AYUDA Los micronegocios, ya legalizados, han aliviado a muchas familias
Lunes 04 de julio de 2011 Juan Carlos SalazarDPA | El Universal
LA HABANA.— Bajo su fachada deteriorada por el tiempo, La Habana
mantiene el encanto que le dio fama como una de las ciudades más bellas
de América Latina. Y aunque la mayoría de sus barrios aguarda la mano de
pintura que ya devolvió su antiguo brillo a La Habana Vieja, sus calles
y parques están cobrando una nueva vida al ritmo y color de una
inusitada actividad comercial.
Calles y parques han adquirido una nueva fisonomía con la proliferación
de quioscos, chiringuitos, tenderetes y talleres, mientras centenares de
letreros y avisos, colgados de ventanas y balcones, ponen de manifiesto
el silencioso cambio que parece estar gestándose bajo la epidermis de la
economía centralizada cubana.
Al grito de "¡Llévate por dos pesos!" , los vendedores acosan a las amas
de casa con plátanos y papayas en un mercadillo de Vedado, mientras
grupos familiares aguardan pacientemente ante una pizzería, escenas que
contrastan con las duras épocas del "periodo especial" tras el derrumbe
de la Unión Soviética.
A lo largo y ancho de la isla florecen negocios y oficios hasta ahora
olvidados o desconocidos. Carretoneros y forradores de botones ofrecen
sus servicios, junto a manicuristas, joyeros y reparadores de celulares,
por modestos honorarios, en muchos casos libres de impuestos.
Pero nada más llamativo en esta "nueva" Habana que los restaurantes
caseros, los populares "paladares", que han brotado como hongos y se han
convertido en el símbolo del pujante negocio "cuentapropista" cubano, es
decir, changarros.
En una apertura al trabajo privado, el gobierno de Raúl Castro autorizó
en agosto pasado 178 categorías de actividades por cuenta propia. A fin
de favorecer la contratación de mano de obra, las autoridades
flexibilizaron varias normas laborales, eliminaron restricciones
administrativas e incluso revisaron esquemas impostivos.
Las medidas dispararon el trabajo por cuenta propia. Hasta mayo pasado,
más de 315.000 cubanos se habían dado de alta para ejercer en alguna de
las categorías autorizadas. En su propósito de incentivar la actividad,
el gobierno ha llegado a ofrecer recintos y edificios estatales en
desuso para que los "cuentapropistas" pueden emprender sus labores.
No existen cifras oficiales sobre el movimiento económico que está
generando esta actividad, pero parece importante a la luz del ajetreo
comercial que se percibe en torno en calles y plazas de la ciudad.
El Pabellón Cuba muestra estos días en una exposición una pujante
industria artesanal, con stands desbordantes de adornos de todo tipo,
ropa y artículos de cuero y madera. "Sí, el negocio va muy bien, sobre
todo por la presencia de turistas, pero también de cubanos", dice una
vendedora.
El gobierno está alentando el trabajo por cuenta propia como alternativa
laboral ante sus futuros planes de reajuste, que van desde la
eliminación gradual de subvenciones hasta la supresión de medio millón
de empleos de las plantillas estatales, en el marco de una denominada
"actualización" del sistema de economía centralizada.
Roberto, joven propietario de un "paladar" de Vedado, ve con optimismo
las reformas en curso y cree que Cuba está en el inicio de un viaje sin
retorno hacia una economía mixta, aunque con fuerte control estatal.
"Así empezó en China", dice convencido y contento por haber montado un
negocio que le permite alimentar a su familia y dar trabajo a ocho personas.
Observadores del proceso cubano en el exterior sostienen que las
actividades de un carpintero o de un heladero, ni siquiera la de los
cientos de "paladares" y talleres que han surgido en todo la isla,
pueden generar los recursos que precisa el país, pero al mismo tiempo
admiten que es pronto para medir el alcance de las reformas.
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