Una economía ineficaz y dependiente
By CARMELO MESA-LAGO
Especial para El Nuevo Herald
¿Cómo se compara la situación económico-social de Cuba en vísperas de la
revolución y la actual? La respuesta es muy difícil porque después de
medio siglo han ocurrido mejoras en virtualmente todos los países
latinoamericanos. Por ejemplo, Chile y Costa Rica estaban por debajo de
Cuba en los indicadores de 1958 pero hoy los empatan o mejoran; por ello
para ciertos indicadores es más razonable contrastar el cambio del
ordenamiento cubano dentro de la región entre 1958 y el 2007-08.
El Producto Interno Bruto (PIB) por habitante en dólares se colocaba en
el tercer o cuarto lugar en 1957 pero es imposible estimarlo hoy con
seriedad. Para el 2005 el Indice de Desarrollo Humano 2007/2008 da un
"estimado preliminar'' del PIB por habitante cubano en dólares
internacionales, advirtiendo en una nota de pie repetida por cinco años,
que hace "esfuerzos por producir un estimado más confiable''. Aún si
usamos esa cifra controversial, Cuba se colocaría en el lugar 21 entre
31 países de América Latina y el Caribe, superando sólo a los menos
desarrollados. La tasa de mortalidad infantil era la más baja de la
región en 1957 y 2007, mientras que la esperanza de vida era la segunda
más alta en ambos años; por otra parte, la tasa de alfabetización era la
cuarta más alta en 1953 y según la UNESCO había ascendido a la mayor en
el 2006. En indicadores de autos por 1,000 habitantes, porcentaje de
familias con televisores y de la población con teléfonos, Cuba en
1957-58 estaba entre los primeros tres países de la región y ahora está
entre los últimos.
Otros indicadores son comparables en Cuba entre 1958 y el 2007. Por
ejemplo, la tasa de inversión cayó de 18 por ciento del PIB al 13 por
ciento; la deuda externa saltó de $100 a $15,385 millones; el déficit en
la balanza comercial aumentó de $39 a $10,372 millones en el 2008; la
producción azucarera se redujo de 5.9 a 1.2 millones; el número de
cabezas de ganado vacuno descendió de 5.7 a 3.8 millones, la producción
de tabacos habanos disminuyó de 628 a 427 millones, la de leche de vaca
de 765,000 a 485,000 toneladas, la de fertilizantes de 438,000 a 18,200
toneladas y la de textiles de 116,000 a 24,000 miles de metros
cuadrados. Ténganse en cuenta que la población se duplicó en dicho
período de forma que esas cifras por habitante serían mucho menores.
Las producciones de petróleo, gas, níquel, cemento, acero, electricidad,
cítricos, huevos y la captura de pescado y mariscos, así como el número
de turistas aumentaron notablemente; se universalizaron los servicios
educativos y sanitarios, así como las pensiones; disminuyó el desempleo
abierto, y ocurrió una reducción considerable en las desigualdades entre
las ciudades y el campo, tanto en ingreso como en acceso a servicios
sociales.
En realidad, hubo un aumento en la mayoría de los productos y servicios
hasta 1989, en gran medida por la enorme ayuda virtualmente gratuita de
la URSS, pero el colapso del bloque socialista provocó una severa crisis
económica acompañada de un deterioro económico-social (el Período
Especial). A pesar de la recuperación a partir de 1995, la mayoría de
los indicadores aún se encuentra por debajo del nivel anterior a la crisis.
