martes, 9 de febrero de 2010

Tímidas señales

Tímidas señales
Autor y Ciudad:
Dimas Castellanos, La Habana

La sección Cartas a la dirección del diario Granma publicó, el viernes
29 de enero, algunos criterios acerca de la privatización de la
gastronomía en Cuba. Espontáneos u orientados, la publicación de tales
criterios en la prensa oficial demuestra la necesaria participación
ciudadana en la solución de los problemas nacionales y lo dañino de
dividir a los cubanos por el simple hecho de opinar a favor o en contra
del poder.

Aunque tardío e insuficiente, la publicación de las opiniones de D.
González de la Cruz, sin que se le califique de contrarrevolucionario,
constituye un pequeño paso, tardío e insuficiente, pero un paso al fin.
Veamos cuatro de esas opiniones:

1- "En la situación que tenemos no se trata de privatizar nada porque
en la práctica ya ocurrió… ¿Qué clase de propiedad social son los
centros de servicio y gastronomía en que los gastos corresponden al
Estado, mientras los beneficios con todo tipo de orígenes fraudulento e
ilegales, van a parar a lo bolsillos de quienes trabajan en ello…?" Y
añade: "¿Qué representaría para el Estado la eliminación de la actual
farsa de propiedad estatal?, pues nada menos que la eliminación de un
gasto colosal de salarios, seguridad social, un enorme aparato
burocrático y consumos materiales enormes de imposible recuperación…".

2- "La propiedad, sea privada o estatal, cuando está en función social
es válida. Culpar a la propiedad privada en general de regresar al
capitalismo y por tal motivo obviarla, es como calificar a la máquina de
vapor también de capitalista por haber propiciado el desarrollo de este
sistema…"

3- "El materialismo histórico establece que la base económica determina
su superestructura… Me pregunto qué moral se supone que esté surgiendo
del tipo de propiedad estatal que tenemos en que los bienes del Estado
se utilizan para el lucro y el saqueo a la población".

4- "…si queremos salvar nuestro socialismo, no basta con proclamarlo
en consignas machaconas, debemos hacerlo desde adentro con las
rectificaciones necesarias y pronto".

El debate de la privatización

Tal parece que Granma está promoviendo un debate acerca de una
privatización, que como dice González de la Cruz, ya se realizó de la
peor forma. De la peor, porque la obsesión por evitar la formación de
una clase media cubana condujo a una privatización sui géneris, sin
propietarios legales, que ha sido perjudicial tanto al Estado como a la
sociedad. Esa realidad obliga, tarde o temprano, a proceder a una
verdadera privatización, en la que los cubanos puedan ser dueños legítimos.

En marzo de 2001, en uno de los párrafos de Moral ciudadana, publicado
en el diario digital cubaencuentro.com, escribí: "Una gigantesca y
eficiente red de productos y servicios, al margen de la ley, funciona a
lo largo y ancho del territorio cubano. La oferta de artículos
originales o adulterados abarca, desde una aguja de coser hasta un
detective privado; desde una linda caribeña hasta una consulta
astrológica, desde una reparación de calzado hasta la construcción de
mansiones… A falta de locales propios la red emplea los del Estado,
donde comercializan o prestan sus servicios, lo que originó el vocablo
Estaticular, es decir, gastos del Estado y utilidades del particular. La
fuente principal de abastecimiento es el robo, con la consiguiente
corrupción…".

En la ponencia Aspectos conceptuales de la propiedad, presentada en
Economía 2000, un seminario sobre el presente y futuro de la economía
cubana civil, expuse: "En la sociedad, el desarrollo personal se realiza
a través de las relaciones y la colaboración social, y la propiedad es
un instrumento que permite la realización de esa colaboración… La
disyuntiva no radica entre propiedad privada versus propiedad social,
sino en la capacidad para considerar, en determinada época, lugar y
condiciones, cuál o cuáles de las formas es más ventajosa para el
desarrollo de la colectividad, lo que hace de la institución de la
propiedad un fundamento del orden social".

