, sino generalmente del norte.

De modo que necesitamos cerca de 30 mil barriles diarios de etanol para
inyectarle a la producción de gasolina que está por aquí cerca de 300
mil barriles diarios.

Después está la industrialización. Estamos, Lula, instalando allá en los
llanos de Barinas un Complejo Azucarero, tecnología brasileña con apoyo
cubano también, la experiencia cubana, la experiencia brasileña y la
experiencia venezolana. Y allí mismo nosotros aspiramos instalar la
planta de producción de etanol en esos llanos tan ricos. Además, me
informan que necesitaríamos casi duplicar la actual producción de caña
de azúcar para el proyecto etanol y nos ahorraríamos miles de dólares en
importación de insumos, entre ellos, tetraetilo de plomo y otros más…".

La pregunta es: ¿Cómo si entre el 2005 y el 2007 Chávez dijo discursos y
firmó acuerdos, primero con Brasil y después con Cuba, para la
producción de etanol, sale ahora haciendo comandita con Castro para
poner en el banquillo a su socio en el mismo propósito, Lula da Silva y
acusarlo de que está "internacionalizando un genocidio" y actuando "al
margen de la ética".

¿Pueden dos jefes de estado responsables de "la salvación del mundo"
cambiar de ideas tan repentina y abruptamente, como si siempre las
hubieran adversado y jamás se les ocurriría apoyarlas? ¿Y qué se les
dice ahora a los equipos cubano-venezolanos que se fajaron durante meses
y años a estudiar y trabajar para la viabilidad del proyecto que como en
toda sociedad autoritaria provino de la inspiración y sabiduría de sus
jefes? Porque es bueno recordar que solo en el proyecto del Complejo
Azucarero de los llanos de Barinas, el CAAEZ ("en esos llanos tan
ricos"), se despilfarraron 750.000 millones de bolívares (unos 300
millones de dólares al cambio actual), en un central agroindustrial y
azucarero que nunca arrancó, que dejó en la estacada a miles de
campesinos que fueron animados a participar, y quienes se
desincorporaron por el estallido de un sonado escándalo de corrupción
donde salieron implicados un ministro, un general, un coronel y un mayor
del Ejército y un grupo de asesores cubanos cuyo papel nunca estuvo claro.

Pero no fue solo el CAAEZ, sino la inclusión del "Proyecto
Agroenergético Etanol Combustible" dentro del Plan Siembra Petrolera de
PDVSA de abril del 2006, para, entre cosas, "apoyar la independencia
agroalimentaria", "contribuir al desarrollo productivo del Eje Norte
Llanero", y "dar cumplimiento a compromisos internacionales como el
Protocolo de Kyoto"; y la providencia administrativa para hacer realidad
"la construcción de 17 plantas de producción de etanol, con la
disposición de que tanto como 320 mil hectáreas fueran definidas como
nuevas áreas a cultivar de 10.196 MDA de Etanol", según la Gaceta
Oficial N° 345.718 del 27 de febrero del 2006.

Pero una vez más ¿qué le picó entonces a Chávez para semejante cambiazo,
para que después de tanto esfuerzo, inversión y entusiasmo descubriera
que "no es ético" producir etanol y que en cuanto se reúna con Lula va a
disuadirlo de perpetrar tan despreciable crimen? Pues sencillamente que
el presidente Lula en ejercicio de la soberanía a que lo obliga la
constitución de su país, y por recomendación de sus asesores en materia
económica y energética, decidió firmar dos acuerdos (uno en Brasilia y
otro en Camp David), con el presidente norteamericano, George Bush, para
impulsar la producción de etanol en Estados Unidos y Brasil y dar inicio
a una cooperación que sin duda será fundamental en la sustitución de los
combustibles fósiles por energía más ecología, más eficiente y no
contaminante.

Pero es todo de lo que no quieren oír hablar los caudillos líderes de la
izquierda náufraga, residual, religiosa y borbónica ("ni aprende, ni
olvida"), y tal como si enfrentaran a un réprobo, o estuvieran ante la
comisión de un pecado capital sin perdón en este ni en otro mundo,
salieron a condenar a Bush, a Lula y a la producción de etanol "por
antiética" y porque "internacionaliza un genocidio".

Y aquí cabe preguntarse si reacción tan irracional, robótica y
desproporcionada es exclusivamente por razones políticas, ideológicas y
teológicas y no porque los dueños de la producción petrolera venezolana,
los caudillos Castro y Chávez, vieron de repente en Lula un competidor
en el mercado de crudos de los Estados Unidos y salieron como buenos
neoliberales a defender a dentelladas el nicho que piensan es de su
personal usufructuo.

A este respecto no debe olvidarse que se trata de un país que consume 20
millones de barriles diarios de crudo, el 15 por ciento de los cuales
sale del territorio venezolano, y cuyos ingresos (el año pasado
alcanzaron los 70 mil millones de dólares) garantiza la salud económica
de Venezuela y la terapia intensiva de Cuba, aparte de gastos
gigantescos en armas, equipos de represión policial y la compra de
lealtades a los "vivos" como Ortega, Correa y Evo Morales que simulan
acompañar a los caudillos en la cruzada para hacer la revolución y
derrotar al capitalismo, el imperialismo y a los Estados Unidos.

De modo que si Lula y Brasil incursionan en el mercado de los
combustibles con una energía más barata, más eficiente y más ecológica
-y ahora con el apoyo de la plataforma tecnológica de la primera
economía del mundo- entonces olvídense en el corto y mediano plazo de
los ingresos de 70 mil millones de dólares al año, y de la compra de
armas, equipos de represión y lealtades.

Y también del chantaje energético o petroterrorismo con que algunos
presidentes radicales de la OPEP quieren poner rodillas a la comunidad
internacional, ya que si no aceptan cruzarse de brazos ante las
tropelías que llevan a cabo en sus países, los amenazan con quitarles el
suministro de petróleo y gas.

Casos emblemáticos los de Chávez y Ahmadinejad, convertidos en dos
tiranuelos del oro negro que a partir del auge de la producción de
etanol deben ir pensando que otro chantaje inventan ahora que la
producción de energía promete ser más diversificada, eficiente, no
contaminante y barata.

Claro, Ahmadimejad ya tiene montado el chantaje de la bomba nuclear y
quién sabe si Castro y Chávez se unen al mismo… Nunca es tarde cuando el
chantaje es bueno.

http://www.analitica.com/va/economia/opinion/5428516.asp

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