domingo, 22 de agosto de 2010

LA ENTREGA DE TIERRAS, OTRO FRACASO ANUNCIADO DE LA POLÍTICA DE REFORMAS DE RAÚL CASTRO

LA ENTREGA DE TIERRAS, OTRO FRACASO ANUNCIADO DE LA POLÍTICA DE REFORMAS
DE RAÚL CASTRO
21-08-2010.
Elías Amor Bravo
Economista ULC

(www.miscelaneasdecuba.net).- En los últimos días, diversos medios de
comunicación se han venido haciendo eco del fracaso de la denominada
"política de entrega de tierras" anunciada por Raúl Castro como una de
las "reformas estrella" de su gobierno, para hacer frente a la escasez
de bienes de consumo y reducir la cuenta de las importaciones de
productos agrícolas.

No habría que esperar tanto para conocer los resultados. Desde que se
lanzó la medida hace dos años, tuvimos la ocasión de exponer que no era
lo más acertado. Las razones que fueron expuestas, han venido a
confirmarse con el paso del tiempo y, ahora, la situación es mucho peor.

¿Por qué estas entregas de tierras ociosas no pueden dar resultados? La
respuesta a esta pregunta la tienen, tanto los agricultores, como los
economistas.

Para los primeros, poner en cultivo tierras que habían sido abandonadas
y en su mayoría invadidas por el marabú, sin los instrumentos y aperos
adecuados, y con una limitación de conocimientos y escasa experiencia,
puede resultar una operación muy complicada. La agricultura cubana en
los primeros 50 años de existencia de la República, fue un sector
dominado por dos tipos de explotaciones.

De un lado, las grandes concentraciones de tierra dedicadas a la
producción de caña de azúcar, donde se obtenía el principal producto de
exportación del país; de otro lado, las explotaciones en las que se
cultivaba todo tipo de productos, alimentos, viandas, que no sólo daban
abasto al conjunto de la población, sino que en algunos renglones,
permitía una cierta exportación de calidad y alto precio.

Este sistema fue destruido por las confiscaciones y robos de propiedad
del castrismo en su primera fase, y a partir de entonces, la agricultura
cubana, otrora productiva y eficiente, se convirtió en una actividad
marginal, limitada y ociosa, en la que la propiedad estatal presionaba
sobre las pequeñas explotaciones que habían sobrevivido a la voracidad
confiscatoria del régimen.

Como consecuencia de ello, la población empezó a sufrir graves carestías
de cantidad y calidad de alimentos, y la necesidad de importar del
exterior lo que antes se producía internamente supuso una presión
desmedida en las cuentas externas.

La vuelta atrás en el tiempo nunca es fácil. Y la experiencia de estos
últimos dos años lo confirma. El desánimo, la ausencia de medios
eficaces de producción, la limitación y los controles, la ausencia de
adecuados sistemas de comercialización, la escasa aplicación de
conocimientos, todo ello frena la capacidad de los agricultores que han
obtenido tierras en usufructo para mejorar la producción.

Los economistas también tienen mucho que decir al respecto de la
política de Raúl Castro. Para empezar, la primera cuestión a plantear es
que la entrega o el usufructo de tierras, por muy largo que sea el plazo
concedido, no es equiparable a la propiedad.

Cuando un individuo es propietario de un activo, en este caso tierra de
labranza, su potencial económico aumenta de forma importante, en la
medida que puede endeudarse y con ello, hacer crecer su stock de
capital. Quiénes han estudiado la importancia de fórmulas como los
microcréditos, saben muy bien de lo que estamos hablando.

Por lo tanto, la primera medida que hay que introducir, y cuanto antes,
es la propiedad privada en la agricultura cubana, garantizando mediante
títulos legítimos que las tierras puestas en cultivo no tienen otros
propietarios privados (habrá por ello que tener en cuenta las
confiscaciones realizadas) y garantizar un marco estable de derechos de
propiedad a los nuevos agricultores.

Después, será necesario introducir reformas destinadas a facilitar la
acumulación de capital, la obtención legítima de beneficios en la
agricultura, para su reinversión y capitalización posterior. Sin este
instrumento básico de la economía privada, los incentivos para dedicar
esfuerzos a la dura tarea agrícola, serán escasos.

Además, hay que permitir que se aumenten las dimensiones de las
explotaciones para obtener lo que los economistas denominan economías de
escala, y con ello, producir con la eficiencia óptima. Se debe facilitar
la compra de bienes intermedios en el exterior, de abonos y productos
fertilizantes, y para ello, hay que autorizar la entrada de capital
extranjero en la agricultura como estrategia de medio y largo plazo, con
las debidas garantías.

Mientras que no se acometan con rigor estas decisiones, y se siga
pensando en las reformas para mantener el sistema vigente, se está
perdiendo un tiempo precioso que no se podrá recuperar. Además, Cuba
cuenta en el exilio con grandes especialistas en agricultura,
conocedores de las decisiones que mejor contribuyen a mejorar la
productividad y eficiencia en el sector, expertos en bienes intermedios
aplicados al sector, en tecnología de abonos y productos fitosanitarios,
cuya aportación no debería ser desdeñada por el régimen.

Tal vez, en este ámbito, llegó el momento de olvidarse de la absurda
ideología del castrismo, y construir las bases para un futuro estable y
seguro para todos los cubanos. La agenda ya está servida.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29484

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