En cuanto a qué moral está surgiendo del tipo de propiedad estatal que
tenemos, la respuesta es sencilla: la moral que se corresponde con la
base material que la sustenta. En el mencionado artículo Moral
ciudadana, dije: "¿Cuál es el dilema de la familia cubana si el trabajo
dejó de ser la fuente principal de ingresos? La respuesta es sobrevivir…
Si además esas conductas son aceptadas socialmente y cada familia de una
u otra forma convive con ellas y las comparte, entonces eso es moral,
precisamente una moral negativa de sobrevivencia".

Más reciente, en La agricultura cubana: cambiar todo lo que debe ser
cambiado, publicado en la revista digital Consenso, escribí: "Cuando se
pierde o se deteriora la relación entre propiedad y apropiación, como ha
ocurrido en Cuba..., resulta que los ciudadanos, desposeídos e impedidos
por ley de ser propietarios y/o de recibir en dependencia de sus
aportes, en vez de responder a los heroicos llamados productivos…
prefieren buscar los medios para subsistir a través de ilegalidades,
engaños, robos, mendicidad y apropiación de esa propiedad de todo el
pueblo, con el consiguiente perjuicio productivo y el deterioro ético de
los ciudadanos".

Además del mandato de los mártires, como expresara González de la Cruz,
hay algo que no puede ignorarse. En La agricultura cubana… expresé:
"tanto la milenaria experiencia práctica como la ciencia económica han
demostrado el insustituible papel del interés de los trabajadores en el
aumento de la producción y de la productividad del trabajo, ámbito en el
cual la propiedad desempeña un estimable papel… Una realidad ausente en
las relaciones de propiedad vigentes en Cuba, las cuales bloquean la
plena participación, en un país donde precisamente su potencial
económico radica en la alta calificación de sus ciudadanos".

Pequeña y mediana propiedad… desde los tiempos coloniales

En todas las épocas, pensadores cubanos se preocuparon por el fomento
generalizado de la pequeña y mediana propiedad. El Obispo Juan José Díaz
de Espada elaboró en 1808 un proyecto basado en una economía
diversificada de pequeños productores agrícolas; José Antonio Saco
planteó la conversión de la plantación esclavista en pequeñas parcelas
agrícolas; Francisco de Frías, Conde de Pozos Dulces, consideraba que
Cuba debiera ser por excelencia la patria de la pequeña propiedad y de
los cultivos en escala menor; Enrique José Varona, tanto en la colonia
como en la República aconsejaba promover la pequeña propiedad y fomentar
una clase media nacional; y José Martí consideraba que la República era
un estado de igualdad de derecho de todo el que haya nacido en Cuba, un
espacio de libertad para la expresión del pensamiento y de muchos
pequeños propietarios.

Así, desde los tiempos coloniales, se fueron creando una infinidad de
pequeñas propiedades que se consolidaron con el concepto de función
social definido en la Constitución de 1940 y que gestó un importante
sector de pequeños y medianos empresarios nacionales cuyas últimas
manifestaciones fueron barridas con la Ofensiva Revolucionaria de 1968.
Luego, en 1993, las tímidas reformas iniciadas, que respondían más a la
conservación del poder político que a las necesidades de la sociedad,
fueron detenidas con la contrarreforma de 1996.

Esos y otros criterios fueron planteados hace muchos años. Lo único
novedoso radica en que, después que el problema ha empeorado, otros
cubanos vuelvan sobre el tema y que la prensa oficial lo publique sin
llamarlos enemigos o contrarrevolucionarios. El problema radica en que
si realmente se quiere buscar la solución a tan graves problemas se
impone un verdadero debate, inclusivo, al margen de las ideologías e
intereses del poder, lo que inevitablemente exigirá cambios
estructurales. Hay que avanzar hacia una participación ciudadana
efectiva o continuamos cuesta abajo hacia la hecatombe.

Tímidas señales | DIARIODECUBA (9 February 2010)
http://www.ddcuba.com/cuba/articulos/2010/timidas-senales

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