El PIB por habitante promedió -1.4 por ciento anual en el período
1991-2000, la tasa más baja en América Latina y el Caribe, y a fines deL
2004 era aún 7 por ciento inferior al nivel de 1989. Desde entonces las
estadísticas oficiales no son comparables con el resto del mundo porque
Cuba ha inventado una nueva metodología que sobreestima el PIB y su
crecimiento. Entre 1989 y el 2007 la tasa de inversión cayó de 25 por
ciento a 13 por ciento del PIB; la liquidez monetaria (un índice
substitutivo de la inflación cuya cifra oficial no es confiable) aumentó
al doble; la producción de azúcar se derrumbó de 8 a 1.2 millones de
toneladas (la zafra de 2007 fue la peor desde 1903); la industria
manufacturera no azucarera se derrumbó en 85 por ciento; la fabricación
de cemento, acero, textiles, fertilizantes, zapatos y jabón estaba entre
50 por ciento y 96 por ciento por debajo del nivel de 1989, mientras que
la producción de carne vacuna, leche, huevos, arroz, cítricos y tabaco
en rama, así como la captura de pescados y mariscos, se encontraba entre
12 por ciento y 71 por ciento por debajo.
Los éxitos han sido en la minería y el turismo. La producción de gas
natural saltó 35 veces (era minúscula en 1989), la de petróleo cuatro
veces (satisface sólo 35 por ciento de las necesidades cubanas y el
resto se importa) y la de níquel aumentó 62 por ciento, pero desde el
2003 la de petróleo declinó y la de níquel se estancó mientras la de gas
natural ascendió pero aporta sólo 22 por ciento a la producción total de
combustible. El número de turistas creció ocho veces y en cuatro veces
sus ingresos brutos; el número de habitaciones hoteleras se duplicó pero
sólo 46 por ciento están ocupadas y el promedio de gastos diarios por
turista cayó 42 por ciento.
Los resultados positivos se han debido a la inversión extranjera pero el
número de empresas mixtas con capital foráneo disminuyó 22 por ciento
entre el 2002 y el 2007, porque el gobierno cerró varias de ellas y ha
declarado que sólo está interesado en grandes inversiones en los
sectores estratégicos. Además el turismo depende excesivamente de las
importaciones de insumos para atender a los visitantes, lo cual reduce
el ingreso neto de la industria y no genera un efecto multiplicador fuerte.
Excepto el turismo y la exportación de servicios, la situación del
sector externo es negativa. La deuda externa en divisas se duplicó entre
1989 y el 2007 (sin contar la no pagada a la URSS) estableciendo un
récord. Las exportaciones en el 2007 aún estaban 37 por ciento por
debajo del nivel de 1989 pero las importaciones eran 24 por ciento
superiores, por ello el déficit en la balanza comercial alcanzó $6,381
millones. El valor de las exportaciones de níquel aumentó enormemente,
generando 56 por ciento del total de las exportaciones en el 2007 por el
incremento del precio mundial de ese metal, pero cayó 81 por ciento en
el 2008. Debido al desplome de la producción agropecuaria, Cuba importa
el 80 por ciento de los alimentos de la canasta básica a un costo de
$2,500 millones en el 2008.
Las remesas del exterior probablemente son la cuarta fuente de divisas
pero disminuyeron debido a las restricciones impuestas por el presidente
George Bush, unidas al gravamen cargado por Cuba al dólar y la
revalorización artificial del peso "convertible'' que reduce en 20 por
ciento el valor de dichas remesas.
Entre 1989 y el 2003-2005 la pobreza en la capital aumentó de 6 por
ciento a 20 por ciento; un 23 por ciento se autocalificaba como pobre y
otro 23 por ciento casi pobre, y la desigualdad en el ingreso se
duplicó. La tasa oficial de desempleo declinó de 8 por ciento a 1.8 por
ciento, pero es amañada porque incluye como ocupados a trabajadores
despedidos en reentrenamiento, estudiantes que desempeñan algunas
labores, y cultivadores a tiempo parcial de alimentos para autoconsumo
en traspatios y jardines urbanos.
El salario promedio ajustado por la inflación disminuyó 76 por ciento
entre 1989 y el 2007 a pesar de los aumentos nominales de los últimos
años; Raúl Castro ha reconocido la insuficiencia del salario para cubrir
las necesidades mínimas. El racionamiento ahora sólo cubre una semana al
mes y el resto tiene que comprarse en los mercados agropecuarios y las
tiendas de divisas a precios entre 90 y 300 veces superiores a los del
racionamiento.
