Martes, 12 de Julio de 2011 00:16
Osmar Laffita
escleCapdevila, La Habana, 12 de julio de 2011, (PD) Las autoridades
cubanas, en correspondencia a lo acordado en el VI Congreso del Partido
Comunista, han anunciado que la actualización del modelo económico
descansa en la planificación y no en el mercado.
Si se parte de estos postulados, el Producto Interno Bruto (PIB)
acumulado en este semestre debía haber sido superior al de Chile y Perú,
las economías que más crecen en América Latina, pero de acuerdo al
negativo desempeño de los principales indicadores económicos, todo
augura que este no supere el 2.2% del alcanzado el pasado año.
Una muestra de ese retroceso lo tenemos en las inversiones, que
continúan atrapadas en demoras en el tiempo fijado de terminación, lo
que provoca gastos injustificados, sin que se materialice la fecha de
entrega de las obras en ejecución.
Esto es el resultado de las indisciplinas y la desorganización, de la
que no escapa ningún sector de la economía cubana.
La mala preparación y la falta de integralidad en los análisis son
resultado de la improvisación, el voluntarismo y la superficialidad en
las decisiones.
No se ha cuantificado la cantidad de dinero que en este semestre se ha
perdido por los incumplimientos de los planes inversionistas. El
silencio se debe a que hay muchos culpables de estas negligencias. Como
no se le ha puesto coto al desorden reinante, esto ocasiona grandes
pérdidas a la economía nacional.
Este desorden conspira contra el cumplimiento del raquítico plan de
ejecución de 32 750 viviendas.
La empresa de Hormigón y Terrazo, en La Habana, en junio tenía
almacenados medio millón de bloques, 300 toneladas de cemento de cola y
7000 metros de mosaicos. Mientras tanto, los establecimientos que
venden estos materiales han permanecido con pocas ofertas la mayor parte
del tiempo.
Las empresas y uniones constructoras de los distintos ministerios no
honran los contratos firmados con la Industria de Materiales de la
Construcción, donde reina un gran desorden.
La fábrica de cemento de Nuevitas está paralizada porque sus silos están
abarrotados, pero los organismos que encargaron el cemento no lo recogen.
En estos momentos, la fábrica tiene en inventario 8 000 toneladas de
cemento, pero como no hay donde meterlo, se paralizó el proceso
productivo. Esta anómala situación afecta a la economía, pero su mayor
impacto se siente entre los trabajadores de la fábrica, que ven como sus
salarios caen en picada porque estos dependen de la venta del cemento
Si las ventas de cemento de la fábrica de Nuevitas están por debajo de
lo pactado, se debe a que el Instituto de la Vivienda solo ha sacado el
87% de lo planificado, la Industria Básica en lo que va de año no ha
comprado ni un saco, el Ministerio del Transporte ha ejecutado solo el
1% de su plan, Recursos Hidráulicos ha extraído el 20% del total
pactado, el Ministerio del Azúcar y de la Agricultura el 49% y el 60%
respectivamente.
De las 700 toneladas de cemento previstas para vender diariamente, sólo
se comercializan 200. Ahí está el origen de los altos inventarios, lo
que ha provocado la paralización de la industria. Esto representó 21 373
toneladas dejadas de producir, con un valor de 2 535 500 pesos.
Una larga lista de burócratas, disfrazados de revolucionarios y
patriotas, contribuye a que el plan económico de este año no se cumpla.
Estas anomalías, propias de la planificación y no del mercado, son una
muestra de que los contratos son letra muerta. En la práctica, los
violadores no se sienten compulsados por nada que ponga en peligro su
actuar impune como dirigentes.
El cemento que no se recoge en Nuevitas, los miles de bloques
almacenados en Hormigón y Terrazo, son un ejemplo de que las sanciones
para estos incumplidores son risibles. No les importa que estas
industrias se paralicen, porque hasta ahora no les ha pasado nada.
Estos incumplimientos dejan al descubierto que la planificación
centralizada como método de dirección económica es algo inviable. Su
pecado original es que no le concede autonomía a los directivos de las
empresas, por eso no pueden darle solución a los problemas que se les
presentan y tienen que contemplar impotentes como la producción se paraliza.
Tal como se ha comportado la economía cubana en el primer semestre de
este año, los dirigentes del gobierno están obligados a recapitular si
su apuesta a la planificación y no al mercado es la más indicada, porque
se ha demostrado que las actuales estructuras de dirección, ejecución y
control de los ministerios y empresas adolecen de graves insuficiencias.
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