Cuba, ¿hacia una reestructuración agraria?
OSCAR ESPINOSA CHEPE
...la distribución de la propiedad y el cambio de tierras estériles en
tierras productivas, aunque lastime preocupaciones de partidos y añosos
intereses tradicionales, es causa inmediata de la riqueza del país,
lograble fácilmente con la creación de muchos pequeños propietarios...
José Martí
La Habana -- Si en algún tema existe un amplio consenso en Cuba, es el
referente a la necesidad de una urgente reestructuración agraria que
saque al país de la peligrosa crisis alimentaria en que se encuentra.
Desde el presidente Raúl Castro y otros altos dirigentes hasta el más
simple ciudadano están conscientes de que resulta indispensable un
cambio radical en la agricultura. Hoy Cuba importa el 84% de los
alimentos que consume, mientras que la mayoría de las tierras
cultivables están ociosas o subutilizadas en grado máximo.
Resultan alentadores los anuncios de que se iniciarán reformas mediante
la entrega de tierras y recursos a quienes deseen cultivarlas, así como
la descentralización de las instituciones encargadas de dirigir la
agricultura mediante la creación de entidades municipales más cercanas a
los productores. Sin embargo, todavía no se conoce en detalle cómo se
realizará la apertura, ni las formas como se entregarán las parcelas,
aunque se avizora la probable entrega en usufructo. Variante que en una
primera etapa sería aceptable si se garantizara la permanencia en la
tierra a los nuevos agricultores y la cesión a sus descendientes, así
como si las áreas otorgadas pudieran cultivarse y comerciarse las
cosechas en un ambiente de libertad.
Tampoco se ha informado la cantidad de tierra que será entregada a cada
persona. Existe el riesgo de que sean cantidades insuficientes, que no
permitan la debida rotación de los cultivos y la aplicación de la
técnica a una escala rentable, lo cual crearía una fragmentación lesiva
al futuro agrícola.
En un país regido estrictamente por un único partido político, está
presente el peligro de que en las entregas de tierra prevalezcan
criterios clientelistas e ideológicos en vez de la búsqueda de personas
emprendedoras, decididas a producir alimentos en forma racional,
eficiente y sustentable.
También se ha hablado sobre medidas para mejorar la comercialización de
los productos del campo, pero sin especificar cómo serán aplicadas. Hoy
un alto porcentaje de los productos agrícolas se pierde en los campos
por no ser recogidos a tiempo, y muchos acopiados se deterioran en el
trayecto al consumidor.
En cuanto a las grandes áreas de tierras ociosas o mal utilizadas,
existen organizaciones como las Uniones Básicas de Producción
Cooperativas (UBPC) que nacieron con ''problemas genéticos'', según
señalara un economista cubano, ya que se establecieron sin tener en
cuenta las opiniones de sus supuestos creadores y miembros. Estas 1,500
falsas cooperativas creadas arbitrariamente el 20 de septiembre de 1993,
poseen 2,489,200 hectáreas, de las cuales la quinta parte está ociosa y
el 31% son pastos naturales en muy mal estado. Los rendimientos
agropecuarios obtenidos en sus cosechas son sumamente bajos, salvo
excepciones, muy por debajo de los logrados por agricultores privados, a
pesar de contar con más recursos. Todo esto provoca que el 60% de las
UBPC se hayan mantenido con altas pérdidas económicas desde su
fundación, requiriendo constantemente asignaciones financieras del
presupuesto --casi siempre irrecuperables-- para continuar una ineficaz
gestión nociva a los intereses económicos de la nación.
Cuando se habla de repartir las tierras entre quienes deseen
cultivarlas, las UBPC son fuente de tierras para distribuir, incluyendo
la posibilidad de que algunas áreas puedan ofrecerse a la inversión
foránea. Recientemente la ministra de Inversiones Extranjeras y
Colaboración Económica, Marta Lomas, afirmó que el gobierno estudia
ampliar las inversiones extranjeras en la agricultura y desmantelar las
cooperativas campesinas ''totalmente ineficientes'' como parte de las
medidas para aumentar la producción de alimentos. Añadió que ''estamos
actualmente estudiando algunas propuestas de negocios en la
agricultura.'' Esta noticia es positiva, pues Cuba también necesita
capital, mercados y tecnología para modernizar el sector agropecuario.
En particular la obtención de tecnología avanzada debería priorizarse.
Habría también que movilizar fuentes internas de recursos financieros,
mediante la creación de esquemas ágiles, como organizaciones bancarias
especializadas en el sector agropecuario, donde el estado podría
participar activamente con sus fondos para ofrecer préstamos y otros
servicios.
Objetivamente, no existe contradicción entre crear una sólida base de
productores nacionales de alimentos y la inversión extranjera. Por el
contrario, la participación foránea en nuestros campos, correctamente
seleccionada y sobre la base del respeto a nuestros intereses, podría
incidir en el incremento de la eficiencia y la productividad en la
producción de caña de azúcar, arroz, hortalizas, viandas, frutales,
granos en general, leguminosas, plantas oleaginosas, leche y carne.
Tampoco debe excluirse la inversión extranjera en la comercialización de
los productos agropecuarios junto a las empresas del gobierno y la
iniciativa privada nacional. Cuba no tiene suficiente capital,
tecnología ni mercado, por lo cual deberá recurrir sin absurdos
prejuicios a racionales dosis de participación extranjera sobre bases
justas. Asimismo, siempre que sea posible, deben promoverse vínculos
directos entre los productores agropecuarios y los grandes consumidores,
como pueden ser las cadenas turísticas nacionales y extranjeras,
evitándose de esa forma intermediarios innecesarios.
La reestructuración agraria requiere urgente aplicación. Condiciones
para triunfar existen: tierras ociosas y personas capacitadas. Sólo
deben abandonarse obsoletas concepciones y establecer un ambiente
promotor del trabajo y la creatividad.
Economista y periodista independiente cubano.
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