La alfabetización y la matrícula primaria es casi total y el porcentaje
de estudiantes en la secundaria uno de los mayores de la región. La
matrícula universitaria aumentó notablemente entre 1989 y 2008 en las
humanidades y ciencias sociales pero disminuyó en carreras técnicas
especialmente en agronomía donde ahora se reporta un grave déficit, y a
pesar de una notable graduación de maestros también hay un déficit. Cuba
tiene una de las poblaciones más educadas de la región pero la
substancial inversión en recursos humanos se pierde debido al éxodo, las
bajas remuneraciones y falta de incentivos que fuerza a los
profesionales a abandonar sus trabajos estatales en busca de otros que
les permita sobrevivir.
La crisis afectó también los niveles sanitarios, salvo la mortalidad
infantil que continuó su descenso a 5.3 por 1,000 y la relación de
médicos por 10,000 habitantes que siguió creciendo; ambos están aún a la
cabeza en América Latina, pero cerca de la mitad de los médicos trabaja
en el exterior, principalmente en Venezuela, lo que ha provocado un
déficit de atención médica en la Isla; las farmacias estatales carecen
de medicinas las que hay que comprar en las tiendas de divisas. La tasa
de mortalidad materna aumentó de 29 a 49 por 100,000 y la población
desnutrida de 5 por ciento a 15 por ciento. Han ocurrido severos brotes
de dengue y otras enfermedades contagiosas, parte de ellas como la
hepatitis y la diarrea aguda causadas por el severo deterioro de la
infraestructura de agua potable y alcantarillado.
La población cubana es la segunda más envejecida en la región y las
pensiones para 1.5 millones de personas toman 6.3 por ciento del PIB;
las cotizaciones que pagan las empresas son insuficientes para cubrir el
referido gasto y el Estado financia el déficit que toma 2.5 por ciento
del PIB. Para contener dicho costo un proyecto de ley que se espera
apruebe la Asamblea Nacional a fines de diciembre aumenta en cinco años
las edades de retiro de ambos sexos y establece una cotización del 5%
del salario a los trabajadores.
Pero el proyecto no enfrenta la disminución en 61 por ciento de la
pensión promedio ajustada a la inflación entre 1989 y 2007; una encuesta
reciente muestra que los ancianos están entre los grupos más pobres de
la población. Aunque se ha aumentado el número de personas que recibe
asistencia social ésta cubre 5 por ciento de la población, contratada
con el 20 por ciento que es pobre en La Habana y probablemente mayor en
el resto del país. La construcción de viviendas por 1,000 habitantes
promedió 6.1 anual en 1981-1989 pero cayó a 4,6 en el 2007 y los tres
huracanes del 2008 destruyeron 250,000 viviendas y dañaron otro tanto
por lo que el déficit habitacional sobrepasa un millón de unidades.
El embargo norteamericano es el chivo expiatorio por los problemas
citados pero, desde el 2002 el grueso de la importación de alimentos
viene de los Estados Unidos que era el quinto socio comercial de Cuba en
el 2007. La causa fundamental de los problemas ha sido la desastrosa
política económica de los últimos 50 años: colectivización y
centralización de virtualmente toda la economía, siete cambios de
organización económica y cuatro en estrategias de desarrollo, y
destrucción del incentivo individual. Cuba recibió de la URSS $65,000
millones en 1960-1990, de los cuales sólo 39 por ciento eran préstamos y
pagó únicamente 0.6 por ciento de ellos por lo que aún debe unos $24,000
millones a Rusia. A pesar de la ayuda soviética y ahora venezolana, Cuba
no ha logrado transformar su estructura productiva, lograr la
autosuficiencia alimentaría y generar suficientes exportaciones para
pagar por sus importaciones crecientes.
