Publicado el 04-24-2008
Cambios en Cuba: ¿Qué significan?
Por Guillermo I. Martínez
Aquellos que observan los cambios económicos y sociales que se están
dando en Cuba bajo Raúl Castro y creen que la democracia y la economía
de mercado están a la vuelta de la esquina, se exponen a un abrupto
despertar.
Y los que rehúsan ver alguna significación en los cambios que siguen
produciéndose bajo el nuevo gobierno Raulista deberían quitarse las
anteojeras. Los cambios son reales pero conllevan riesgos para los
regímenes totalitarios.
Durante meses, el nuevo gobierno cubano ha estado anunciando con
regularidad los cambios. Ahora, se les permite a los cubanos adquirir
teléfonos celulares y DVDs. Podrán hospedarse en los mismos hoteles que,
hasta fecha reciente, eran solamente para turistas extranjeros y podrán
consumir en restaurantes. También, algún día podrán ser dueños de sus
casas y, pronto, podrán viajar al extranjero sin necesidad de permiso.
Los expertos dicen que hay más cambios en el camino.
Más, no miremos estos cambios a través de cristales de color de rosa.
Las posibilidades reales de que estos cambios lleguen a la mayoría de la
población cubana son muy limitadas. Los precios son demasiado caros para
el cubano promedio. Más todavía si se considera que a los cubanos en la
isla se les paga en pesos y que los nuevos bienes estarán disponibles
únicamente en pesos cubanos convertibles, lo que reduce los salarios del
cubano promedio a niveles risibles.
Pocos cubanos tendrán acceso a los nuevos artículos de consumo, a menos
que reciban dinero de sus familiares que viven fuera de la isla.
Y por supuesto, el gobierno no permitirá que ninguno de estos cambios
afecte a las políticas comunistas vigentes. Tampoco representarán ningún
cambio significativo para los prisioneros políticos o implican ningún
cambio hacia una forma de gobierno más democrática. Basta ver lo que le
hicieron a las Mujeres en Blanco que protestan pacíficamente para que
suelten a sus maridos, presos políticos todos.
El periódico oficial Granma ha publicado artículos firmados por Fidel
Castro en los que puntualiza que no le gustan los cambios que están
ocurriendo en Cuba. Reitera que ningún cambio descarrilará los
principios comunistas que prevalecen y que han gobernado a la isla
durante casi medio siglo.
Si los comentarios publicados son escritos por Fidel Castro o no son de
su autoría, es irrelevante. Si es él quien los escribe, indica que su
posición se ha debilitado debido a su precaria salud y que su influencia
se está disipando ante el pueblo, desesperado por cambiar sus
condiciones de vida.
Si los artículos son redactados por otra persona, significa que hay una
lucha interna dentro del comunismo cubano por la hegemonía y que todavía
hay sectores que quieren mantener la línea dura.
Sin embargo, las cosas están cambiando.
El ala Raulista está apostándole a la iniciativa de permitir granjas
familiares que abran nuevas opciones a los cubanos y que consolide el
control gubernamental.
Pero los cambios, aunque pequeños, la historia confirma siempre son
peligrosos para los regímenes totalitarios. No se puede dar un poquito
de libertad, del mismo modo que no se puede considerar a una mujer
encinta como que está un poquito embarazada.
Cuba ya ha recorrido esta ruta antes. A mediados de los 90, la
Administración del Presidente Clinton trató de persuadir al gobierno
cubano a abrirse un poco, permitiendo modificaciones económicas que,
eventualmente, condujeran a una sociedad más democrática.
No funcionó.
Fidel reaccionó violentamente. Hasta le dijo a un reportero de la
revista Time que había terminado de leer la autobiografía de Mikhail
Gorbachev y que le quedó claro que hasta los cambios económicos más
pequeños eran peligrosos. Según Fidel, esas innovaciones fueron
responsables de la desaparición de la Unión Soviética y su imperio.
Castro dijo de manera inequívoca que no permitiría que Cuba siguiera los
pasos de la extinta Unión Soviética. Días más tarde, ordenó el derribo
de dos pequeños aviones, piloteados por cubanos de la organización
"Hermanos al Rescate" que cruzaban el estrecho de la Florida. La
Administración Clinton tuvo que retirar sus ofertas a Cuba e imponer,
más bien, sanciones y controles más estrictos sobre la isla.
Fidel Castro tiene razón. No importa cuán pequeños o insignificantes
puedan ser los cambios. Pueden conllevar una ola de expectaciones
crecientes entre los cubanos de la isla. Una ola que puede poner en
peligro el riguroso control que el gobierno ejerce sobre la población.
Guillermo I. Martínez reside en la Florida. Su dirección electrónica es:
Guimar123@gmail.com.
No hay comentarios:
Publicar un comentario