Desde el 2001 Hugo Chávez suministra a la isla el 57 por ciento de sus
necesidades de combustible a precios preferenciales que implicaron un
subsidio entre $2,500 y $3,000 millones en el 2008, superior al mayor
subsidio de precios concedido por la URSS. Además, Venezuela pagó en el
2007 alrededor de $5,000 millones por profesionales cubanos que trabajan
en el país como médicos, enfermeras y maestros, y entre el 2004 y el
2008 invirtió $3,676 millones en 629 proyectos con Cuba, incluyendo la
terminación de la refinería de Cienfuegos que produce 65,000 barriles
diarios. Pero la caída del precio del barril de petróleo en 72 por
ciento en el 2008 y el enorme déficit presupuestario que se proyecta en
Venezuela para el 2009 crearán presiones fuertes para reducir la ayuda y
subsidios a Cuba. A pesar de los esfuerzos para diversificar sus socios
comerciales (con China, Rusia, Brasil, Irán) la dependencia con
Venezuela es muy fuerte y Cuba podría enfrentar un segundo Período
Especial si se termina o reduce considerablemente la ayuda de Chávez.
Las tímidas reformas económicas introducidas en 1993-1996 promovieron
cierta descentralización, expandieron algo el pequeño pero dinámico
sector privado y originaron una recuperación parcial. Pero a pesar de
sus efectos beneficiosos, las reformas fueron virtualmente paralizadas
en 1996 y en el 2003 Fidel Castro inició una reversión de las mismas que
aceleró en el 2004-2005 con medidas de recentralización económica y
reducción del sector privado. El apoyo de Chávez permitió a Fidel
rechazar las reformas que había aceptado a regañadientes para detener la
crisis de los 90.
Después de la transferencia del mando a Raúl Castro en el 2006 éste
prometió reformas estructurales y estimuló el debate sobre cambios
económico-sociales más amplio y profundo bajo la revolución. Los
economistas propusieron reformas que van desde una transformación de la
propiedad a una mayor apertura a la inversión extranjera. Por el
contrario, las medidas tomadas por Raúl son positivas pero pocas, de
menor cuantía y orientadas al grupo de mayor ingreso: compra de móviles,
computadoras, electrodomésticos y aperos de labranza en pesos
convertibles, apertura de los hoteles de turismo a los cubanos, y
estímulos a la producción agrícola por los campesinos privados.
Sólo la entrega de tierras estatales ociosas en usufructo se aproxima a
una reforma estructural pero se ha demorado y está lastrada por
numerosas restricciones que reducen el incentivo para producir. El pago
del salario por resultados se ha pospuesto por más de cuatro meses y
algunas medidas anunciadas o esperadas no se han implementado como la
eliminación de la dualidad monetaria; la legalización de la compraventa
de viviendas; el aumento del trabajo por cuenta propia y autorización de
pequeños negocios privados; la expansión de la inversión extranjera
incluyendo la agricultura; la autonomía a los miembros de las
cooperativas (UBPC) para decidir libremente que sembrar, a quien vender
y fijar los precios de sus productos; la eliminación o transformación
radical del acopio estatal; la terminación del racionamiento, y una
mayor flexibilidad en la salida al extranjero. De hecho, después de los
huracanes ha ocurrido una paralización o desaceleración del ritmo de las
reformas, precisamente cuando estas son más urgentes y necesarias.
Fidel Castro ejerce un freno a los cambios a través de sus Reflexiones o
boicoteándolas directamente. La posibilidad de seguir reformas al estilo
chino o vietnamita que han generado un alto crecimiento económico y
mantenido el control del partido comunista está descartada. Después de
50 años y a pesar de su deterioro físico obvio, Fidel Castro sigue
controlando las decisiones clave en la economía y bloqueando el cambio
fundamental necesario para la prosperidad de su pueblo.
http://www.miamiherald.com/1321/v-fullstory/story/824812.html
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